jueves, 31 de marzo de 2011

IRREALISMO



A veces hay rachas en la vida en la que todo se acelera. Y lo curioso es que ninguna de esas ocasiones se parece a la otra. Cada una de esas colecciones de rachas que te sopla la vida se acelera a su manera. No voy a decir que no me gusten, la vida sin ellas sería verdaderamente insípida, pero es cierto que en medio del torbellino resulta un tanto angustiante y agotador levantarte pensando que te deparará el día de hoy.

Es una sensación con sabor agridulce aún así. En muchas ocasiones, la vida te da unas sorpresas geniales en forma de teatro californiano con sabor a amigotes que quita el sentido –un besazo desde aquí a esas valley girls-, pero en cambio por otras deja ver el carácter de arena movediza que tiene mucho de lo que hasta ahora creíamos que era tierra firme… y todo se vuelve más irreal.

Si, hace tiempo que se avecinaba. Olía a tormenta en el ambiente –un olor maravilloso por cierto-. Es algo parecido a cuando de pequeña veía Planeta Imaginario, me maravillaba la dimensión escondida de todo aquello –orquestada con aquella extraña variación de la Arabesca de Debussy-, pero a la vez me parecía siniestro, absurdo y amenazante. Es como atravesar una novela de Murakami, donde allá fuera hay otra historia complementaria a ésta y aún más allá, algún lector misterioso va intercalando los capítulos hasta que al final todo converja, tenga sentido y suspiremos satisfechos.

Creo que tiene usted razón, señor Faulques, dijo. La tiene en eso de las reglas y las rayas del tigre y las simetrías ocultas que de pronto se manifiestan, y uno descubre que tal vez siempre hayan estado ahí, dispuestas sorprendernos. Y es verdad que cualquier detalle puede cambiar la vida: un camino que no se toma, por ejemplo, o que se tarda en tomar a causa de una conversación, de un cigarrillo, de un recuerdo.

El pintor de batallas. Arturo Perez-Reverte

lunes, 28 de marzo de 2011

MINUTERO IMPECABLE



Dentro de ti tu edad
creciendo,
dentro de mí mi edad
andando.

El tiempo es decidido,
no suena su campana,
se acrecienta, camina,
por dentro de nosotros,
aparece
como un agua profunda
en la mirada
y junto a las castañas
quemadas de tus ojos
una brizna, la huella
de un minúsculo río,
una estrellita seca
ascendiendo a tu boca.

Sube el tiempo
sus hilos
a tu pelo,
pero en mi corazón
como una madreselva
es tu fragancia,
viviente como el fuego.

Es bello
como lo que vivimos
envejecer viviendo.

Cada día
fue piedra transparente,
cada noche
para nosotros fue una rosa negra,
y este surco en tu rostro o en el mío
son piedra o flor,
recuerdo de un relámpago.


Pablo Neruda. Oda al tiempo

jueves, 24 de marzo de 2011

DEL MONTÓN



(Podéis encontrar la letra y su traducción aquí)

Una de las cosas que siempre agradezco a esta vida es el hecho de ser físicamente del montón. De entrada pensareis: ¡Qué tontería! ¡Es mucho mejor ser guapísimo! –que no atractivo-. Pero si lo pensáis un momento, el hecho de ser de la media: ni feo ni guapo, ni gordo ni esquelético, ni alto ni bajo es algo completamente ventajoso. Desde luego, tampoco podemos hacer demasiado ya que el físico –como la nacionalidad o la familia- nos viene en el pack inicial de la vida.

Si destacas físicamente, eres mucho más susceptible de una atención a primera vista. Por supuesto, en muchos casos es beneficiosa, ya que puede provocar un una buena ración de ligoteo garantizado –si eres muy mono-, o algún favoritismo, que en la gran mayoría de los casos no vas a querer si tienes algo de valía personal. Todo esto, en el fondo, son atenciones de baja calidad. Pero además, esta atención se puede volver en tu contra, llegando a ser bastante perjudicial. El hecho de que la gente te recuerdo físicamente –a no ser que tengas aspiraciones de actriz o modelo- puede acarrearte más de un disgusto.

Además, existen los malditos prejuicios. Tendemos a pensar que las personas guapas son automáticamente tontas. Es injusto, desde luego. Pero seamos realistas, la injusticia existe en cada recoveco de este mundo. Conozco multitud de casos en que este tópico es absolutamente infundado –cuento con buenos amigos guapísimos a la par que brillantes-. Sin embargo, es cierto que si tus condiciones iniciales han sido de una belleza despampanante y quizá no te han ayudado a asimilarla, la opción más fácil es acostumbrarse a la mesa hecha, y volverse caprichoso, y por tanto, algo lerdos. Por otra parte, si has nacido en el otro extremo y no te han administrado una gran autoconfianza, corres un riesgo alto de volverte huraño, triste o iracundo. Eso ya nos lo contaba nuestro querido Benedetti.

En cambio, la gente físicamente del montón, al no tener ningún prejuicio en contra ni a favor, ha generado una capacidad auténticamente propia para desarrollar multitud de modos atractivos – que no bellos- en su lugar: intereses, simpatía, alegrías… Todo eso acompañado con un físico al que se puede sacar partido si lo deseas. Es como si tu carta de presentación fuera tu esencia, y no el envoltorio.

Todo esto hace que la afortunada raza de los del montón seamos la que la selección natural probablemente escogería para nuestra propia supervivencia.

Por supuesto, todo esto sólo son tendencias. No hay nada que una buena educación basada en amor, confianza y autoconfianza, no pueda superar. Por un mundo más atractivo y menos guapo.

Era una hermosa joven rubia, de ojos azules y piernas largas, muy bronceadas. En los anuncios de fruta siempre sacan chicas rubias. La clase de chicas guapas que, por más tiempo que las mires, en cuanto apartas los ojos de ellas, ya no te acuerdas de qué cara tenían. En el mundo existe este tipo de belleza. Que es como los pomelos: indistinta.

El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas. Haruki Murakami

lunes, 21 de marzo de 2011

THE RIGHT PLACE



Al fin de cuentas, todos somos una parte de un todo mucho más grande que nos integra, todos llevamos dentro el caos y el orden, la creación y la destrucción. Todos somos al mismo tiempo víctimas y responsables de nuestra propia vida. Todas las sendas de lo posible están abiertas al paso de lo real. Pero no todos somos tan sabios para comprenderlo, ni tan audaces como para trazarnos un itinerario.

Lucia Etxebarría. Beatriz y los cuerpos celestes.

miércoles, 16 de marzo de 2011

VOX POPULI

Ayer, al más puro estilo estadounidense, tuvimos la clausura de un curso que he hecho este cuatrimestre con un pizza dinner. Básicamente, la cosa consiste en juntarnos en el sitio donde hagan la pizza más grasosa y juntarte con tus compañeros de clase y profesores a charlar un rato.

En este grupo había una mezcla interracial interesantísima y genial. En poco más de veinte personas, teníamos estadounidenses, taiwaneses, coreanos, japoneses, chilenos, venezolanos, iraníes, polacos, suecos o españoles. Todos nosotros hablando una sola lengua –con más o menos acento-, mientras degustábamos un alimento típicamente italiano –aunque totalmente americanizado-.

El caso es que hubo un momento que no pude dejar de observar una característica común en la muestra de ayer. La gran mayora de las chicas estadounidenses –sean de donde sean- tienen un tono estridente y agudo, que provoca un cierto rechazo inicial al parecer gritón y, algo ñoño. Por su parte, los orientales de cualquier sexo conversan con un acento plano –aunque estén muy nerviosos, contentos o acelerados- y un nivel de voz muy bajito, y en cambio, las mujeres europeas e iraníes tendíamos a bajar nuestro tono de voz natural y a elevar la voz.

Recuerdo que hace mucho tiempo mi foniatra me contó que las mujeres españolas bajábamos nuestro tono de voz una media de dos tonos respecto a nuestro tono natural. Según ella –no recuerdo si era su opinión o se basaba en un estudio- esto se debía a que, el hecho de venir de un país de herencia machista, en el que las mujeres debían mostrar su tesón y fortaleza ante las adversidades, había provocado que en general agraváramos nuestra voz para que no nos tomaran por el pito del sereno, vamos.

Esto me hace pensar que las mujeres norteamericanas, quizá han sufrido un efecto contrario… Ellas han vivido en un país en apariencia mucho menos sexista –aunque en realidad EE.UU. es uno de los países más puritanos y arcaicos socialmente que conozco- y por lo tanto, no han sentido la necesidad de luchar contra los elementos y esto ha llevado a un machismo encubierto. Por ejemplo, casi todas las mujeres americanas se proclaman independientes, pero el 99% sueñan con tener un anillo en su dedo cuanto antes mejor, para luego seguir a su marido donde haga falta.

La conclusión parece ser que cuando somos críticos con nosotros mismos, tendemos a buscar la solución –no siempre la adecuada, dicho sea de paso-. Cuando, por el contrario, nos convencemos de que hacemos lo correcto, tendemos al estancamiento, relajación y conformidad. Supongo que lo ideal es un balance entre un criticismo sano y un optimismo revitalizador. La voz nos dará la razón.

lunes, 14 de marzo de 2011

ARRIBA



Si somos artesanos de nuestra vida diaria, si somos orfebres de la propia travesía, cuando se presente la hora de hacer cuentas con nosotros mismos el balance personal será siempre ascendente; porque habrá habido espíritu de superación, retos y afanes vigorosos, resistencia al desaliento y fuerza ante la adversidad. Un hombre vale y se mide por su capacidad para desestimar y relativizar las batallas perdidas, con la mirada puesta en las metas e ilusiones trazadas. Sin pesimismos paralizantes. El pesimista se queja del viento, el optimista espera que cambie y el realista ajusta las velas.

La ilusión de vivir. Enrique Rojas

jueves, 10 de marzo de 2011

SUMA Y SIGUE



Hace unos días, tuve la ocasión de escuchar un poema en prosa de David Eagleman, un neurocientífico, que además dedica sus ratos libres a escribir. Claro que si. El poema en cuestión se llama Suma: Sum. Lo cierto es que me dio bastante que pensar. Y por lo tanto, consumí unos cuantos de mis minutos de cábalas absurdas.

¿Y si pudiéramos juntar todos los minutos de amor, penurias, risas o sexo en unas vacaciones o penurias contiguas? ¿Nos suicidaríamos colectivamente? ¿Estallaríamos de placer? ¿Qué orden escogeríamos? ¿Tendría nuestra vida sentido? El poema en si es una suma de la cantidad de horas vividas y desgranadas de nuestra vida. Ahí va eso:

In the afterlife you relive all your experiences, but this time with the events reshuffled into a new order: all the moments that share a quality are grouped together.

You spend two months driving the street in front of your house, seven months having sex. You sleep for thirty years without opening your eyes. For five months straight you flip through magazines while sitting on a toilet.

You take all your pain at once, all twenty-seven intense hours of it. Bones break, cars crash, skin is cut, babies are born. Once you make it through, it's agony-free for the rest of your afterlife.

But that doesn't mean it's always pleasant. You spend six days clipping your nails. Fifteen months looking for lost items. Eighteen months waiting in line. Two years of boredom: staring out a bus window, sitting in an airport terminal. One year reading books. Your eyes hurt, and you itch, because you can't take a shower until it's your time to take your marathon two-hundred-day shower. Two weeks wondering what happens when you die. One minute realizing your body is falling. Seventy-seven hours of confusion. One hour realizing you've forgotten someone's name. Three weeks realizing you are wrong. Two days lying. Six weeks waiting for a green light. Seven hours vomiting. Fourteen minutes experiencing pure joy. Three months doing laundry. Fifteen hours writing your signature. Two days tying shoelaces. Sixty-seven days of heartbreak. Five weeks driving lost. Three days calculating restaurant tips. Fifty-one days deciding what to wear. Nine days pretending you know what is being talked about. Two weeks counting money. Eighteen days staring into the refrigerator. Thirty-four days longing. Six months watching commercials. Four weeks sitting in thought, wondering if there is something better you could be doing with your time. Three years swallowing food. Five days working buttons and zippers. Four minutes wondering what your life would be like if you reshuffled the order of events. In this part of the afterlife, you imagine something analogous to your Earthly life, and the thought is blissful: a life where episodes are split into tiny swallowable pieces, where moments do not endure, where one experiences the joy of jumping from one event to the next like a child hopping from spot to spot on the burning sand.

Sum: Forty Tales From the Afterlifes. David Eagleman
.

La verdad es que visto así da vértigo: ¿cinco meses ojeando revistas en el baño? ¿¿18 meses esperando en una cola?? ¿Cómo? ¿Dos años de aburrimiento? Si, hombre… Todo el dolor de golpe… 27 horacas. A cambio, claro, también tendríamos siete meses de sexo, un año leyendo libros o catorce minutos de pura dicha… Mmm… al menos cuantitativamente, salimos ganando. Pero desde luego, treinta años de sueño me parece desaprovechadísimos –quizá sea una buena excusa para adelantar el despertador-. ¿Y que me decís de los dos días de mentiras?. Guau. Alucinante.

Visto así la vida tiene otro sentido. Cada segundo vale su peso en oro. Así que como gobernadores de nuestras vidas que somos, destinemos más al amor, locuras, amistad y arte y menos al armamento… Que las elecciones están a la vuelta de la esquina.

lunes, 7 de marzo de 2011

CALIFORNIA GIRL

Una conversación de lo más normal con una real californian girl. Real como la vida misma... ¡Gracias Dani!

viernes, 4 de marzo de 2011

HAPPINESS

En cada una de mis visitas a las islas británicas -Inglaterra, Irlanda o Escocia- siempre he sucumbido a los encantos del genial genial Edward Monkton. Muchos de vosotros sabéis que por mi puerta de Granada rondaba The Pig of Happiness regalándome una amplia sonrisa en cuanto me aproximaba a la calle, en la nevera andaba Friendship –las amistades y enemistades del brócoli con todo lo demás-, en la puerta de mi casa actual perdura la Wonderful Girl, que tantos comentarios de admiración vecinal ha provocado, y en multitud de rincones de mi vida habitan joyas varias como The Zen Dog –una llamada al Carpe Díem- , Anything is possible –buen recordatorio de nuestras posibilidades con humildad y humor- y muchos otros…



En cada una de ellos, hay un mensaje cifrado para cada uno de nosotros, un mensaje que siempre nos dice lo mismo, en un sinfín de maneras diferentes: Cómete el mundo, se feliz, nada es tan importante, ríete de todo.

Hoy, me he topado nada más y nada menos que con la historia verídica del Pig of Happiness. Un abrazo desde aquí para Ade, una gran fan y en gran parte responsable de su descubrimiento. Disfrutadla. Pongamos todos un cerdo de la felicidad en nuestras vidas.

martes, 1 de marzo de 2011

ARTE FACTO

Este mundo sólo tiene sentido si nos comemos las reglas de vez en cuando. Si nos tomamos un día libre. Literalmente. Sólo para nosotros. Uno con uno mismo. Pasear el día entero entre las calles verticales de una ciudad luminosa, alta, chispeante, bohemia, vibrante. Dedicar las horas a regocijarnos entre cafés cargados y librerías. Inundarnos de arte. El añorado añorado ARTE. Después de tanto tiempo sin zambullirnos. De sentir la embriaguez. Dejar que nos excite el tacto, el oído, los infinitos sentidos.


Tener una larga y risueña conversación con Allen Ginsberg en The City of Lights. Sentarnos en su pedestal. Bebernos sus poemas. Fumar a su salud. Sumergirnos en un sueño donde nos convertimos en libreros. En el que, con congoja en el corazón, tenemos que ponerle precio a palabras gruesas, densas, sempiternas. Escuchar el vendaval que produce la batalla de sus páginas, aspirar el aroma a palabras petrificadas, inspiradas, inyectadas.

Reencontrar covichuelas cercanas e intoxicarnos de alcohol y tabaco, allá donde tantos bohemios del siglo XX lo hicieron. Reemplazar las locuras revolucionarias por el cine oscarizado y diseccionado. Escuchar un triste solo de jazz. Sentir la ansiada necesidad de arte, la llamarada de vida que nos invade. El peso de cada página comprada. La inspiración inundando las venas, como un lienzo alquitranado. La completa convicción que el mundo, éste mundo nuestro, sólo vale la pena si lo aliñamos con –cuando menos- fugaces licencias de esas cuatro letras.