Sabéis que en muchas ocasiones tiendo a llevar mi pensamiento matemático a muchos aspectos de la vida ordinaria. Eso a veces es contraproducente porque –para bien o para mal- la vida no sigue un modelo matemáticamente perfecto –al menos no lo hemos descubierto hasta la fecha-.
Sin embargo, hay una herramienta que resulta extremadamente útil para enfrentarnos a hechos plagados de incertidumbres y que no sabemos muy bien como enfrentarnos: Los algoritmos vitales.
Estos algoritmos no son más que escribir un “Elige tu propia aventura” con todas las posibles páginas que pueden ocurrir en torno a este hecho y donde el guión lo marcas tú. En otras palabras, es estar preparada –o al menos tener un plan- para todas y cada una de las situaciones posibles que se pueden dar cuando te enfrentes a ese hecho. De esta forma, cuando el hecho en cuestión ocurra no será necesario tomar decisiones en ese instante con una mezcla de nervios, tensión y sentimientos variados, sino que estarán tomadas de antemano en un ambiente tranquilo, calmado y sin presión.
Muchos de vosotros diréis, es imposible predecir lo que puede pasar… Pues no, en un algoritmo es posible porque muchas de las opciones son: si pasa A, si no pasa A. Con lo cual no puede pasar algo que no sea A y no A, ¿no? Si os estoy armando un lío, la clave para saber si se ha hecho un buen algoritmo es, a hecho pasado ver si lo que ha sucedido sigue una de las ramas de tu algoritmo. Si no es así, es que no has pensado todas las opciones con detalle.
Otra crítica a esta herramienta sería ¿y para qué carajo quieres saber lo que ocurrirá? ¿no será mejor dejarse llevar? Bien, estoy de acuerdo que en ocasiones es más sano dejar que las circunstancias te lleven por donde quieras, pero existen situaciones más delicadas donde tú no quieres que se te maneje bajo circunstancias de un pensamiento poco claro y nervioso, ya que eres más susceptibles de cometer errores ¿no? Pues esos son los momentos donde el algoritmo vital es la más útil de las herramientas.
Es algo así como dejar de ponerse en manos absolutas del destino y utilizar lo aprendido sobre nosotros y el mundo para utilizarlo en nuestro favor. Si no lo creéis, probadlo. No tenéis absolutamente nada que perder.
Aunque a veces se nos pueda escapar alguna posibilidad ;)
ResponderEliminarManu: ¡Jaja! Si, menos mal que existen los revisores... :)
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