Hoy voy a hablaros del que, probablemente sea el poder más grande, expansivo y a su vez, más común de
todos los deshilados hasta la fecha: el superpoder de la red mundial de amigos.
Todos deberíamos ser conscientes de que estamos absoluta y totalmente
solos, por muy seres sociales que seamos, por el mero motivo de que poseemos un fuerte instinto de supervivencia que nos hace ocuparnos en primer lugar de nuestro propio destino. Sin embargo, una vez conseguimos mantenernos en un equilibrio temporal y llegar a un grado de satisfacción aceptable en nuestra vida, surge el concepto de la amistad: nos escogemos mutuamente con esas personas que han ido apareciendo en nuestras vidas, con las que nos queremos más especialmente, nos valoramos y siempre que esté en nuestra mano nos intentamos ayudar. La reciprocidad es una condición necesaria –si no es así, tiene fecha de caducidad- y además, debe ser de origen totalmente desinteresado. Te alegras con los logros de tus amigos, te entristeces con sus pérdidas. Intentas ayudar, consolar y celebrar la vida con ellos.
Además, los amigos son importantes porque en parte son trazadores de nuestras vidas. Son personas que nos han ayudado a tomar decisiones, nos han hecho ver pros o contras de las cosas, y han consolado nuestros miedos más profundos.
Una curiosa propiedad de la amistad es su estado latente. Existen periodos en los que no puedes cuidar mucho de ésta, pero existe un sustrato sobre el que sigue creciendo –o cuando menos, manteniéndose-. Sin embargo, en momentos críticos –ya se a de urgencia, euforia o calamidades- esa red se permea, se expande y se transforma para envolverte.
En mi caso particular, si en esta vida me felicito por el algo, es por tener el poder de haber tejido una inmensa red de amigos mundiales y de que, con el paso de los años, no deje de aumentar. Tengo la grandísima suerte de que la vida me ha presentado a gente fantástica sin la que hoy, no estaría aquí. Son, prácticamente, injertos de mi piel.
De nuevo, una vez más, estos días vuelvo a hacer uso de este gran superpoder y ante mi próxima aventura consistente en empezar una nueva vida en otro país, ya está esa gran familia mundial activada y transformándolo todo en algo mucho más llevadero, más amable, más brillante. Desde aquí un abrazo a todos y cada unos de los miembros de mi gran red.
Todos los seres humanos estamos condicionados por la historia, que todos somos hijos de una Época determinada, y nos movemos en ella como los actores de teatro se desenvuelven en un decorado. Marita y yo nos conocimos en un año concreto, en unas condiciones concretas, y nos hicimos amigas porque en aquel momento todo nos empujaba mutuamente, todo, nuestra edad, nuestra ideología, nuestros gustos, nuestra manera de entender las cosas, todo conspiraba para que acabáramos siendo amigas.
Atlas de Geografía Humana. Almudena Grandes.