viernes, 31 de diciembre de 2010

NUEVO Y BUENO

A través del cristal de mi lupa, finalizo mi balance de final del año 2010, al que le quedan unos últimos coletazos.

Este año, no sólo me ha descubierto -a golpe de hostia algunos, a golpe de luz otros- gente maravillosa que de otro modo no hubieran aterrizado por mi vida, sino que además me ha preservado intacta las toneladas de amistad preciosa que año tras año reafirman mi vida como un lugar autentico y afortunado.

El 2010 también me ha reconciliado con lugares que parecían imposibles, y me ha presentado firmes candidatos a posibles parcelas en las que cobijarse para el futuro, en las que echar de menos todo un kit de lugares, gente, momentos.

Mucho más allá de crisis, tormentos y gente prescindible, este año ha recogido personas majestuosas e increíbles, surcos profundos, serenidades risueñas, alegrías innatas, habitaciones futuras y una cantidad inimaginable de fortunas alineadas.

Sólo espero que cada uno de vosotros, hayáis tenido tan sólo un ápice de todo lo bueno que he tenido yo. Un brindis por esa fortuna y por la que entra en breves instantes:

Feliz vida. Feliz año pasado y futuro. Feliz presente. Chin chin.

Estaba muy emocionada, es curioso, ahora estoy casi segura de que la emoción desplazó a otros muchos sentimientos que ni siquiera llegaron a brotar en mi interior, como si hubieran muerto de asfixia antes de nacer, deseo, incertidumbre, lujuria, complicidad, cariño, admiración o autocomplacencia, nada de eso encontré en mí, sólo emoción, la promesa de un triunfo equívoco, una llave que parecía encajar exactamente en el cerrojo de esa puerta por la que se fuga el tiempo, mi tiempo.

Atlas de Geografía Humana. Almudena Grandes

martes, 28 de diciembre de 2010

ARMONIOSOS



Como ya predije, nos encontramos en medio del tremendo maratón propio de todas las festividades, en el que saltamos de café en café con gente increíble, a través de charlas, experiencias vividas y millones de descubrimientos en este año que, a pesar de los callos, se ha revelado repleto de conocimiento, proyectos, arte, coherencia y una paz inmensa al reconocernos en quienes somos.

Sólo una persona tan afortunada como yo puede disfrutar este amasijo diverso de personas auténticas y definitivas en su vida. Gente con la que nos entendemos al milímetro, sin necesidad de explicaciones previas, gente con la que compartimos el regocijo sincero y el sabernos crecientes mientras palmoteamos de alegría. Gente con la que somos felices, con la que nos reconocemos. Gente con la que diseñamos vidas exigentes, llenas de poesía y armonía. Qué guapos salimos en el vídeo.

martes, 21 de diciembre de 2010

jueves, 16 de diciembre de 2010

MARATÓN

Empezamos la travesía: me esperan unas veinte horas por delante de arrastrar maletones, charletas, lectura, cabezadas, música, película número 1, paseos, tiendas de aeropuertos, película número 2, una persona encantadora en la butaca de al lado del avión con la que aprender algo nuevo, película número 3, nervios, reflexiones, pensamientos, cansancio infinito… Y al final incluso la Tierra se alía con nosotros para hacernos llegar un poco antes –no se si sabíais que el hecho que los viajes sean más cortos hacia el este que hacia el oeste, es porque la Tierra se mueve en ese sentido, yo me enteré hace poquísimo-…

El caso es que al final del maratón, nos aguarda gente antigua y conocida, abrazos que saben a dados –pero no importa en absoluto-, risas, cantos, charlas, descanso, juegos, desenfreno… En definitiva, tanta gente que llevan tanto tiempo en tu lista de imprescindibles, que al reencontrarnos hasta llega a hacer daño el calor hirviente del abrazo. Tanta y tanta gente esencial en tan poco espacio. Unas vacaciones extensas pero inmensamente cortas. Nos vemos en la meta.

El exilio, cualquier exilio, es el comienzo de otra historia. Es dolor y a la vez descubrimiento. Uno siente nostalgia de esquinas y arboledas, de lagos y viñedos. Las paredes son otras, el suelo verde es otro. El cielo sin Vía Láctea está vacío. Uno acomoda la conciencia en la mochila y aprende del escándalo imprevisto y del sosiego huraño. Los rostros más constantes oscilan entre la furia y la sonrisa. Las profecías se hacen polvo y el corazón se va de vacaciones.

Mario Benedetti. Vivir adrede.

martes, 14 de diciembre de 2010

A CONTRACUERPO

Es increíble lo extremadamente bien hechos que estamos. Nos miren por donde nos miren. Observad cualquier parte de vuestro cuerpo, no lo penséis demasiado. Un nudillo, una ceja, el dedo meñique… Todo, absolutamente todo cumple una misión esencial e imprescindible en nuestro cuerpo. Todo funciona a la perfección en un mecanismo impoluto diseñado al milímetro.

¿Cuantas veces nos ha pasado de hacer un deporte nuevo y comenzar a sentir músculos donde no sabíamos que existían? ¿O en cuantas ocasiones, uno de estos perfectos mecanismos nos ha fallado y entonces nos hemos dado cuenta de toda la labor que desempeñaba silenciosamente? En mi caso, por curioso que parezca, hasta día de hoy no había valorado adecuadamente a mis músculos de la espalda. Desde aquí mi más profundo respeto.

Abracemos, usemos y recompensemos a nuestro cuerpo. Es un patrimonio personal único. Mimemos cada día cada uno de nuestros músculos, arterias, vértebras y falanges. Nunca sabemos cuando se pueden declarar en huelga y abandonar el hogar sin previo aviso.

domingo, 12 de diciembre de 2010

INTERNAMENTE



Silenciosa, la vida teje lienzos. Siento el rumor de los hilos creciendo telas de colores extraños; se acercan acontecimientos que no puedo más que intuir.

La mujer habitada. Gioconda Belli

jueves, 9 de diciembre de 2010

INTERMINABLE

Aquel día hace ya muchos años, mi profesora de solfeo, Zoe, nos contó algo tremendamente curioso sobre el mundo en que vivimos. Nos habló de lo maravilloso del rozamiento.

Éramos todos unos mocosos, pero aquello me impactó. En particular las razones que ella alegó. Por ejemplo, si ahora pudiéramos decir una palabra en un mundo ideal –o sin rozamiento- esa palabra iría y volvería por los confines de nuestras paredes, casas, planetas o Universos. Estaríamos condenados a escucharla una y otra vez, machaconamente, hasta odiarla, hasta volvernos locos… Y todo esto se montaría con una sola palabra, imaginaros entonces, con una frase, o con toda la humanidad diciendo una frase, o ya por exagerar, con toda la humanidad conversando. Nos volveríamos locos, o mataríamos por ser sordos o dejaríamos de hablar porque ya se habrían dicho todas las palabras.

Otro ejemplo, si estuviéramos en una de las playas de nuestro mundo de nuevo ideal –casi casi tan escalofriante como el más feliz de los de Huxley- y nos diera por chapotear ligeramente en el agua, crearíamos una ola continua que nunca jamás se disiparía, iría de costa a costa interminablemente… Idénticamente, imaginad todos los humanos haciendo lo mismo. O una tormenta. Probablemente, los mares quedarían inutilizados para siempre.

Y así podéis ir desgranando cualquier caso que os planteéis. Una a una, cualquier acción que realizáramos en el mundo sin rozamiento nos haría evolucionar hasta una locura comedida, hasta la neutralización de los sentidos o hacia el suicidio masivo.

Pareciendo un hecho tan trivial, con consecuencias tan perturbadoras, podría estar hablando de una novela de Saramago. Sin embargo, no es ficción, simplemente se trata de la alucinante capacidad que tiene el mundo para parar las cosas por si mismas. Afortunadamente, todo lo bueno –y lo malo- se acaba.

Junto al mundo que habitamos existe otro mundo paralelo. Hasta cierto punto es posible penetrar en él y regresar después sano y salvo. Si prestas la debida atención. Pero, a la que trasciendes cierto lugar, entonces ya es imposible el retorno. Pierdes el camino. Es el laberinto.

Kafka en la Orilla. Haruki Murakami

lunes, 6 de diciembre de 2010

ALELUYA

Me he tropezado con este vídeo.



(acabad de verlo antes de seguir leyendo…)

Lo cierto que este experimento consiste en una idea de lo más simple –como casi todas las buenas ideas-. Infiltrar a un coro profesional en un centro comercial cualquiera y en un momento dado, empezar a cantar un Hallelujah de Haendel a capella, de modo que todos los que no hayan asistido nunca un concierto de música clásica no tenga escapatoria.

Sin embargo, fijaros en las caras de la gente… No hay nadie que, pasada la fase inicial, no esté disfrutando absolutamente con la sorpresa. Miradas de estupefacción, expectación, emoción… Niños, mayores, jóvenes macarras… Todo unidos por una pieza de música y el factor sorpresa.

Como hace tiempo nos contaba Benjamín Zander, el hacer que el porcentaje de la población mundial que disfruta de la música clásica crezca de un 2 a un 3% es todo un reto. Y además, el problema a resolver es de todos. Cómo casi siempre, nunca hay un único responsable.

En esta iniciativa, queda demostrado que si arrebolamos los sentidos de la gente de forma que se saturen los sentidos. ¿No es este uno de los mejores regalos que se puede hacer al mundo? ¿Cuánta gente decidirá comprar una entrada para el próximo concierto de música clásica de su ciudad? ¿Cuántos se decidirán a escuchar algún disco olvidado de música clásica que ronde por casa? ¿Cuántos se bajaran el politono de Haendel en el móvil?

Nadie disponemos del secreto para atraer a la gente hacia ciertas cosas, pero la sorpresa y la calidad es desde luego una cercamiento directo. Deberíamos diseñar sorpresas variopintas más a menudo. Está en nuestras manos. ¡Aleluya!.

viernes, 3 de diciembre de 2010

LA DUDA



Hoy en medio de uno de los soporíferos seminarios semanales, me ha asaltado un terrible presentimiento… Ha empezado como una pequeña punzada cuando un asistente se ha enzarzado en una discusión de diez minutos sobre lo adecuado de usar una función gausiana para modelizar la masa de una galaxia (llámese x), poco a poco, mi desconcierto ha ido creciendo hasta llegar a ser sofocante…

Y es que, el hecho que una discusión de ese calibre me deje completamente indiferente y no encuentre nada atractivo en el hecho que los errores sistemáticos disminuyan del 10 al 8%, me ha revelado una gran verdad en forma de certeza: no deberíamos malgastar el grueso de los minutos preciosos de nuestros mejores años de nuestra única vida en algo que ya no recordamos porqué nos embelesaba.

Al fin y al cabo, dedicar demasiados segundos de nuestro día a hacer algo que no nos parece bello o emocionante, y que además sabe a dinero, mentira enmascarada y carencia de arte, es un gasto enorme de creatividad.

Wow.
After I jumped, it ocurred to me.
Life is perfect. Life is the best, full of magic,
beauty, opportunity, and television.
And surprises...lot's of surprises, yeah.
And then there's the best stuff, of course.
Better than anything anyone ever made up,
'cause it's real.

Never let me go. The Million Dollar Hotel