Aquel día hace ya muchos años, mi profesora de solfeo, Zoe, nos contó algo tremendamente curioso sobre el mundo en que vivimos. Nos habló de lo maravilloso del rozamiento.
Éramos todos unos mocosos, pero aquello me impactó. En particular las razones que ella alegó. Por ejemplo, si ahora pudiéramos decir una palabra en un mundo ideal –o sin rozamiento- esa palabra iría y volvería por los confines de nuestras paredes, casas, planetas o Universos. Estaríamos condenados a escucharla una y otra vez, machaconamente, hasta odiarla, hasta volvernos locos… Y todo esto se montaría con una sola palabra, imaginaros entonces, con una frase, o con toda la humanidad diciendo una frase, o ya por exagerar, con toda la humanidad conversando. Nos volveríamos locos, o mataríamos por ser sordos o dejaríamos de hablar porque ya se habrían dicho todas las palabras.
Otro ejemplo, si estuviéramos en una de las playas de nuestro mundo de nuevo ideal –casi casi tan escalofriante como el más feliz de los de Huxley- y nos diera por chapotear ligeramente en el agua, crearíamos una ola continua que nunca jamás se disiparía, iría de costa a costa interminablemente… Idénticamente, imaginad todos los humanos haciendo lo mismo. O una tormenta. Probablemente, los mares quedarían inutilizados para siempre.
Y así podéis ir desgranando cualquier caso que os planteéis. Una a una, cualquier acción que realizáramos en el mundo sin rozamiento nos haría evolucionar hasta una locura comedida, hasta la neutralización de los sentidos o hacia el suicidio masivo.
Pareciendo un hecho tan trivial, con consecuencias tan perturbadoras, podría estar hablando de una novela de Saramago. Sin embargo, no es ficción, simplemente se trata de la alucinante capacidad que tiene el mundo para parar las cosas por si mismas. Afortunadamente, todo lo bueno –y lo malo- se acaba.
Junto al mundo que habitamos existe otro mundo paralelo. Hasta cierto punto es posible penetrar en él y regresar después sano y salvo. Si prestas la debida atención. Pero, a la que trasciendes cierto lugar, entonces ya es imposible el retorno. Pierdes el camino. Es el laberinto.
Kafka en la Orilla. Haruki Murakami
Adiós
Hace 4 años
Always see the bright side of life... un beso!
ResponderEliminarAnónimo/a:¡¡Eso siempre!! Y si encima lo dicen los Monthy Python, ¡más!
ResponderEliminarPero aún así, el rozamiento existe y ¡es maravilloso!