Un hombre se propone la tarea de dibujar el mundo. A lo largo de los años, puebla un espacio de provincias, de reinos, de montañas, de bahías, de naves, de islas, de peces, de habitaciones, de instrumentos, de astros, de caballos y de personas. Poco antes de morir, descubre que ese paciente laberinto de líneas traza la imagen de su cara.
J.L Borges
Acabo de leer esta magnífica reflexión en el Blog de Ángeles Mastretta
Don de llanto
¿Por qué han llorado, a lo largo de la historia, en todas las culturas, todos los seres humanos? ¿Es llorar nuestro privilegio o nuestra debilidad? ¿Nuestra fortaleza o nuestro consuelo? ¿Quiénes han llorado más: los hombres o las mujeres? ¿Quién con más venia? ¿Quién con más donaire? ¿Quién por desamor? ¿Quién por derrota? ¿Quién como invocación? ¿Quién como un salmo? ¿Quién para acompañar la risa? Como las cascadas y los atardeceres, como la intrépida memoria, las lágrimas no piden explicación, se explican solas. Llorar es un don. No sé si un don que se pierde. Yo lo traigo medio desequilibrado, pero la suma de lo que va y viene, da paz.
Y me he sentido orgullosa de mis muchas lágrimas repartidas en tantos sitios... precisamente, por haber sentido mucho de todo. Resulta que a la vez, estaba escuchando esta maravilla de canción, con una letra impecablemente bella y así es como algo tan poco apetitoso como las lágrimas y las migas han alcanzado la perfección de delicatessen.
Adoro esa sensación en la que exprimes el tiempo todo lo posible y no te permites ni un segundo para recuperarte del cansancio. Es cierto, que a veces el agotamiento te hace desfallecer y necesitas un par de días de esos de levantarte tarde, leer en la cama y recuperar el sueño perdido. Sin embargo, el resto del tiempo…. ¿Qué mejor que gastarlo en viajar, vivir, salir, vibrar?
Junto con dos de las personas que más quiero, amigas antiguas y esenciales en mi vida. Patricia y Jara –un besazo ya desde aquí-, hemos fundido diez días en un auténtico maratón. Un besazo también para Jose que se nos unió en la última parte. En diez días, hemos tenido Naturaleza: parques naturales de Yosemite –en California, donde tuvimos los osos muy cerquita pero al final no vinieron a saludar- y el Gran Cañón -en Arizona-, una de los paisajes más desgarradores que hayáis visto. Como ya he comentado alguna vez, en este país todo es a lo grande..
También tuvimos urbanismo: Las Vegas –ciudad horrorosa, todo un decorado de teatro, alumbrada a la luz de las tragaperras y habitada con actores ludópatas de todo el mundo- y San Francisco, ciudad vibrante y llena de vida donde las haya. Como todo hay que probarlo en esta vida, jugamos unas partiditas al Black Jack –el siete y medio de toda la vida- y no se nos dio muy mal...
Y finalmente, por supuesto…. ¡¡También tuvimos el concierto del año!! De nuevo fuimos a ver a los U2 –que digan lo que digan, no conozco un grupo capaz de hacer semejante conjunción de música y letras, engalanada en ocasiones con intentos de cambiar el mundo-. Tras mi tercer concierto de ellos he deducido que tienen al menos dos propiedades: la primera es que 2 horas y media de conciertos sin parar de dar brincos, pasan como 5 minutos, aunque luego las agujetas duran 4 días y la segunda es que ir a sus conciertos es siempre como ir a dos, porque los teloneros son siempre excelentes, en este caso fueron los Eyed Bleak Peas, buenísimos. Contamos también con la ventaja de que aquí los estadounidenses en general, no sen mueven mucho en los conciertos, ¡así que toda la pista fue nuestra! ¿La desventaja? Que en cuanto acabó todo el mundo voló a sus casas -o a sus casinos, a saber- y no encontramos esa fiesta para seguir pegando alaridos...
El caso es que ya se acabó, el tiempo ha volado, y ya hemos vuelto a la realidad…. Pero desde luego, la mente relajada, el cuerpo exhausto y en la mochila un montón de experiencias más. Viajar no solo es el remedio de muchos males, sino que es el elixir de la ilusión, la energía y la juventud.
Y así el deber, lo moral, lo inmoral y lo amoral, la justicia, la caridad, lo europeo y lo americano, el día y la noche, las esposas, las novias y las amigas, el ejército y la banca, la bandera y el oro yanqui o moscovita, el arte abstracto y la batalla de Caseros pasaban a ser como dientes o pelos, algo aceptado y fatalmente incorporado, algo que no se vive ni se analiza porque es así y nos integra, completa y robustece.
Llevamos aquí un par de días con un tormentón de cuidado… -Si… Ya se que esto es California, pero es como en España, que también llueve, o en Huesca, que los osos no van por la calle-. El caso es que esta vez ha sido fuertecilla… porque provenía de los restos de un tifón –taifun en inglés, me encanta esa pronunciación- . Y yo creo que en esto ha tenido algo que ver con el hecho de que esta mañana me he despertado con la ducha y el váter inundados… Por supuesto, todas las calles están hechas un asco, y ésta, que es la ciudad de las bicis de USA por excelencia, se ha convertido en un caos, una versión light de un Ensayo sobre la Ceguera.
El caso es que aquí estoy esperando que venga el fontanero –porque eso sí, el casero es un señor encantador, con barba blanca y un peto a lo Mario Bros y enseguida me ha tranquilizado y me ha dado el teléfono del plumber – y ya está en camino… Ahora, ya me se un montón de vocabulario nuevo en inglés. Mientras tanto, me he acordado de que una mañana o Tarde de Perros… puede resultar tronchante. Sino mirad esto. A ver si le reconocéis… ¡¡Attica!! ¡¡Attica!!
La que murió de su vestido azul está cantando. Canta imbuida de muerte al sol de su ebriedad. Adentro de su canción hay un vestido azul, hay un caballo blanco, hay un corazón verde tatuado con los ecos de los latidos de su corazón muerto. Expuesta a todas las perdiciones, ella canta junto a una niña extraviada que es ella: su amuleto de la buena suerte. Y a pesar de la niebla verde en los labios y del frío gris en los ojos, su voz corroe la distancia que se abre entre la sed y la mano que busca el vaso. Ella canta.
Estoy haciendo un puzzle. La verdad es que el dibujo es lo de menos. En este caso se trata de un cuadro de Thomas Kinkade, Cobblestone Village, un paisaje con unas casas, bastante cielo y muchos árboles, flores de todo tipo y arbustos. Hacía un porrón de años que no hacía uno y lo cierto, es que no recordaba esa sensación eufórica que se experimenta durante todo el proceso.
No hay nada mejor que un rompecabezas para evadirte de tus pensamientos y concentrarte en donde demonios estará la pieza al final del dichoso tronco. No sólo eso, el mero hecho de encajar una pieza produce tal alegría, que te sientes como si te acabaran de dar el Nobel por tu mayor acierto. Probadlo si no me creéis.
Además, más allá del hecho físico de completar una obra -por pequeña que sea- los puzzles tienen enseñanzas muy valiosas. Por ejemplo, se aprende que las apariencias engañan y mucho, ya que una pieza que aparentemente tiene un color o forma muy similar al conjunto, no tiene porqué encajar y puede situarse en la antípoda del puzzle. De hecho, como corolario se desprende que cuando se fuerza demasiado dos fichas- o una situación- generalmente es porque no deben ir juntas.
También te instruyen sobre la perspectiva: Si te encuentras ofuscada en una parte que no sabes como solucionar, es mejor dejarlo por un tiempo, o irse a otra parte que te pueda beneficiar luego. Asimismo, asimilas que cualquier problema es siempre mejor empezarlo por lo fácil –los bordes y objetos únicos y definidos, en este caso- y acabar por los difíciles, cuando tu conocimiento del resto es mayor.
Y por supuesto, aprendes que, en los puzzles, como en la vida, cualquier problema, por complicado o inverosímil que sea –o por mucho que pienses que la pieza ideal no existe- siempre está ahí. Siempre tienen solución.
Yo tenía la certeza de que, en ciertas ocasiones, lográbamos comunicarnos, pero en forma tan sutil, tan pasajera, tan tenua, que luego quedaba más desesperadamente solo que antes, con esa imprecisa insatisfacción que experimentamos al querer reconstruir ciertos amores de un sueño.
Sé que, de pronto, lográbamos algunos momentos de comunión. Y el estar juntos atenuaba la melancolía que siempre acompaña a esas sensaciones, seguramente causada por la esencial incomunicabilidad de esas fugaces bellezas.
El túnel. Ernesto Sabato
I got caught in the storm and carried away I got turned, turned around
I got caught in the storm that's what happened to me so i didn't call and you can't see me for a while
I was rising up hitting the ground and breaking, and breaking
I got caught in the storm things were flying around and doors were slamming, and windows weren't breaking and I couldn't hear what you were saying and I couldn't hear what you were saying I couldn't hear what you were saying
I was rising up hitting the ground and breaking, and breaking
Como todo el mundo –mayor de 16 de años- sabe, el tiempo vuela, los días, semanas y meses se suceden con velocidades pasmosas y sin darnos cuenta, nos vemos pasando páginas del calendario como si cada segundo tuviera vida propia.
Aunque no lo parezca, hace un año, un día como hoy, dos de octubre, este blog abría sus puertas con un preámbulo sobre los orígenes de la palabra California, mi nueva tierra de acogida en aquellos entonces, que hoy ya está pasando a ser una vieja conocida.
Y lo creáis o no, hace 365 días, Tomaba el Timón y descubría un nuevo país, un nuevo trabajo, nuevas compañías y una nueva vida. Al mismo tiempo, llenaba mis bolsillos y empaquetaba demasiados momentos, sentimientos y personas especiales, geniales e impensables a nueve franja horarias de aquí.
Como consecuencia de estas 8760 horas transcurridas, han resultado estos 99 posts: una mezcla de alegrías, penas, recuerdos, experiencias, carcajadas y joyas, muchas joyas.
Gracias a todos los que habéis navegado conmigo. A los que ya estaban afiliados, a lo que se han atrevido con el Timón, a los que se subieron en marcha, a los que cambiaron el rumbo y a los náufragos que llegarán. Espero que lo hayáis disfrutado tanto como yo.
En estas páginas hay espacio para la reflexión, las bitácoras, los viajes estelares y los terrenales, las experiencias compartidas y todos aquellos instantes que hacen cada sitio, cada momento de nuestra vida, un lugar inolvidable. Bienvenid@.
We do not grow absolutely, chronologically. We grow sometimes in one dimension, and not in another; unevenly. We grow partially. We are relative. We are mature in one realm, childish in another. The past, present, and future mingle and pull us backward, forward, or fix us in the present. We are made up of layers, cells, constellations.
Anaïs Nin