Un domingo de sol intenso, con tintes de fin de verano, con reminiscencias otoñales de esas un poco melancólicas, con desplazamientos de vida, de trastos y de almas encerradas en cajas por enésima vez… Una mezcla de trajín, cansancio, satisfacción y marejada por una corriente que no podemos controlar.
Por eso, una historia de mar, de corrientes, de barcos, de príncipes, princesas, de naufragios cerca de acantilados… coronado por un gran festival en Bagdad que es la Suite de Sherezade del gran Rimski Korsakov adereza perfectamente este instante. Recomendación: cerrad los ojos y dejar fluir la música por vuestro interior.
La música que arropaba misteriosamente todo cuanto hacíamos o decíamos. Fue entonces cuando intuí que todos nuestros movimientos, incluso los sentimientos, se producían mágicamente dentro de alguna sinfonía. Esa que luego, a retazos, reconocemos con los años, de donde brotan la añoranza o la memoria.
Ana María Matute. Paraíso inhabitado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario