Hace unos días, fue noticia una publicación científica en la prestigiosa revista
Science donde se afirmaba que
“La gente preferiría una descarga eléctrica a dejarla a solas con sus pensamientos”. Esa noticia, me dejó patidifusa. ¿En serio? No puede ser, debe haber algún sesgo en la elección de la muestra para el experimento.
El caso es que, cuando me leí el artículo con calma, descubrí que la muestra había sido escogida al azar –dentro de una sociedad estadounidense, eso sí- y que afortunadamente, no era el 100% de la muestra, sino un 67% de hombres (frente a un 25% de mujeres) los que preferirían una pequeña tortura a tener que enfrentarse a sus pensamientos (me los imagino diciendo "¡Qué horror, qué inhumano!").
En realidad, esta noticia me preocupa mucho. Si realmente no disfrutamos echar un rato tranquilo con nosotros mismos, entonces… tenemos un serio problema. Nosotros mismos (y nuestros pensamientos) somos los que vamos a acompañarnos desde el nacimiento hasta la muerte… ¿Cómo es posible que haya gente que no se soporte?.
En mi caso, tengo una dependencia casi adictiva a estos ratos de soledad. Si, por cualquier motivo, tengo una semana intensa en la que no paro de tener reuniones, estar con gente y no tengo ni un minuto para mí sola, me empieza a pesar… Y cuando por fin, me tomo un ratejo para estar con mis pensamientos, resulta un gran alivio. Supongo que este otro extremo, tampoco es bueno, claro.
Sin embargo, considero que la introspección es necesaria porque sino, las
pequeñas collejas que nos va dando la vida, no tienen ningún sentido. Cuando nos pasa algo –tanto bueno como malo-, en mi caso, es estrictamente necesario hacer una recapitulación y tomar nota de lo que he hecho bien y lo que debo cambiar. El precio es un pequeño bajón, el beneficio una gran enseñanza. Sin embargo, si existe gente en este mundo que nunca piensa, entonces… ¿De qué les sirve esto?.
Finalmente, otro dato curioso de este experimento es que parece ser que las mujeres nos tenemos menos miedo a nosotras mismas que los hombres. Lo cierto es que esto, no me sorprende en general porque observacionalmente, ya se aprecia esa proporción, pero… ¿Porqué? ¿Es que en algún momento el genero masculino decide no plantearse lo que hace por miedo a obtener una respuesta que no les guste?.
En fin, voy a intentar hacer yo misma un cuestionario siempre que esté en mi mano de este tipo, a ver si en otra cultura, se obtienen resultados diferentes y me tranquilizo un poco más.