Entre agujetas y músculos doloridos, me sonrío al recordar el pedazo concierto al que asistimos ayer. La noche prometía. Los teloneros Passion Pit, en contra de lo que esperaba, comenzaron poniendo ritmo y camelando a más de uno en una noche calurosísima.
Y finalmente, aunque se hicieron de rogar, aparecieron los Muse con un espectáculo alarmantemente apocalíptico. Los estadounidenses –que nos tienen acostumbrados a tener horchata en las venas, en cuanto a conciertos se refiere- sacaron su lado salvaje y el estadio de los Kings en Sacramento, se llenó de vida al palpitar cada una de las canciones. La verdad es que este grupo de canciones astronómicas, liderado por el genio y cerebro absoluto Matthew Bellamy, es calificable de lo que aquí se llama damn good. Pocas veces el mimo en la composición de la música y letra se traduce en directos tan espectaculares, lleno de fuerza, energía y futurismo. Desde aquí os recomiendo a todos os que os caiga cerca que vayáis de cabeza a uno de sus conciertos. Son oro reluciente. Os dejará sedientos.
Adiós
Hace 4 años