sábado, 29 de noviembre de 2008

TORMENTAS

Creo que es una tendencia natural de la raza humana el concebir las cualidades de las cosas como invariables en el tiempo. Pensamos que las personas que amamos, con todo aquello de que nos enamoramos, han permanecido congeladas en el tiempo. Y nos encontramos confusos cuando ya no nos provocan los mismo.

Pero es que las lluvias que pasamos separados nos amasaron y los soles de después nos modelaron. Y cada gota que nos curtió o cada rayo que nos levantó fue diferente. Como resultado, nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.

A veces, el destino se parece a una pequeña tempestad de arena que cambia de dirección sin cesar. Tu cambias de rumbo intentando evitarla. Y entonces, la tormenta también cambia de dirección, siguiéndote a ti. Tú vuelves a cambiar de rumbo. Y la tormenta vuelve a cambiar de dirección, como antes. Y esto se repite una y otra vez. Y la razón es que la tormenta no es algo que venga de lejos y que no guarde relación contigo. Esta tormenta, en definitiva, eres tú. Es algo que se encuentra en tu interior. Lo único que puedes hacer es resignarte, meterte en ella de cabeza, taparte con fuerza los ojos y las orejas para que no se te llenen de arena e ir atravesándola paso a paso.

...

Y cuando la tormenta de arena haya pasado, tú no comprenderás cómo has logrado cruzarla con vida. ¡No! Ni siquiera estarás seguro de que la tormenta haya cesado de verdad. Pero una cosa sí quedará clara. Y es que la persona que surja de la tormenta no será la misma persona que penetró en ella. Y ahí estriba el significado de la tormenta de arena.

Kafka en la Orilla. Haruki Murakami

jueves, 27 de noviembre de 2008

PUENTE Y GRACIAS

Ya está aquí… ¡Ya llegó! ¿El qué? ¡¡El día del Pavo o de Acción de Gracias!! Y con él... ¡¡Un puente de cuatro días!! De hecho, este es el análogo al puente de la Constitución con el que me pondréis los dientes largos en una semanita…

Además de eso, lo voy a vivir in situ. Este día es imperdonable que cenes (a las tres de la tarde) sola. Así que me han invitado a cuatro sitios a la comida-merienda-cena y al final, voy a ir al más informal, a casa de Serena, Chad y toooooooda la familia. La cosa promete. Según me han contado, este día comen más que el resto del año, lo que acojona, y mucho. Y por supuesto, el plato principal es el ThanksGivingTurkey, así, todo seguido -¿para cuando un Animal Acojonante dedicado a este entrañable ser?-. Y luego, cantan, ven videos familiares… De hecho, nos llevamos las violas para tocar despues de comer. Ya os contare.

Y hablando de eso, os tengo que presentar un nuevo miembro en la familia, ¡¡que no para de crecer!! Ahora entiendo porque los Estados Unidos es las tierras de las oportunidades… Si es que hay unas gangas… ¡¡¡Me acaban de regalar un piano!!! Lo tengo ahí, en frente de mí. Todavía nos miramos con curiosidad, pero todo es cuestión de tiempo. Transladarlo fue toda una odisea, me tuve que alquilar un camión con rampa para moverlo y … tras unas cuantas aventurillas a lo Little Miss Sunshine: la palanca para acercar el asiento a los pedales estaba rota, y tuve que ir sentada en la esquina del asiento, o la costumbre de mirar por un retrovisor central inexistente porque tienes una mole detrás entre otras peripecias…. El caso es que gracias a la ayuda de cuatro cielazos con los que he tropezado ya en estas tierras y un pie un poco machacado, mi piano, Lorenzo, ¡ya está conmigo!.

Aquí me tenéis, viviendo en el país capitalista del mundo por excelencia y, en menos de tres meses, agenciándome a Carmencita (bici), Leoncito (coche), Vega (viola) y… Lorenzo (piano), ¿qué será lo próximo?

sábado, 22 de noviembre de 2008

EXTRAÑAS COINCIDENCIAS

No se si habéis tenido alguna vez esa sensación de egocentrismo total, de que algo está ocurriendo y sois los únicos que no os habéis percatado. Yo la solía tener cuando era pequeña y mis padres hablaban de cosas de mayores –vaya usted a saber de qué salvajada estarían hablando, ¡je!- y yo entraba de repente y se quedaban callados o cambiaban a una conversación muy forzada.

El caso es que la más reciente, la tuve yo este jueves. Me pasó algo bastante curioso: el miércoles había decidido que el jueves me iba a quedar trabajando en casa, en mi patio, super a gusto. Pero, cuando me levanté el jueves, me entraron los absurdos remordimientos que me suelen atacar de vez en cuando, y tras vestirme y desvestirme tres veces –me quedo, no me quedo…- decidí que, –a cerrar el boquino-, que sólo quedaban un par de días para el fin de semana.

¿Y qué creéis que me encontré cuando llegué al trabajo media hora más tarde de lo habitual –proveniente de mis dudas filosóficas sobre ir o venir-? Absolutamente todas las puertas de los despachos cerradas. No había nadie, na-die. Ese fue el momento de egocentrismo agudo, el papel de protagonista del Show de Truman, o aquel momento en que Eduardo Noriega sale corriendo en medio de la Gran Vía de Madrid desierta en Abre los Ojos o el escalofriante instante de Mullholland Drive en que la cantante cae al suelo y ella sigue cantando...

Tres horas más tarde, empezó a llegar gente, cada uno con su argumento: –Se me olvidó poner el fucking despertador-… -Tenía que llevar a los niños al médico-… -Tenía un seminario en otro edificio-… Mmmm… sospechoso. Yo todavía no me lo creo. Mi explicación particular es que ese día tenían reunión para ver como continuar el guión. Está bien, vale, ya lo he descubierto, ahora ya podéis salir del armario, actores de pacotilla.

viernes, 21 de noviembre de 2008

GURE BAZTERRAK

Llevo un par de días con una morriña enorme. Y hoy, precisamente, he tropezado con unas cuantas canciones que no han hecho más que incrementarla. Ésta es una de ellas, Gure Bazterrak de Mikel Laboa, una canción simple y preciosa. Se os llevará un trocito vuestro. Un besazo para Javier, que fue quien me la enseñó. Disfrutadla.

GURE BAZTERRAK

Maite ditut,
maite
gure bazterrak,
lanbroak
ezkutatzen dizkidanean.
Zer ezkutatzen duen
ez didanean ikusten uzten.
Orduan hasten bainaiz ezkutukoa...
Nire baitan pizten diren
bazter miresgarriak
ikusten.



NUESTROS RINCONES

Los amo,
amo
nuestros rincones
cuando la bruma
me los esconde.
¿Qué es lo que oculta cuando no me deja ver?
Entonces empiezo a vislumbrar lo oculto...
Rincones admirables
que comienzan a surgir
dentro de mí.

miércoles, 19 de noviembre de 2008

MALTARILE

¿Cual es el mecanismo que nos hace recordar o aprender cosas precisamente a nosotros, la supuesta raza inteligente? ¿Cómo seríamos si no tuviéramos recuerdos? ¿Nos hubiéramos extinguido al más puro estilo de novela de Saramago, siendo la memoria lo que nos ha hecho sobrevivir frente a otras especies? O, por el contrario, ¿sería todo más simple, en el buen sentido de la palabra, al guiarnos simplemente por instintos? Sin envidias, sin fidelidades, sin comparaciones... Simplemente el carpe diem, porque el hoy sería lo único que recordaríamos. ¿O quizá es que memoria es sinónimo de inteligencia en este contexto?

¿Y en qué momento empezamos a recordar? ¿Cual es vuestro recuerdo más antiguo? En mi caso es de cuando tenía tres meses, al ir sentada con mi tío en un coche naranja, poniendo las manos en el volante y haciendo como que conducía. El siguiente recuerdo, creo que es ya algo así como a los tres años. Muchas veces me he preguntado qué es lo que fijó en mi memoria ese recuerdo precisamente y cómo eso ha podido afectar a mi vida.

Es algo parecido a aprender a leer, ¿recordáis ese momento? Yo lo recuerdo perfectamente. Llevábamos un tiempo con lo de mamemimomu... Y por fin, llegó el día de leer una frase de verdad, nuestra primera frase. Yo recuerdo el mecanismo de mi cerebro, más bien el anti-mecanismo, porque me salté las reglas a la torera y simplemente mi boca pronunció la frase sin pensar cómo se juntaban las letras, como si la intuición fuera más poderosa que la coherencia a esas alturas. Eso hizo que leer fuera algo sencillo, un placer como el beber agua cuando se está sediento. Lo mismo creo que pasa con la gente que piensa que las matemáticas son ininteligibles, simplemente creo que hay un paso no racional, sino intuitivo, que facilita mucho las cosas.

Siempre he tenido esa sensación con el resto de las cosas, desde la quántica a las relaciones personales, pasando por el secreto para la felicidad, la literatura y tantas otras cosas… El tener la llave muy cerca…. La de la puerta secreta, cómo en Alicia en el País de las Maravillas, de entrada a la simplicidad, a la intuición de nuestro mundo. Ahora bien, ¿donde están las llaves, Maltarile?

jueves, 13 de noviembre de 2008

SOBRE LA ATMÓSFERA

¿¿¿Alguien ha visto la Luna está noche??? Llevo 28 minutos de reloj y me podría estar toda la vida mirándola... Os lo aseguro, la Luna es de los objetos más impresionantes de nuestro cielo. Aunque ya lo sabéis... Me acaba de contar un par de cosas que os ha visto hacer hace unas horitas...

Seguro que ya os han hecho está pregunta alguna vez... pero, ¿le habéis visto alguna vez la cara a la Luna? Está así, como un poco inclinada hacia derecha, y guiñando un ojo... Al menos desde el Hemisferio Norte... Algunas otras teorías, aseguran ver un conejo de perfil... pero yo, solo lo vi una vez en Bolognia... Desde aquí, un besazo a Ruth por explicarme las facetas de la Luna, justo en medio de un paso de cebra...

Aquí, conversando con la Luna, me siento muy muy pequeña... Pero no es, sino una sensación agradable... La de sentirme una infinitésima parte de este inmenso Universo... Pequeñísimos, pero no nulos.

Os dejo con unos fragmentos del libro de Crónicas Marcianas de Ray Bradbury... Disfrutad...

Así que nunca más pasearemos tan tarde de noche, aunque el corazón siga enamorado, y aunque siga brillando la luna. Pues la espada gasta la vaina, y el alma gasta el pecho, y el corazón tiene que pararse a tomar aliento, y el amor misma ha de descansar. Aunque la noche fue hecha para amar, y el día vuelve demasiado pronto, nunca más pasearemos a la luz de la luna.

...
Esa noche había en el aire un olor a tiempo. La idea era divertida. ¿Qué olor tenía el tiempo? El olor del polvo, los relojes, la gente. ¿Y qué sonido tenía el tiempo? Un sonido de agua en una cueva y unas voces que lloraban y una voz muy triste, y unas gotas sucias, y un sonido de lluvia. Así era cómo olía el tiempo, como sonaba y qué parecía. Y esta noche, casi se podía tocar el tiempo.

martes, 11 de noviembre de 2008

BANDA SONORA ORIGINAL

Desde el momento en que nacemos empieza la película de nuestras vidas. Y cómo toda buena película, la banda sonora es fundamental. La música es el sello particular de nuestras vivencias, de nuestros recuerdos, de nuestros rituales. Uno de los pequeños instantes de felicidad consiste en encontrar aquella canción que hacía quince años que no escuchabas, cerrar los ojos y volver a trasladarte a ese momento. Traslado… porque ese acto, es mucho más que recordar, es volver a sentir, es… volver a vivir.

Así entre mi banda sonora particular cuento grandes éxitos asociados a momentos en lugares: el Ritmo del Garaje de Loquillo me recuerda enormemente a San Lorenzo, pañoletas verdes, noche interminable en las calles; Que tinguem sort, de Lluis Llach a la última fiesta que organizamos en la facultad; cualquier canción de Nina Simone, a las noches de los miércoles en el Jazz Si club de Barcelona; la banda sonora de Crazy a aquel par de meses en Paris…

Luego están las canciones que tienen una carga de recuerdos acumulados. Es decir, canciones que has escuchado en más de un momento especial, y cuando son reescuchadas, te trasladan a uno de ellos, algunas veces o a una mezcla de ellos, otras… Por ejemplo, para mí, One de U2, ha puesto música a tantas de mis vivencias... Guitarras en la plaza de Venecia en Roma a los 16… Llorera infinita en mis dos conciertos de U2, a los 17 y 25… Regalo en un CD cantada en árabe…a los 23… Un amigo mío me contaba que él asociaba esta canción a ir con su madre sentado en el coche al salir de su rancho en Texas mientras olía a hamburguesas… Somos personajes diferentes con guiones diferentes...

Aun así, a veces las evocaciones pueden ser multitudinarias… Me encanta descubrir canciones o grupos a personas, porque es una garantía de que te recordaran al escuchar esa canción… Igualmente que me descubran música. Este post está deseando escuchar vuestras recomendaciones. Creo que casi cada persona que hay en mi vida tiene tiene su canción asociada, a uno de los momentos que hayamos compartido … Eso hace, que un día, en un bareto perdido del mundo, de pronto, me encuentre tomando un vinito con cualquiera de vosotros al escuchar, de repente, Miss Sarajevo o Somos Viento o la banda sonora de ShortBus o cualquier canción de Dusminguet o…

Además, cada uno desgata la música como le place, faltaría más. Es genial engullir una canción que realmente te apetezca nada más levantarte según tu estado de humor… O sentir que se aproxima el fin de semana poniendo tu música de fiesta un viernes por la tarde, de fiestas vividas o por vivir, no importa… O rebuscar entre la música de concentración… En mi caso, en épocas de trabajo duro, me ayuda a concentrarme algo cómo… Héroes de Silencio o Extremoduro … Creo que para mi tesis, me escuché todas sus discografías millones de veces… Mis pobres sufrientes compañeros de despacho lo saben…

Y la lista es infinita… Sabina es desgañitarse a guitarras y vino, Lemon Tree es la casa de colonies de Sils, Placebo es el viaje entre Dublín y Cork, Los Rodríguez es aquel viaje por el sur de Francia, Manolo García es aquel verano increíble de primero de carrera, el solo de guitarra de Dire Straits es las fiestas del pueblo de mi padre, Adele es los últimos meses de felicidad en Granada, Ojos de Brujo son las noches de farra en el Cubitos, Manu Chao es final de etapa en Barcelona, Bocherini es época sin responsabilidades, Cold Play es primeros recuerdos en Granada, las jotas son mi Aragón querido, Shakira es aquel verano de cantante de orquesta, Triana son las noches flamencas de Granada, Mano Negra es un montón de brincos a las mil de la mañana al acabar una fiesta de la facultad… Creo que no tengo recuerdos importantes sin música. Desde aquí, un besazo a todos los que sois parte de mi banda sonora particular.

sábado, 8 de noviembre de 2008

UN INOLVIDABLE



Cerrar los ojos.
Sentir la musica.
Sobrecogerse ante la simplicidad.

Notar el avance,
desgarrador,
del escalofrío universal.

...

Encender el segundero.
Recomponer la cordura.
Guardar el estupor.
Archivar en la sección
inolvidable.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

INSTANTES DE PAPEL

Siempre me ha fascinado como se puede capturar en un segundo una imagen, y ver como nuestra percepción de ese pedazo de papel, varía con el tiempo. Muchas veces nos sorprendemos en el momento en que tomamos las instantánea, al percibir un resultado tan diferente del que tenemos en nuestra retina. En otras, en cambio, el cambio viene después, cuando años más tarde desempolvamos las fotos y nos damos cuenta de la mirada tan triste que teníamos en ese momento, echamos de menos cualquier acción rutinaria que nunca percibimos como demasiado especial o reparamos en la belleza de un rincón de una ciudad exprimida durante años.

Quizá estos cambios sean más acuciantes en las personas. Partiendo de la base de que somos incapaces de observarnos a nosotros mismos con los mismos ojos que nos ven los demás -los espejos nos invierten y las fotos nos fijan en el tiempo- tenemos que fiarnos de ellos para obtener idea aproximada. Sin embargo, casi siempre nos encontramos a personas totalmente diferentes a quienes somos hoy, física y mentalmente. Para esto último, basta echar un vistazo a nuestra biblioteca o nuestra discografía de hace diez años. Normalmente, hemos divergido apreciablemente. El maestro Arturo Pérez-Reverte lo describe brillantemente en este fragmento de La Reina del Sur

Tal vez, como ocurre en la mayor parte de las fotografías, la expresión era casual: un instante cualquiera, el azar fijado en la película. Pero cómo no aventurarse ahora, con la lección sabida, a interpretar. A menudo las imágenes y las situaciones y las fotos no lo son del todo hasta que llegan los acontecimientos posteriores; como si quedaran en suspenso, provisionales, para verse confirmadas o desmentidas más tarde. Nos hacemos fotos, no con objeto de recordar, sino para completarlas después con el resto de nuestras vidas. Por eso hay fotos que aciertan y fotos que no. Imágenes que el tiempo pone en su lugar, atribuyendo a unas su auténtico significado, y negando otras que se apagan solas, igual que si los colores se borraran con el tiempo.


Claro está, las circunstancias nos han ido modelando, amasando hacia otras direcciones… Por mucho que lo intentemos, nunca estaremos en una burbuja, y la menor brizna de aire, nos ha podido girar la veleta unos cuantos grados. Aún así, aunque no lo percibamos, llevamos una función acumulada de nuestras experiencias, y eso es lo que ayuda a que nuestros principios, nuestros valores, nuestras promesas no se desmigajen con los años…

Somos entes cambiantes en el tiempo, somos imprevisibles, indeterministas. Si no fuera así, tenemos suficientes puntos en nuestro pasado como para poder interpolar la función de nuestra vida. En este contexto, el arrepentimiento no existe, ya que la decisión que tomamos en aquel momento, la tomó la persona que éramos entonces, con las convicciones que teníamos entonces y que nos llevó a pensar que aquella decisión es la correcta. Por eso mismo, no existe el parasiempre, porque en este preciso instante, leyendo estas líneas, se te puede suceder algo que te lleve a tu propia antípoda…

domingo, 2 de noviembre de 2008

UN BRINDIS



Esta semana terminé mi curso de cata de vinos... No he aprendido mucho, la verdad, porque solo alcanzaba a intuir el vocabulario técnico. Sin embargo, ahora, todavía más, sigo teniendo la certeza de que uno de los mayores placeres de la vida, es tomarse un buen vino, con buena música, buena compañía y buena conversación. Todo de calidad.

Desde aquí, un besazo a todos aquellos con los que hemos arreglado el mundo, vapuleado las risas y soplado los llantos a golpe de vinitos infinitos. Os dejo un fragmento de uno de mis libros preferidos del maestro Benedetti: Vivir Adrede.

Un trago sirve para creer que la vida es sueño, o que el mundo se tambalea sin motivo. Sirve para imaginar que la realidad no nos humilla, precisamente en el momento en que la implacable nos está hundiendo. Sirve para envalentonarnos en los pasos previos al amor y en ciertos casos para ahuyentar al amor con el mal aliento.