Estos días que no paran de aparecer por todas partes recopilaciones o listas de todo tipo de actividades, me ha llamado la atención la siguiente: 17 cosas que cambian para siempre cuando vives en otro país. Será porque yo ahora mismo me encuentro en esa situación –de nuevo-, pero el caso que me ha parecido muy bien escrito, además de sentirte totalmente identificada con prácticamente todos los puntos.
A modo de compilación general, lo que el artículo viene a decir es que vivir en el extranjero te cambia para siempre. Lo quieras o no, te vuelves más desenvuelta, más segura de ti misma, más consciente de tus debilidades, con mucho más bagaje, más melancólica, más políglota, más estresada, más solidaria... Ganas y pierdes amigos. Olvidas y aprendes vocabulario. Evalúas lo mejor y lo peor de tu país adoptivo y de tu país natal. La vida te pone pruebas que desearías haber esquivado con todas tus fuerzas. También te regala momentos por los que todo merece la pena.
El caso es que después de todo este centrifugado, es difícil decantarse por la cosas, volver a ser la de unos años antes. Sin embargo, si que hay algo que permanece inalterable a lo largo de los años y es universal a los que nos vamos o se quedan: el valor incalculable de la salud, de la familia y de los buenos amigos. Estos tres pilares son condiciones necesarísimas para que, cualquier aventura o proyecto que uno emprenda –sea donde sea- tenga éxito.
Me parece muy saludable salir de casa. La perspectiva que te da vivir lejos es impagable. Entiendo el desarraigo, la soledad. Entiendo al emigrante de los cincuenta y sesenta, aunque no sea mi caso. No he vivido en el extranjero, aunque sí en muchos lugares de España. Sin embargo, otro país, otro idioma. Creo que estoy completamente de acuerdo contigo. A mí me ocurre algo parecido cuando paso un par de semanas fuera de España: volver me resulta extraño. Me resulta casi ajeno el idioma algo gritón (o bastante). Me resbalan las mismas frases hechas de los mismos políticos que de repente se han convertido en una suerte de muñecos de cuerda. Los programas de televisión me parecen un despropósito que no debería interesar a nadie... Me cuesta volver. La perspectiva de salir es muy conveniente, especialmente a esos nacionalistas ombligueros, orgullosos de un pueblo o país del que no se han separado nunca.
ResponderEliminar"Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos". Lo dijo Neruda, hablaba de los amantes, pero aquí vale lo mismo.
Atticus: Como bien dices, hay gente que necesita -a modo de prescripción médica- salir urgentemente de su país para cambiar sus ideas sobre el mundo. Hay otra categoría -entre la cual, probablemente nos contamos- que siempre nos ha atraído ese extranjero por explorar -se haya llegado a vivir o no-. Y por eso, a estos últimos, nos cuesta volver a nuestras supuestas costumbres, porque ya muchas no las identificamos como nosotros.
ResponderEliminarQué escalofrío tan grande me recorre cuando leo esa frase de uno de los poemas más grandes de la historia -y uno de los primeros que saturó mis sentidos de belleza-. Bendita dinámica de los viajes.