Ya estamos ahí. Ya se acaba el año,
una vez más, y con él –como mujer que adora las listas, las tradiciones y los rituales- vuelvo a echar la vista al año que se va en unas horas para sintetizar lo que ha pasado en diferentes aspectos de mi vida y ser consciente –aunque sea mientras lo escribo- de lo vivido y lo sufrido, de lo logrado y lo errado, de lo que dejo atrás y forma parte de mí, y de lo que está por venir.
Si tengo que resumir en una palabra mi 2013 creo que me quedo con auto-aprendizaje. Después de eso también ha venido el renacimiento y crecimiento. Creo que he derribado a enormes dragones que llevaban mucho tiempo bailando conmigo. Ahora, al menos el camino está mucho más despejado. Eso sólo ya, merece un buen brindis.
Aunque otros años he elegido un modesto propósito para el futuro, este año, voy a abstenerme ya que tengo demasiada incertidumbre por delante como para concretar algo. Esperaré a que poco a poco la niebla se disipe y entonces disfrutaré y elegiré mi camino. Si, quizá esto puede considerarse un propósito.
Espero que vuestros balances y propósitos sean brillantes, exitosos y que el 2014 esté lleno de alegría. Un chin chin con tintes de 2014 desde aquí.
Defender la alegría como una trinchera
defenderla del escándalo y la rutina
de la miseria y los miserables
de las ausencias transitorias
y las definitivas
defender la alegría como un principio
defenderla del pasmo y las pesadillas
de los neutrales y de los neutrones
de las dulces infamias
y los graves diagnósticos
defender la alegría como una bandera
defenderla del rayo y la melancolía
de los ingenuos y de los canallas
de la retórica y los paros cardiacos
de las endemias y las academias
defender la alegría como un destino
defenderla del fuego y de los bomberos
de los suicidas y los homicidas
de las vacaciones y del agobio
de la obligación de estar alegres
defender la alegría como una certeza
defenderla del óxido y la roña
de la famosa pátina del tiempo
del relente y del oportunismo
de los proxenetas de la risa
defender la alegría como un derecho
defenderla de dios y del invierno
de las mayúsculas y de la muerte
de los apellidos y las lástimas
del azar
y también de la alegría.
Defensa de la Alegría. Mario Benedetti.
Me ocurre algo parecido. Este año he aprendido a no dilapidar mi tiempo y mi entusiasmo con personas y causas que no lo merecen. Y, en cambio, dedicarlo a otras que sí son importantes; subjetivamente importantes, como es lógico.
ResponderEliminarUn chute de alegría el del maestro Benedetti. Te deseo un estupendo año y que sigas escribiendo por aquí cosas tan interesantes.
Atticus: ¡Feliz 2014! Me parece una buena lección la que te deja el 2013, entonces. A mí también me ha enseñado algo parecido este año.
ResponderEliminarLa alegría Benedettiana para empezar cualquier año es infalible. Que no falte nunca.
Y muchas gracias por tus deseos, aquí seguiremos, con aire algo más parisino. Espero que tú también continúes deleitándonos los sentidos.