martes, 27 de octubre de 2015

VIAJE AL FUTURO



Creo que todos soñamos secretamente con dejar un pequeño legado a la humanidad en forma de una obra de arte, un trabajo, una casa, o algo por lo que se nos recuerde. Me emociona pasar ante la tumba de Cortázar, por ejemplo, en el cementerio de Montparnasse y verla atiborrada de mensajes de gente que lo ha conocido a través de sus páginas. O revisar aquel tremendo discurso de Steve Jobs en el que se nos recordaba que debíamos seguir nuestros sueños. O escuchar a Pau Casals interpretar el Cant dels Ocells con toda su alma inmortal. O admirar la vida y hazañas de científicos de renombre como Marie Curie. Ninguno de ellos está aquí en persona, pero aquello que hicieron fue tan extraordinario que su premio es un lugar en el Olimpo de los recuerdos, donde se les recordará durante una cuasi-eternidad.

El caso es que hace poco llegó a mis manos una de estas historias tremendamente emocionales que te hace derramar lágrimas a diestro y siniestro. Esta historia -que podéis encontrar aquí y si no os atrevéis con el inglés, aquí tenéis una versión traducida- versa sobre cómo un padre se las ingenió para traspasar las barreras del tiempo y el espacio. Es decir, sin pretensiones de acompañar a la humanidad sino a su hijo, se las ingenió para estar presente a pesar de ya no estarlo físicamente. Y lo hizo de una manera muy sencilla, escribió una serie de momentos, consejos, palabras de apoyo, y sabiduría en momentos de la vida que seguramente llegarían a su hijo. Porque al final, hay ciertas cosas que son universales.

Como todas las cosas simples, me pareció una idea genial. Sencilla y sin pretensiones. Fácil y directa. Escribir aquellas cosas que hemos aprendido de esta vida como legado para los que vendrán. Para que no se sientan solos, para que quizá aprendan antes de sus errores, para que no sufran o que para que no se tomen la vida tan en serio. Todo vale. Yo, en mi caso, pienso ejecutar mi propia versión de esta idea cuanto antes. En cualquier caso, lo peor que puede pasar es que al final no funcionen. Bueno, pues como dice mi padre: El no, ya lo tienes.

sábado, 24 de octubre de 2015

ALTO Y FUERTE

(Aquí una versión de esta canción en formato enigma)

Me levanto por la mañana, pienso que voy a verte y siento como un impulso de dar gracias. Pero después me despejo y me digo que no, que no ha sido la suerte, que más bien ha sido un atrevimiento, nuestro atrevimiento. Tú podrías haberte ido y te quedaste. Yo podría haberte ignorado e hice todo lo contrario. Todo esto es voluntario, mágicamente voluntario.

El viajero del siglo. Andrés Neuman

martes, 20 de octubre de 2015

MÁS SOBRE VALIENTES

Aprovechando que hace nada reivindicábamos el superponer de la sinceridad absoluta, ahí va un corto sorprendentemente relacionado sobre valientes y valientas.



Mi amigo Javier siempre decía: ¿De quien es el mundo? De los valientes. Pues eso.

domingo, 18 de octubre de 2015

EL PODER DE LA SINCERIDAD ABSOLUTA



Hoy he visto una película que me ha gustado mucho: Marguerite (para aquellos que no tengáis acceso a ella, aquí una sinopsis). Como no quiero contaros de qué va le película, sólo os diré que me ha gustado mucho el pensamiento de fondo que subyace en toda la historia: ¿cómo estar seguro que nuestra percepción de la realidad es la correcta? ¿Cómo saber que nuestros sentidos, nuestros amigos, los mensajes que percibimos no son si no una mala imitación de lo que realmente es?

Reflexionando sobre esto, creo que es porque nuestra sociedad está demasiado poco a la usanza de un superpoder al alcance de cualquier humano: la sinceridad absoluta. Es decir, plasmar con palabras lo que sentimos o lo que pensamos –siempre que no sea con intención de dañar, claro-. Abiertamente, sin tapujos, sin miedos.

Lo peor que puede pasar es que el receptor de nuestra sinceridad no acepte nuestra verdad. En ese caso, al menos estaremos tranquilos de haber hecho aquello que estaba en nuestra mano por una persona, por una relación, por una causa, por nuestra integridad moral. También, tendremos el conocimiento –cosa imposible sino se prueba antes- de la apertura de mente del beneficiario en cuestión.

Por el contrario, lo mejor que puede pasar, es que esa sinceridad atraiga nuevas sinceridades de vuelta. Y obtengamos amor, amistad o aprecio correspondido –cosa que probablemente no se hubiera dado nunca si no hubiéramos ejercido este superpoder-, cambios beneficiosos en la conducta o, placeres absolutos al saber que, hemos ayudado a que una pequeña proporción del mundo tenga una visión más nítida, menos turbia de la realidad.

Desde aquí os prescribo a todos, una cucharada sopera de sinceridad absoluta mínima al día. No lo lamentaréis.

miércoles, 14 de octubre de 2015

LA REALIDAD DESENFOCADA

A veces lo sesgada que puede estar nuestra visión del mundo me deja estupefacta. Como demostración apabullante, intentad solucionar este enigma y, luego seguid leyendo.



En efecto, ¿cómo no darse cuenta de que la farsante era la dama de las petunias, no? Y bien… El hecho de estar tan pendiente a captar algún signo que delate al culpable en alguno de los tres personajes, nos hace olvidar completamente el resto del paisaje. ¿No es eso impresionante? Un ejercicio similar, lo comentamos también hace tiempo por estos lares.

Lo cierto es, que a su vez, esta capacidad nuestra de abstraernos del entorno me causa bastante inseguridad… ¿Cuántas cosas importantes nos estamos perdiendo a cada minuto prestando atención en otras que, quizá no lo son tanto? ¿Cómo saber a qué prestarle atención, a qué debemos darle prioridad?

Me imagino que estas preguntas son, casi con toda seguridad, incapaces de contestarse a priori. Quizá sólo a posteriori, y con ayuda de otros puntos de mira completamente diferentes –difíciles de encontrar en personas que tienen una evolución parecida a la nuestra- podemos llegar a ser conscientes.

Así que, en resumidas cuentas, este experimento concluye con una alegato a la humildad para aceptar, que uno mismo no es capaz de observar toda la realidad y lo que es más, la parte más interesante de ésta. Mantened los ojos abiertos.

domingo, 11 de octubre de 2015

LA CEREMONIA DEL VIVIR


En la cima de la alegría he declarado acerca de una música jamás oída. ¿Y qué? Ojalá pudiera vivir solamente en éxtasis, haciendo el cuerpo del poema con mi cuerpo, rescatando cada frase con mis días y mis semanas, infundiéndole al poema mi soplo a medida que cada letra de cada palabra haya sido sacrificada en las ceremonias del vivir.

El deseo de la palabra, Alejandra Pizarnik

martes, 6 de octubre de 2015

UN PATIO DE VECINOS


Todos sabemos que no hemos escogido el lugar donde nacer, ni nuestros genes, ni nuestra época, ni nuestro sexo, ni incluso, nuestro carácter –cuanto más observo a mis sobrinos, más convencida estoy de esto último-. En cualquier caso, eso implica que tampoco hemos escogido a nuestros vecinos geográficos y de eso, me di cuenta hace bien poco, por evidente que parezca.

El caso es que en España –sobre todo los que somos del norte- siempre nos pareció de lo más natural encontrarnos por el pueblo a un francés que había venido a comprar tabaco y, de paso, se había dado una vuelta. O, ir a comprar queso al otro lado de los Pirineos. O, -sobre todo los que son del oeste-, ir a comprar toallas y albornoces a Portugal. Es decir, de una manera u otra, siempre hemos tenido la presencia de nuestros países vecinos muy presente y como tal, eso nos ha generado una relación muy diferente que con la que puede ser con Alemania por ejemplo.

Sin embargo, el otro día en Suecia, me di cuenta que sus referencias vecinales con completamente diferentes. Los suecos se pueden ir a pasar el fin de semana perfectamente a Finlandia, Dinamarca o Noruega y, si tienen un puente largo, quizá se acerquen hasta Rusia: Madre mía, ¡Rusia! Pero si eso está allá donde Cristo perdió el mechero –pensaremos más de uno-.

O, el caso de los países centroeuropeos y pequeñitos como Suiza. Suiza está rodeado de Italia, Francia, Alemania, Austria y Liechtenstein, este último de esos países que sabes que existen porque un día lo estudiamos como uno de los países diminutos. Y ahora resulta que si eres suizo, lo mismo te das un garbeo a comer fabada allí, que la hacen muy buena. El caso contrario se da en casos como Irlanda -ya de Islandia ni hablamos- que sólo tienen como vecino a su eterno enemigo, Inglaterra. O países como EEUU donde muchos piensan que todo aquel que hable español debe ser de México.

Por otro lado, no he mirado estadística pero pongo la mano en el fuego a que un mínimo del 90% de españoles no saben situar Eslovenia y Eslovaquia geográficamente. Sin embargo, si eres italiano -y más aún del norte- estarás acostumbrado a ver el cartel de "Eslovenia 100 km" y no tendrás ninguna duda al respecto.

En fin, me resultó ciertamente curioso comprobar –una vez más, de hecho- que el punto de vista del observador influye tremendamente en su percepción. No se qué hubiera sido de nosotros sin en la Pangea nos hubiera tocado en otro sitio –no puedo dejar de recordar ese puzzle de Europa que junté infinitas veces cuando era pequeña-. ¿Dejaríamos de llamar gabachos a los franceses? ¿Seríamos grandes amantes de la Oktober Fest? ¿Cocinaríamos el gazpacho como la musaka? Nunca lo sabremos, pero tampoco está de más ser consciente de nuestro marcado carácter geográfico.

sábado, 3 de octubre de 2015

LA PRE-ADOLESCENCIA


Vaya por Dios, cómo pasa el tiempo… Resulta, que así, sin comerlo ni beberlo, nos hemos plantado en el séptimo cumpleaños de este blog. Qué barbaridad, si parecía ayer que me decidía entre los diferentes formatos en un apartamento enorme y destartalado de Davis, en California y ya han pasado siete añazos.

Siete años y 643 posts en sitios diferentes –al menos este blog ha vivido tres culturas diferentes: la estadounidense, española y francesa-, millones de experiencias, recuerdos, conciertos, visitas, reencuentros, amores, reflexiones, momentos de felicidad absoluta y nacimiento de tres sobrinos maravillosos. Además, este blog me ha descubierto una pequeña parte del universo al que no hubiera llegado de otra manera y me ha permitido conocer una faceta diferente de la gente conocida. Por otro lado, no lo negaré, ha habido momentos de tristeza y adioses definitivos. Pero eso, irremediablemente nos ha hecho más fuertes, más poderosos y probablemente, más sabios.

Así desde este adiós a la niñez bloguil, os mando un enorme gracias a todos aquellos que habéis discurrido –más o menos- y acompañado por estos pensamientos –absurdos o no-. Un abrazo a todos y nos vemos en proa.

Es en medio de aquellas llamas como me tenéis que recordar. Héctor, el derrotado: lo tenéis que recordar de pie, en la popa de aquella nave, rodeado por el fuego. Héctor, el muerto que por tres veces sería arrastrado por Aquiles alrededor de las murallas de su ciudad. A él tenéis que recordarlo vivo, y victorioso, y resplandeciente con sus armas de plata y de bronce. De una reina aprendí las palabras que ahora me han quedado y que quiero deciros a vosotros: acordaos de mí, acordaos de mí y olvidad mi destino.

Alessandro Baricco, Homero, Ilíada