Uno de los motivos principales por los que siempre me he caracterizado por ponerme objetivos algo dispares y de carácter imposible e ir a por ellos, es por la sensación de
yata –que diría mi
sobrinín- también conocida como
la losa de encima. Es algo parecido a lo que –imagino- que debe sentir un alpinista… Sabes a priori que lo pasarás mal, que andarás escasa de sueño, que te perderás algunos eventos importantes, que dejarás de disfrutar al 100% de algunos detalles de la vida… pero cuando llegues a la cima, y veas el paisaje, todo eso habrá valido la pena, y no por el simple hecho de haberlo conseguido, no sólo eso. Sino también por haber tenido el ímpetu imperecedero para hacerlo. Sea cual sea el resultado.
Lo curioso del caso es que estos días de reencuentro –físico o telefónico- con mucha de la gente que me vitamina y me llena de energía, no paro de darme cuenta que todos y cada uno de ellos son gente capaces de las hazañas más grandes por un objetivo irreal. En otras palabras, gente auténtica.
Como comentábamos hace unos días con una gran amiga en un
bareto del Raval barceloní, podemos sentirnos bien afortunados de habernos formado entre gente sencilla y simple, con una gran capacidad de mantener activa la lucha por su felicidad, sean sueños reales o no.
La vida perdería su gracia si no tuviésemos cada día mil retos por los que luchar...
ResponderEliminarHabrá que sugerirle a Kuki que nos deleite con alguna cancioncilla de Depedro no?
C.Dubitatus: No todo el mundo lo ve de la misma manera... ¡Ese es uno de los motivos por los que te quiero!
ResponderEliminar¿Kuki cantando? Casi mejor, invitándole de DJ, ¿no? :)