Unas horas después del examen final de la asignatura de métodos estadísticos de primer año de psicología que he impartido en una universidad parisina –pedazo sueño cumplido-, no puedo dejar de buscar esas diferencias y similitudes entre los cursos universitarios a los que yo misma he asistido y el de una universidad francesa.
Así, en términos generales –obviamente, para una comparación en condiciones necesitaríamos una buena muestra de clases, años, materias y universidades-, la única diferencia notable que he observado ha sido el hecho que los estudiantes en Francia son muchísimo más educados y respetuosos tanto en la atención de las clases, como en la manera de dirigirse al profesor. Me guste o no, yo cuando entro en esa clase, soy Madame –me gusta, me gusta-, y sus dudas escritas van acompañadas de correos totalmente cargados de palabras de cortesía. Además, en ningún momento nadie me ha hecho ningún comentario sobre mi acento hablando francés y lo máximo que he visto es alguna sonrisilla cariñosa, cuando digo algo que no existe.
En cuanto al resto, yo diría que todo es muy similar, aunque de nuevo, es difícil comparar, y más una asignatura de carreras tan diferentes. Ahí van algunas similitudes:
- Como todos aquellos que ya han tomado una decisión adulta de estudiar una carrera universitaria, el trabajo y el estudio es valorado entre el resto de los compañeros y la mayoría suele levantar la mano con orgullo para mostrar que conocen un concepto o han estudiado.
- También, como todos los estudiantes que empiezan una carrera, son tímidos y les cuesta preguntar dudas o salir a hacer un ejercicio. Eso, y espero verlo en mis propias carnes –en enero empiezo a dar clases de un curso de master de ingeniería- es cuestión de tiempo. Poco a poco irán cuajando su personalidad y la seguridad en sí mismos.
- Finalmente, también existen dos clases de alumnos: los apasionados de lo que hacen –esos que les brillan los ojos cuando comprenden algo, mis favoritos-, y los que saben que no tiene más remedio que pasar por eso. Estos últimos son convertibles, con paciencia, insistencia y estrategias.
La comprendo, madame, y me alegro de su alegría. Por mi parte, este curso he cambiado de instituto. El nuevo tiene un potencial brutal en el alumnado, en muchas clases he aprobado a todos (antes solía ser la mitad). Pero..., todo tiene algún pero. Son chicos demasiado pagados de sí mismos, arrogantes y bastante poco educados. Lo malo es que, cuando les afeas una conducta, te miran con asombro. Escuchan poco, o no escuchan. Y me apena, creo que muchos de ellos estrellarán su inmenso talento contra una realidad áspera por su falta de modestia, por su escasa capacidad de adaptación a circunstancias hostiles, por su bajísimo umbral de frustración.
ResponderEliminarInsisto mucho en la educación elemental, les hago entrar de uno en uno, decirme "buenos días", mirarme cuando hablo, esperar su turno... Esto, que debería ser lo elemental y dado, no lo es, y perdemos un tiempo precioso que podría dedicarse a otras cosas.
De modo que aprovecha tu suerte. De cualquier manera, la cultura francesa es infinitamente más cortés (¿"gentil"?) en las formas que la nuestra. Creo que uno puede amar a su país sin negar la realidad, que aquí es muy mejorable.
Un regalo. Si puedes, lee esta bande desinée:
https://www.google.es/url?sa=i&rct=j&q=&esrc=s&source=images&cd=&cad=rja&uact=8&ved=0ahUKEwil2KqW3uDJAhUFWBoKHdgUCacQjRwIBw&url=http%3A%2F%2Flaprovence-bd.blog.laprovence.com%2Favant-la-sortie-du-film-relisez-les-profs-a45414&psig=AFQjCNHDXmTp6h64jQgnVD_OCd43Dm1gDw&ust=1450367491031851
Atticus: Mmm.. ya veo. Es algo temprano para la arrogancia, ¿no? Y me pregunto, ¿de donde les viene? ¿vienen de familias cultas, ricas o inteligentes? Me parece muy bien que insistas en esa educación ultrabásica, tarde o temprano, la tendrán que poner en práctica...
ResponderEliminarY gracias por la B.D.! :) Ya me habían hablado de ella, así que.. ¡a lo mejor se la pido a los Reyes!