jueves, 31 de diciembre de 2015

INTERVALOS ABIERTOS DE ALEGRÍA

Como todos los 31 de diciembre, toca hacer recuento, recapitular el año y dar el salto al siguiente. Y la verdad es que este año, me he resistido a hacerlo. El motivo es que el 2015 ha sido un año espectacular, maravilloso y grandioso en muchísimos sentidos…y me da mucha lástima que se acabe.



En cualquier caso, tras hacer mi recopilatorio, me salen mis dos páginas permitidas plagadas de felicidad, amor, amigos, pequeñuelos, esfuerzos y recompensas laborales, viajes, arte y cultura. Tanta alegría que me da ganas de cantarlo a los cuatro vientos y revolcarme en ese regocijo continuo en el que vivo últimamente –con esos mismos pulmones que Montserrat Caballé y Freddie Mercury le cantaban a Barcelona, ya hace años-. Tan sólo ha habido dos cosas que han oscurecido un poco este año: la ausencia de mi amigo Javi, al que, sin embargo, lo llevo presente más que nunca y parece que no se haya ido; y vivir el terror de cerca –aunque agradecida a la vida de que no me tocara a mí-. 

Poniendo todo esto en la balanza, me salen kilos y kilos de felicidad absoluta y, sin miedo a exagerar, creo que me atrevo a decir que ha sido uno de los mejores años –sino el que más, desde que llevo la cuenta- de mi vida. De hecho, me he organizado unas olimpiadas particulares y en el podium de los años vividos queda, con medalla de bronce el 2003, medalla de plata para el 2008 y, medalla de oro para el 2015.

Y como el calendario –al igual que el tiempo, los instantes-, se componen de momentos flexibles, con duración subjetiva y moldeable, he decidido –gracias a Rodolphe por la sugerencia, un beso desde aquí- que a partir de ahora los años se contarán como extensiones del 2015, segunda extensión, tercera extensión, etc… Una manera fácil y práctica de prolongar indefinidamente esta dicha.

Toda la felicidad del mundo en esta primera extensión del 2015 en la que nos zambullimos en unas horas. Chin chin.

Tuve que reírme. Me encontraba muy bien allí; la inconsciencia absoluta, la descuidada felicidad de aquel ambiente me acariciaba el espíritu.

Nada. Carmen Laforet

miércoles, 30 de diciembre de 2015

UVAS NORTEÑAS



En unas horas, pongo rumbo a explorar un país pequeñito, nórdico y europeo: Dinamarca. Este país, pequeño pero matón –por algún motivo conozco decenas de personas que han pasado por allí en algún momento de su vida-, a caballo entre la Europa continental y la escandinava, lo asocio totalmente con la imagen de la Sirenita gracias a una lectura en una de las páginas del libro de lengua de 4º de EGB –si, el mismo, el inigualable-. Sin embargo, esos amigos varios que conocen bien Copenhagen, me han asegurado que aunque este símbolo es más bien pequeñito, tremendamente turístico y no merece demasiado la pena, la cuidad en sí es de cuento.

Además de esto, poca cosa más conozco de este país y sus lugareños. Os contaré mis descubrimientos a la vuelta –ya en 2016-. En cualquier caso, no faltará la buena compañía -somos nueve personas cenando, de siete nacionalidades diferentes-, las uvas –ya están en las maletas-, y las reflexiones de fin de año. Que allá donde piséis se llene de felicidad.

lunes, 28 de diciembre de 2015

LUZ, PALABRA, SONIDO



Una compilación de belleza
Un caramelo que se deshace lentamente
Un conjuro de poesía en movimiento
Una historia como el trigo, la brisa, los olivos
como el puñal, la luna, la sangre, la muerte
Un canto al aire, a la tierra, al fuego
Un trozo de Aragón, de Turquía, de Lorca
Un aluvión de fotografías casi pintadas a mano
Un enorme nudo en el estómago
Una tragedia antigua como la tierra

Id a a ver la Novia, es todo eso y un sinfín más de cosas que no caben en una publicación. Brava Paula Ortiz. Muchos éxitos para un trabajo bien hecho.

sábado, 26 de diciembre de 2015

DEL TIEMPO Y LA DISTANCIA


Los dos lo sintieron en el mismo instante, y resbalaron el uno hacia el otro como para caer en ellos mismos, en la tierra común donde las palabras y las caricias y las bocas los envolvían como la circunferencia al círculo, esas metáforas tranquilizadoras, esa vieja tristeza satisfecha de volver a ser el de siempre, de continuar, de mantenerse a flote contra viento y marea, contra el llamado y la caída.

Rayuela. Julio Cortazar

jueves, 24 de diciembre de 2015

CARNE DE ANTICUARIO



Estos días que estoy de descanso en casa de mis padres, me doy cuenta de lo contenta y feliz que está mi vida sin ese aparato, permanente en muchas casa, llamado televisión –también conocido como tele o TV-.

Este cacharro, además de desviar la atención de las cosas realmente importantes: conversaciones, paseos, charlas, debates… tiene el dudoso honor de hipnotizar a los pequeños. Creedme, hace unas horas lo he comprobado con mis sobrinos, una hora después de levantarse se han quedado petrificados mirando una pantalla proyectar cualquier cosa, y cuidadín no osaras intentar apagarla. Al final, hemos tenido que, como solución de emergencia, simular que se había ido la luz en la casa. Me entristece pensar en el daño que hace eso en unas mentes tan poderosas como las de unos niños.

Llamadme idealista pero aun así, tengo la esperanza –aprovecho en que estamos a las puertas de la Nochebuena-, de que este invento del siglo XX poco a poco empiece a ser desterrado de las casas en el ya afianzado siglo XXI. Que ya no tenga cabida por anticuado, que le demos un poco de aire fresco a las ideas y nos deshagamos de ese aparato digno de un primo lejano de Orwell.

Y es que, ¿quién quiere una televisión hoy en día, habiendo Internet? Y muchos dirán, pero entonces cambias una pantalla por otra… si, pero la diferencia radica en que la televisión es un buffet libre, pero Internet es para gourmets: uno escoge qué periódicos leer para estar informados –si se quiere dentro o fuera del país, para intentar se más objetivo-, qué películas quiere ver si no le apetece ir al cine, qué podcasts quiere escuchar para aprender un idioma, culturizarse o estar al tanto del mundo del deporte… lo que quiera. Pero a la carta. La gran cantidad de tiempo que vais a ahorrar para poder gastarlo en otras millones de cosas interesantes que tiene la vida, tiende a infinito, os lo aseguro, entre otras cosas porque no repetiréis el mismo plato casi nunca.

Desde aquí os invito a todos a que, en estos días tan de familias, de amigos, de reuniones, de abrazos, de achuchones, de juegos…, enviéis ese mando a distancia a un lugar muy remoto… - y si, además, se le puede acompañar del móvil, mejor que mejor-. Como recompensa, ya tenéis que un buen regalo para el que año que viene, un cuadro para tapar el hueco que tenía el televisor. Dos en uno, todo ventajas.

lunes, 21 de diciembre de 2015

NAVIMETRAJES

Aprovechando que estamos en fechas muy navideñas y que esta entrada es la número 666, os dejo con un par de películas que seguro que harán las delicias de estas Navidades: ¡oh, oh, oh! Disfrutad

La venganza de Dimitri


Mary Poppins

viernes, 18 de diciembre de 2015

LA CIUDAD DESCANSO



Ciudades que recuerdan a ciudades
Como una canción recuerda a otra
Un olor que recuerda a una ciudad
Como una ciudad recuerda a una persona
Ciudades que recuerdan un beso
Ciudades que nos recuerdan a nosotros
Ciudades que nos olvidan
Y ciudades que nos recuerdan
Hay ciudades que habitan en nosotros
Hay ciudades que habitamos
Hay ciudades que te encarcelan
Hay ciudades que rompen tus grilletes
Hay ciudades para vivir
Hay ciudades para soñar
Hay ciudades que nos dan la vida
Y hay ciudades para el descanso eterno

 El Retorno, Maram Al-Masri


Y desde aquí empiezo mis vacaciones navideñas. Mañana dejo esta ciudad que adoro, para empacharme de mi querida ciudad de la infancia. Felices vacaciones a todos.

miércoles, 16 de diciembre de 2015

EVALUACIÓN FINAL


Unas horas después del examen final de la asignatura de métodos estadísticos de primer año de psicología que he impartido en una universidad parisina –pedazo sueño cumplido-, no puedo dejar de buscar esas diferencias y similitudes entre los cursos universitarios a los que yo misma he asistido y el de una universidad francesa. 

Así, en términos generales –obviamente, para una comparación en condiciones necesitaríamos una buena muestra de clases, años, materias y universidades-, la única diferencia notable que he observado ha sido el hecho que los estudiantes en Francia son muchísimo más educados y respetuosos tanto en la atención de las clases, como en la manera de dirigirse al profesor. Me guste o no, yo cuando entro en esa clase, soy Madame –me gusta, me gusta-, y sus dudas escritas van acompañadas de correos totalmente cargados de palabras de cortesía. Además, en ningún momento nadie me ha hecho ningún comentario sobre mi acento hablando francés y lo máximo que he visto es alguna sonrisilla cariñosa, cuando digo algo que no existe.

En cuanto al resto, yo diría que todo es muy similar, aunque de nuevo, es difícil comparar, y más una asignatura de carreras tan diferentes. Ahí van algunas similitudes:
  • Como todos aquellos que ya han tomado una decisión adulta de estudiar una carrera universitaria, el trabajo y el estudio es valorado entre el resto de los compañeros y la mayoría suele levantar la mano con orgullo para mostrar que conocen un concepto o han estudiado. 
  • También, como todos los estudiantes que empiezan una carrera, son tímidos y les cuesta preguntar dudas o salir a hacer un ejercicio. Eso, y espero verlo en mis propias carnes –en enero empiezo a dar clases de un curso de master de ingeniería- es cuestión de tiempo. Poco a poco irán cuajando su personalidad y la seguridad en sí mismos. 
  • Finalmente, también existen dos clases de alumnos: los apasionados de lo que hacen –esos que les brillan los ojos cuando comprenden algo, mis favoritos-, y los que saben que no tiene más remedio que pasar por eso. Estos últimos son convertibles, con paciencia, insistencia y estrategias. 
En definitiva, y una vez más, dar clases, sigue siendo una actividad que me encanta, me eleva el ánimo, me rejuvenece y me da energía. La educación -inyectada poco a poco, silenciosamente- es probablemente, el método más eficaz para cambiar el mundo. Si, además de el gusto por el conocimiento, les he infiltrado un poco de alegría, respeto y pasión, me sentiré muy contenta y con una responsabilidad monumental.

jueves, 10 de diciembre de 2015

LA ALEGRÍA ACELERADA

Con todo este huracán pre-navideño, combinado con cambio de casa y de lugar de trabajo, me embarga el estrés, y la alegría, y la emoción, y el cansancio y los nervios, y la risa, y las sonrisas, y la ilusión y la morriña y la farándula… Habrá, pues, que bailarlo.

domingo, 6 de diciembre de 2015

LA VIDA ACUMULADA



Mudarse es un asunto que requiere energía, y ganas, muchas ganas. También está claro que hay magnitudes de mudanzas, como de terremotos. Por un lado, las mudanzas más intensas: a otra ciudad o incluso a un país diferente, son mucho más radicales. Implican empaquetar tu vida, eliminar lo superfluo -si bien estoy de acuerdo que todos poseemos demasiadas cosas, guardar recuerdos para no volverlos a ver más, es, cuando menos, angustiante-, y despedirte de ellas hasta quien sabe cuando, quizá nunca - ¿quién sabe si la persona que abra esas cajas dentro de 20 años seguirá leyendo ese tipo de libros, por ejemplo?-. Estas mudanzas son dolorosas. Son sinónimos de despedida, de cierre de etapa, de envejecer.

Por otro lado, mudarse de una casa a otra dentro la misma ciudad, es un ejercicio más liviano: sabes que vas a meter tus cosas en cajas, para abrirlas un par de días -o semanas- mas tarde. Puedes ir haciéndola poquito a poco. Te puedes permitir conocer tu nuevo barrio antes de tiempo y empezar a hacer nuevas migas con el panadero o frutero. También te permite despedirte del peluquero que siempre te invita a un café cuando sales de casa, o de Mireille la panadera; como el que se va de vacaciones, sabiendo que volverás a pasarte por allí, y les volverás a saludar.

En cualquiera de los dos casos, es cuando una se muda que se da cuenta de la cantidad de objetos con los que cuenta -algunos imprescindibles: esos maravillosos libros, esos cuadernos, esas cafeteras… - otros prescindibles. Renovarse, reciclar; tirar y empezar de nuevo son sinónimos de esa nueva etapa que empieza. El caos posterior que le sigue: el tener cajas esparcidas por doquier, el buscar desesperadamente un par de calcetines, o un trozo de papel…, tiene en realidad parte de su gracia. El saber que ese sentimiento es temporal, que en no mucho tiempo, todo habrá tomado su nuevo puesto y tu casa, tu nueva casa; te sonreirá expectante.

Hoy, con agujetas en los brazos y dolor en la espalda, agoto mi última semana en el increíble barrio del Marais parisino para irme a la Rive Gauche. Ni en mis mejores sueños hubiera podido pensar vivir aquí, pero es que, como bien es sabido, la realidad suele superar la ficción. Haciendo cuentas, ésta es la mudanza número once de mi vida. Tampoco parece un número demasiado alto, teniendo en cuenta que ha habido tres países y cinco ciudades por medio. Sin embargo, es suficiente para saber que espero que queden muy pocas más en lo que me queda por vivir y, que hay un puñado de cosas que son invaluables e insustituibles y éstas, caben en tres o cuatro cajas.

El inventario de tus cicatrices, en particular las de la cara, que ves cada mañana al mirarte en el espejo del baño cuando te peinas o vas a afeitarte. Rara vez piensas en ellas, pero cuando lo haces, entiendes que son marcas que deja la vida, que el surtido de líneas irregulares grabadas en la piel de tu rostro son letras del alfabeto secreto que narra la historia de quién eres, porque cada cicatriz es la huella de una herida curada, y cada herida era resultado de una inesperada colisión con el mundo; es decir, de un accidente, de algo que no debía ocurrir a la fuerza, porque por definición un accidente es algo que no sucede necesariamente. Acontecimientos contingentes en contraposición a hechos necesarios.

Diario de invierno, Paul Auster.

jueves, 3 de diciembre de 2015

SERES MUSICALES

Mi amiga Cris –un abrazo desde aquí-, que es una de las personas más interesantes que conozco, además de mejor persona, siempre me recomienda joyas estupendas: libros, conciertos, obras de teatro, películas, videos, etc. Será porque es una persona que le pone pasión a todo lo que hace en la vida. Hace poco, me recomendó que viera esta charla:



Lo acabo de hacer y me ha parecido subyugante. Ahí os la dejo por si tenéis veinte minutos para abandonar las cosas banales y daros un garbeo musical a través de la historia y las culturas. Interesante de los pies a la cabeza.