(Un abrazo desde aquí a Manu por el descubrimiento de este vídeo)
En estos días en que no hace mucho venimos de atiborrarnos de comilonas, pasteles, turrones y demás cosas deliciosas –a la vez que saturantes-; una llega a Francia con la idea de ingerir alimentos de color verde y no ver azúcares durante una temporada y, ¿qué se encuentras?. Si, en efecto, el típico Roscón de Reyes (la Galette de Rois) que nosotros comemos el día 6 y punto, y en Francia es la estrella indiscutible en todos los reencuentros míticos con los amigos, los del grupo de trabajo, los de la institución, etc. Y la Galette sólo desaparece de nuestra vista el 31 de Enero. Esto sí que es extender unas navidades y lo demás tonterías.
En relación con el aspecto nutricional y comensal, un elemento de observación curioso y que adoro de los franceses es el tiempo invertido en diseñar las comidas –no necesariamente en fiestas navideñas-. Cuando una prepara una comida para franceses, hay que pensar en qué hacer como aperitivo –algo que vaya con el plato principal- y acompañarlo de un vino acorde –también puede ser champagne-; después se piensa el plato principal con otro vino adecuado y finalmente, el postre viene acompañado de otro vino diferente –éste puede ser preferiblemente dulce o champagne- y variedad de cafés. Al final toda la comida viene a ser una típica comida española de tres platos y postre, pero el hecho de que tengan unas reglas marcadas para cada parte y consideren un preámbulo y una conclusión, me parece muy elocuente; casi, como interpretar una obra de teatro.
Otra extensión temporal algo exagerada que tienen los franceses es que, oficialmente – y no me lo invento- tienen tiempo para desear año nuevo –lo que viene a ser enviar les Voeux de nouveau année- hasta el 31 de Enero también. Esta idea es muy práctica y divertida –aunque algo desconcertante-, y permite felicitar sin prisa, con calma pensar bien cuales son los deseos que quieres para la otra persona. Sin embargo, lo que más me fascina de esta felicitación es la formalidad y la extremada educación –al menos a un nivel más profesional-. El otro día, haciendo los papeleos de mi nuevo trabajo, estuve con secretarios varios que se llamaban entre ellos para pedirse información. Lo que más me sorprendió es que cada vez que se llamaban escuchaba aquello de “Buenos días, para comenzar, déjeme presentarle mis mejores deseos para este año nuevo, que sea un año lleno de éxito y logros profesionales”, a lo que la otra persona respondía una retahíla del mismo estilo y ya después, empezaba el papeleo. ¿Bonito ritual, no?
En fin, que adoro ver como funciona el mundo en otra parte diferente al que conocemos para adoptar luego las costumbres que nos gustan a nuestro mundo particular. Si en E.E.U.U. la diferencias eran realmente abismales; en Francia son mucho más sutiles, son más bien variaciones o dialectos de las nuestras. Todos nos podemos reconocer en muchas de sus consignas y por tanto, reconocernos un país que está muy cerca de nosotros –no sólo geográficamente-.
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