Que viva la gente que no se toma la vida demasiado en serio,
que vivan aquellos que hacen locuras,
que vivan los que nunca les podrán quitar lo bailado,
que vivan las risas que provocan dolor de estómago,
que vivan los caprichos, las niñerías y las corazonadas.
Que viva el amor, el humor y la simplicidad de mente,
que viva el tiempo perdido en una buena conversación o un paseo memorable,
que viva el Sol, la luz y la alegría,
que viva la salud y la sonrisa,
que viva la poesía, el arte y lo auténtico,
que viva la música.
Que vivan las ganas de hacer de todo,
que vivan los grandes amigos, las cartas y los reencuentros,
que vivan los padres, los amantes y los pequeñuelos,
que viva la incertidumbre y la posibilidad de echar la vista atrás
que vivan las vidas que dan grandes rodeos,
que vivan los caminos entrecruzados y las ostias-aprendizaje
que vivan las cicatrices, las arrugas y los nervios primerizos.
Que viva la esperanza, esa copa y esos kilos de más,
que viva el orgullo de sabernos vivos,
que vivan la enorme cantidad de elementos que nos hacen estar vivos.
Que vivan.
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