miércoles, 29 de septiembre de 2010

LOS MUSOS

Entre agujetas y músculos doloridos, me sonrío al recordar el pedazo concierto al que asistimos ayer. La noche prometía. Los teloneros Passion Pit, en contra de lo que esperaba, comenzaron poniendo ritmo y camelando a más de uno en una noche calurosísima.



Y finalmente, aunque se hicieron de rogar, aparecieron los Muse con un espectáculo alarmantemente apocalíptico. Los estadounidenses –que nos tienen acostumbrados a tener horchata en las venas, en cuanto a conciertos se refiere- sacaron su lado salvaje y el estadio de los Kings en Sacramento, se llenó de vida al palpitar cada una de las canciones. La verdad es que este grupo de canciones astronómicas, liderado por el genio y cerebro absoluto Matthew Bellamy, es calificable de lo que aquí se llama damn good. Pocas veces el mimo en la composición de la música y letra se traduce en directos tan espectaculares, lleno de fuerza, energía y futurismo. Desde aquí os recomiendo a todos os que os caiga cerca que vayáis de cabeza a uno de sus conciertos. Son oro reluciente. Os dejará sedientos.

sábado, 25 de septiembre de 2010

HASTA SIEMPRE

Hace pocos días se nos fue uno de los grandes. Alguien de los pocos que supo decir las cosas con el corazón, la música, las artes. Alguien que entendió los nacionalismos de la manera que yo los entiendo: querer a tu tierra, a tu gente, a tu cultura, a tus paisajes... donde querer siempre es algo positivo y que sólo puede mejorar el resto del mundo.



Ese hombre que supo ganarse el respeto de tanta gente, a fuerza de ser auténtico y seguir sus propios dictados, sin importar si encajaban en lo estándar. Simplemente, creyendo menos en la razón de la sociedad y más en si mismo. Alguien que nos dio muchas lecciones sin pretenderlo. Alguien que se emocionó al encontrarse una oscense por Granada.

Aquí te bailo mi pequeña despedida, Labordeta. Entalto Aragón y entalto la gente auténtica. La que nos prestaste en tantos bolos aquel verano. No se te olvida, aragonés ilustre.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

PLIEGE SPANISH-TEMPORAL

Pocas veces el tiempo se estira tanto como el mío en estas dos semanas…

Además de visitar dos de mis ciudades que ocupan casillas para ellas solas en mi vida, Huesca y Barcelona y repetidas veces la -para mí desconocida- Madrid, ha habido tiempo para dar multitud de abrazos de reconocimiento, ver amanecer varias veces en compañía de gente antigua e imprescindible o gente recién estrenada, saltarme noches de sueño porque yo lo valgo y quedarme dormida luego en cualquier medio de transporte o conveniente sillón, reírme a carcajadas al ritmo de pachanga ochentera, atiborrarme de pinchos de tortilla de patata, celebrar por todo lo alto que muchos de nosotros cumplimos tres décadas, recibir sorpresas en forma de cigüeñas, intercambiar algún beso furtivo en el Monopoly de Madrid, recibir y entregar regalos solemnes hechos con el calor de muchos años de amistad, desgañitarme durante horas con El pollo con una pata, sólo para arrancar risotadas tremendas a un cuquito precioso, cenar en un torreón del Casino oscense con claveles por doquier, sorprenderme con las casualidades que esperan en cada centímetro de nuestras vidas, sentirme agradablemente bien con mi trabajo, grabar en la retina la vista de Barcelona desde el Tibidabo, atreverme a decir lo que se pienso, encandilarme con la noche madrileña, comprarme un libro cualquiera y devorarlo en cuatro lacrimosas horas, recuperar un poquito la fe en la fidelidad humana, vibrar con las conversaciones, consejos y arrumacos de los que valen la pena, confirmar –aliviada- que mi teoría de las etapas crecientes parecen seguir funcionando.

Gracias a todos los que habéis pasado por mi vida estos días, física, mental o telefónicamente. Sois el mejor cargador de pilas que se puede tener. Se os quiere.

domingo, 5 de septiembre de 2010

CARRERILLA

Una cree hacerse cada vez más inmune a las distancias. Los días se precipitan a tal velocidad que no tienes ni idea cual era la imagen que aparecía en la mitad de los meses del calendario. Mientras no se tienen planes de visitar lugares queridos y lejanos, podemos llegar a crear un espejismo de cotidianidad y nos obligamos a exprimir cada preciso instante del oasis, porque no se sabe cuanto durará.

Sin embargo, cuando tienes en tus manos un billete para atravesar en tan solo unas horas un océano entero, testigo de piratas, navegantes, barcos titánicos, búsquedas de mundo nuevos, naufragios y mensajes en botellas; descubres con alegría, que estás a tan solo unas horas de abrazar a tu gente querida, a las calles cambiantes, al acento que todos llevamos dentro.


Entonces abrí el bolso de los viajes cortos y empecé a meter en él recuerdos al azar, objetos insignificantes pero entrañables, imágenes sintéticas de lo feliz, letras que juntándose narraban sufrimientos, últimos abrazos en la primera frontera, atardeceres sin ángelus y con tableteos, sonrisas que habían sido muecas y viceversa, desvanecimientos y corajes, en fin, una antología de la hojarasca que el viento de la costumbre no había conseguido borrar de la faz de la guerra.

Buzón del tiempo. Mario Benedetti