Tras varios meses de espera ante el reencuentro definitivo con la ciudad de la luz, por fin nos hemos dado un largo abrazo. París, mi nuevo hogar, sigue siendo tan precioso como lo recordaba. Tanto tanto, que casi produce dolor. Allá donde mires tienes un edificio increíble, una tienda maravillosamente adornada –desde una tienda de quesos a un supermercado-, una buena librería, una terraza de un bar encantador, una frutería de cuento, un restaurante alucinante… Por no hablar de los edificios y vistas más majestuosas que todos tenemos en mente. De momento estoy algo débil físicamente y tengo que recuperarme, así que voy a ir esperando su momento adecuado. No hay prisa. Tenemos mucho tiempo por delante.
Hace un par de días, sin ir más lejos, salí del trabajo temprano y como estoy en el barrio de Montparnasse decidí ir a hacer una visita a la tumba de Cortazar. Lo cierto es que dar un paseo es algo demasiado apetecible en París: vas con la cabeza alta, mirando todos y cada uno de los edificios esplendorosos que te encuentras y cuando llegas al punto que te has marcado, piensas… voy a seguir un poco más. Y de esta manera, acabas echando tres horas, y llegas a casa exhausta, pero feliz. ¿Qué os voy a contar? Así es como la Maga y Oliveira se citaban en París.
Además, una cosa que me ha sorprendido es que tenía un recuerdo no demasiado agradable de los parisinos. Tenía una imagen de ellos más bien rudos, antipáticos o demasiado desagradables cuando no te entendían. Esta vez, sin embargo, la inmensa mayoría me están resultando encantadores, tratando de echar una mano cuando pueden, casi todos haciendo el esfuerzo de entender cuando hablo en francés y además, animándome a seguir intentándolo -lo que me hace estar deseosa de practicar en cualquier oportunidad-.
En fin, que son demasiadas cosas vividas en pocos días como para resumirlas en un post…Tengo una sensación tremendamente diferente a cuando me fui a EEUU. Aquí es como reencontrarme con un antiguo amor y descubrirte todavía enamorada hasta las trancas de él. Todavía ando un poco desubicada y no me hago a la idea que ya estoy viviendo aquí: en París. Todavía no soy consciente de que he hecho realidad un sueño antiguo: vivir en esta ciudad. Todavía me cuesta imaginarme que voy a convivir con tanta belleza, con tanta cultura, con semejante obra de arte viviente. Así, cuando me pellizco y me doy cuenta de que así es, me siento como si qué se yo, como si me hubiera tocado la lotería, como si una de las personas más maravillosa del mundo se hubiera enamorado de mí, como si un artista famoso me hubiera escrito una novela, dedicado una canción o pintado un cuadro… Pero luego, pienso que me lo he ganado, que he sido yo la que he orientado mi rumbo hasta aquí. La que he decidido sortear muchos escollos –y tragarme unos cuantas tormentas- para llegar a este puerto. Y entonces… soy yo la que decido que me merezco empacharme de esta ciudad, recibir a la ciudad de la luz llena de luz.
Adiós
Hace 4 años
Bienvenue!
ResponderEliminarNo sabía que Cortázar estaba enterrado en París. En mi próxima visita le debo unos minutos. Porque, como ya te dije en otro comentario, me gusta eso de visitar cementerios y dar las gracias.
No debemos fiarnos de los tópicos. Los parisinos, como los gaditanos, son muy variados. No tengo especial memoria de malas respuestas, antipáticas conductas o desprecios. Al contrario. Más bien encuentro esto en España. Hoy me intentaba convencer una amiga de hacer el camino de Santiago y le he propuesto hacerlo al revés, o sea, salir de Santiago, cruzar la frontera y pedir asilo político en Francia. Quiero decir que soy francófilo de vocación y de formación (aunque mi carácter sea más bien prusiano: lucho contra ello sin éxito). Y te envidio. Imagino que es por trabajo por lo que vas allí, y a mí es el trabajo el que me retiene aquí, pero no descarto acabar mis años laborales en París. Por cierto, lo de la ciudad de la luz es un timo.
Si me dejas que te recomiende un par de cosas, el barrio de Marais, y la impagable Place des Vosges. Caminar, pararse, mirar escaparates (como muy bien describes), hablar con la gente, tomar café despaciosamente, comer donde comen los franceses, atreverse con una rodajita de foie y una copa de Sauternes, dejarse sorprender por el cus-cus del restaurante marroquí de la calle Dancourt, en Montmartre... Seguir a Cortázar, desde luego. Y sentarse en el Lipps y mirar desde la ventana el Café de Flore (como Camus hacía para ver a Sartre y a Beauvoir).
Y me callo, que me entusiasmo, y me voy a Barajas de cabeza.
Atticus: Merci beaucoup!
ResponderEliminarSi, los cementerios de París tienen cada sorpresa... Es casi hasta emocionante encontrarte a algunos de los grandes, aunque sea en forma de losa...
En cuanto a los tópicos estoy muy de acuerdo. Yo soy también francófila hasta la medula, siempre digo que si hubiera podido escoger nacionalidad hubiera sido francesa... Veremos si dentro de dos años digo lo mismo. Sin embargo, lo de los parisinos agrios lo decía basándome en mi experiencia de dos meses que viví en París hace ya siete años. Supongo que será que mi francés ha mejorado, porque de momento, ni rastro.
Y sí, en efecto, estoy aquí por trabajo. Aunque más bien el trabajo es la excusa que me permite vivir en París. Así que ya sabes, hay maneras de reconducir las cosas, cuestión de buscar el camino... ;).
Y me encanta que me recomiendes el Marais y la Place des Vosges porque ayer anduve por allí dando un largo paseo... De todo lo demás, tomo buena nota, lo iré incorporando a mi manual de costumbres parisinas. Por cierto, ¿alguna recomendación de librería? (precisamente porque hay a porrones, no me decido...)
Entusiásmate cuanto quieras, que por aquí estaremos.
No soy un "parisino"; he estado tres veces, una de ellas apenas un día. De modo que no soy quien para dar consejos de una ciudad que no conozco bien. No obstante, te diré que compré un par de libros en las orillas del Sena a precios escandalosamente bajos 1-2 €. También compré un libro de Camus en Gibert Jeune, que es una cadena que tiene varios establecimientos. De todos modos, la que no debes dejar de visitar es Shakespeare and Company. No te digo nada más; si no la conoces, explórala: al otro lado del río, frente a Nôtre Dame. Te dejo los enlaces.
Eliminarhttp://www.gibertjeune.fr/page/public/index.php
http://shakespeareandcompany.com/
Y si me lo permites, como no recuerdo desde cuando frecuentas mi blog, te pongo un enlace de un relato que escribí a partir de una foto que tomé por allí. Muy parisino.
http://nomadassquare.blogspot.com.es/2013/06/9111.html
Atticus: Gracias por las molestias, Atticus. Por comentarios anteriores pensaba que conocías cada milímetro -y cada página- de la ciudad.
ResponderEliminarSí, conozco Shakespeare & Co, cómo no. Aunque me han comentado que el turisteo le ha hecho desmerecer, es una preciosidad. Muy parecida, por cierto, si no la conoces a "The city of lights" en San Francisco:
http://www.citylights.com/
(ahora soy yo la que te redirigo a mis pasados:
http://tomaeltimon.blogspot.fr/2011/02/arte-en-el-aire.html)
En cuanto a tu relato, me ha dejado sin aliento. Me ha encantado. Como siempre, muy bien escrito. Enhorabuena. Salvando mucho las distancias me ha recordado a las dos películas "Before sunrise/Before sunset" que, todo sea dicho de paso, esta última tiene una escena en la Shakespeare & Co...
Y cerrando ya el cúmulo de coincidencias... ¿El 28 de Enero no es en un par de semanas?