miércoles, 27 de octubre de 2010

BONITA

Os dejo este pedazo poema de Katie Makkai recitado por ella misma. Debajo tenéis la transcripción. Siento no traducirlo, pero no soy digna de traducir poesía. Espero que podáis entenderlo. Al menos, un significado general. Lo que si que voy a traducir es el último párrafo:

Esto es sobre mi propia futura hija. Cuando se me acerque, ya aguijoneada por la inseguridad, suplicando "Mamá, ¿seré bonita? ¿seré bonita? ¿seré bonita?", "Limpiaré esa pregunta de tu boca como un pintalabios barato y contestare: NO. La palabra bonita no es digna de todo lo que serás, y ningún hijo mío estará contenido en cinco letras. Serás bastante* inteligente, creativa, increíble, pero nunca serás simplemente bonita.

Claro y alto. La belleza por si sola no representa absolutamente nada.

* Juego de palabras. Bastante en inglés es pretty.



When I was just a little girl, I asked my mother “What will I be? Will I be pretty? ” Will I be pretty? Will I be pretty? What comes next? Oh right, will I be rich which is almost pretty depending on where you shop. And the pretty question infects from conception passing blood and breath into cells. The word hangs from our mothers’ hearts in a shrill of fluorescent floodlight of worry.

“Will I be wanted? Worthy? Pretty? But puberty left me this funhouse mirror dry add: teeth set at science fiction angles, crooked nose, face donkey-long, and pox-marked where the hormones went finger-painting my poor mother.

“How could this happen? You’ll have porcelain skin as soon as we can see a dermatologist.” “You sucked your thumb. That’s why your teeth look like that! ” “You were hit in the face with a Frisbee when you were six, otherwise your nose would have been just fine! ”

Don’t worry; we will get it all fixed she would say, grasping my face, twisting it this way and that as if it were a cabbage she might buy. But, this is not about her. Not her fault she, too, was raised to believe the greatest asset she could bestow upon her awkward little girl was a marketable facade.

By sixteen, I was pickled by ointments, medications, peroxides. Teeth corralled into steel prongs, lying in a hospital bed. Face packed with gauze, cushioning the brand new nose the surgeon had carved.

Belly gorged on two pints of my own blood I had swallowed under anesthesia, and every convulsive twist, like my body screaming at me from the inside out “What did you let them do to you? ” All the while, this never ending chorus groaning on and on like the IV needle dripping liquid beauty into my blood. “Will I be pretty? ” Will I be pretty like my mother, unwrapping the gift wrap to reveal the bouquet of daughter her $10,000 bought her? Pretty? Pretty.

And now I have not seen my own face in ten years. I have not seen my own face in ten years, but this is not about me! This is about the self-mutilating circus we have painted ourselves clowns in. About women who will prowl thirty stores in six malls to find the right cocktail dress, but haven’t a clue where to find fulfillment or how to wear joy, wandering through life shackled to a shopping bag, beneath those two pretty syllables.

About men wallowing on barstools, drearily practicing attraction and everyone who will drift home tonight crestfallen because not enough strangers found you suitably fuckable.

This, this is about my own some-day daughter. When you approach me, already stung-stayed with insecurity, begging, “Mom, will I be pretty? Will I be pretty? , ” I will wipe that question from your mouth like cheap lipstick and answer no.

The word pretty is unworthy of everything you will be, and no child of mine will be contained in five letters. You will be pretty intelligent, pretty creative, pretty amazing, but you will never be merely “pretty.”

Katie Makkai

lunes, 25 de octubre de 2010

EL PODER DE LA EXPOSICIÓN

Hace un par de días aprendí –o recordé- algo: un nuevo super poder. A la altura del del canto, hostia o soplo. El poder de la exposición.

El caso es que cuando algo te da miedo, o lo vas dejando pasar porque no te ves capaz, eres tú la única persona que pierde. Porque vives esquivando algo, porque no eres completamente libre.

Sin embargo, el día en que te plantas con tus ovarios y decides que de hoy no pasa, descubres que exponerte a lo que te puede zarandear es algo completamente saludable. Te hace crecer, aprender. Te hace quitarte un miedo absurdo que se ha ido asentando calladamente en tu interior al evitar nombrar el asunto. Y lo que es más importante, acabas recibiendo una gran cantidad de recomendaciones, consejos, alabanzas… que se convierten en un gran motor de energía.

Probablemente nadie recordará más de dos minutos lo terriblemente mal que puedes hacerlo –en el peor de los casos- a cambio, usaremos todo lo valioso que la exposición directa nos reporte durante mucho tiempo.

¡Desnudémonos todos!. ¡Desterremos la vergüenza!.

Si esconde usted su ignorancia, nadie le atacará y nunca llegará a aprender.

Ray Bradbury. Fahrenheit 451

jueves, 21 de octubre de 2010

SENTIDOS

Una de las miles de pequeñas cosas que adoro hacer es sentarme en el coche, poner el disco de Turn On The Bright Lights y escuchar los primeros acordes de Untitled mientras giro la llave del motor.



Es una canción terriblemente sencilla, pero tremendamente complicada. En mí, produce una sensación de serenidad gigantesca. Me da ganas de cerrar los ojos y ondearme a un viento imaginario. Algo fantástico, que sólo gente a la altura de los magos de Interpol pueden lograr: condesar multitud de minutos en una sensación de eternidad mientras Paul te susurra que la sorpresa, de vez en cuando, te rondará –morena-. (Surprise, sometimes, will come around).

Ese suspense nos lo regalaron hace un par de días en un concierto crudo y rugoso, a pesar de la acústica desmerecedora-. Los maestros del minimalismo, una vez más, menos es muchísimo.

lunes, 18 de octubre de 2010

NATURALMENTE

Hace un año, la vida me regaló un fin de semana estupendo en Yosemite rodeada de dos de las personas que más quiero en este mundo. 365 días después, vuelvo a sumergirme de cabeza en la naturaleza absoluta también en compañía de otro de mis amigos pilares de hace muchos años.

No ha parado de llover infinitud de minutos preciosos, llenos de conversaciones, proyectos, risas, amarillos, palabras, discusiones, arte, millas, paisajes y conocimiento… todo con un aroma de cuerdas y leña. Desde las escarpadas paredes del Capitán de Yosemite –incluyendo un amago de escalada- hasta la contemplación de una tormenta perfecta de color rojo acercándose por sierra nevada, mientras contemplábamos ensimismados la quietud insolente del Mono Lake antiguo, único, impresionante –lleno de tufas y paisajes selenitas-.

Un marco inigualable en que pasar unos días con la gente que quieres y admiras. Descubrir donde nos encontramos, reconocernos y regocijarnos con ello.

No nos damos cuenta, de lo maravilloso que es poderle preguntar a alguien: ¿Te acuerdas?, y notar que sí, que se acuerda. Los recuerdos cultivados a solas forman una madeja embarullada por dentro, enganchada entre pinchos, llegas a no diferenciar lo que te pasó de otros jirones descabalados procedentes de escenas callejeras o del cine; pero lo pero es que, de tanto moverte en esa maraña, el ayer te vampiriza, te enrarece el aire y te tapa la luz del día en que estás viviendo. Es difícil salirse del tumor del pasado dejando indemne el tejido del presente, tan delicado y frágil como un pétalo.

Nubosidad Variable. Carmen Martín Gaite

jueves, 14 de octubre de 2010

SEIS CUERDAS

¿Os acordáis de que aquellos cursos de Planeta Agostini que acostumbraban a anunciarse sobre el mes de septiembre –cuando todo el mundo tiene ganas de aprender cosas- para hacerte un virtuoso del alemán, la calceta, la reconstrucción de casitas de muñecas con la mano izquierda o tocar los platillos con la nariz por un precio irrisorio?

Pues bien, aquí, en Davis, tenemos algo parecido en versión sofisticado, se llama Colegio Experimental y efectivamente, ahí es donde he aprendido desde funky a esgrima, entre otros… Y como siempre que llega un nuevo cuatrimestre y aparece el nuevo catálogo, recorro ansiosa las páginas en busca de una nueva actividad con la que llenar mi currículum de pequeños proyectos a intentar.



El caso es que por fin, este cuatrimestre, después de años de mirar embobada como a mi alrededor la gente acariciaba –en algunos casos- o aporreaba –en otros- la guitarra, pero eso sí, con mucho salero, y tras un enorme auto esfuerzo para aprender a dar los tres acordes medianamente afinados que necesitas para tocar el 90% de las canciones del siglo XX, -a saber, do, fa y sol- sin racionalizar nada, he decidido cargarme esas seis cuerdas al hombro y perfeccionar esos rasguños.

Ayer comenzamos con Pete, nuestro profe sacado directamente del San Francisco hippie de los 60, y arrancamos algún sonido que pretendía tener carácter blues. Lo cierto es que el hecho de que las notas se llamen -como las calles- como el alfabeto, es un fastidio, pero la cosa promete.

Quedaros con este momento, quizá estéis teniendo constancia ahora mismo del nacimiento de una nueva leyenda del rock and roll… O no.

domingo, 10 de octubre de 2010

SINCERIDAD ABSOLUTA

Supongo que a todos nos ha pasado de estar alguna vez a punto de hacer algo y tras haber dudado infinito, nos hemos quedado congelados mientras el momento se esfumaba…



En mi caso, hace tiempo que decidí que no. Que ya valía. Que tenía poco que perder y mucho que ganar. Que lo peor que podía pasar es que recibiera un No, lo siento. Que al final, cualquier decisión de este tipo –amor, trabajo, amistad…- se traduce en honestidad con las personas. Que no hay nada de que arrepentirse excepto de no intentarlo.

La verdad es que el resultado es siempre positivo, cuando no apabullante y tremendamente poderoso. Cada vez que lo hago –sea cual sea el resultado-, me siento muy a gusto conmigo misma: la respuesta siempre viene con forma de sinceridad retornada –insisto, sea del color que sea- y respeto por decir lo que se piensa, por ser valiente, por utilizar los cuatro días que estamos por aquí.

Decir lo que sentimos, sentir lo que decimos, concordar las palabras con la vida.

Lucio Séneca

sábado, 2 de octubre de 2010

VELA-DOS

Parece mentira, si, lo se, parece mentira. El tiempo es algo muy raro. Cuando te dicen que tienes un contrato de dos años para vivir en Estados Unidos, te pones las manos en la cabeza pensando ese enorme número de segundos que queda por transcurrir… Y sin embargo, te despiertas un día, miras el calendario y te das cuenta que hoy Timonera cumple esos dos añitos –que comenzaban en California-, y que celebrábamos a golpe de primer cumpleaños hace efímeros días…



Hoy empezamos el tercer año de andadura con 186 post a nuestras espaldas a ritmo de chan-chan. Bienvenidos al Huracán Ambulante –que diría Bunbury- que va a ser este tercer año. Cuando abrimos las puertas, no imaginaba que íbamos a disfrutar tantas vivencias con forma de alegría, tanto arte, tanta palabra debatida, tanta sonrisa, tanta energía. Contabilizando así el tiempo transcurrido, si que me salen las cuentas.

Muchos de vosotros ya estabais desde el principio, a otros os conocí gratamente por el camino y otros tantos, acabáis de llegar, como quien dice. Muchas gracias a todos por vuestras visitas con o sin ramos de flores. Espero que todos, tengáis una sugerencia que leer, escuchar, pensar o simplemente algo para sonreír después de pasaros por aquí. Por mi parte, dispongo de un gran baúl de retazos luminosos que poco a poco van dibujando mi vida por aquí. Y me encanta que pese tanto.

Habían pasado meses, pero yo sentía que habían sido años. Viajar prolonga tu vida, la llena de rostros y paisajes, de cantos de otras voces y de horizontes que ignorabas. Se derrumban tus viejas ideas y nacen otras nuevas.

Vagabundo en África. Javier Reverte