En nuestra vida cruzan diariamente miles de personas. Algunas de estas interacciones son antiguas, aparecieron hace años, meses o tal vez días, y se quedaron en ella, gracias a una conexión mutua, esfuerzo y unas reglas no escritas con tintes de amor, amistad, coleguismo o -en una escala de mayor a menor clase-, simple conocimiento.
Desafortunadamente, muchas de estas interacciones no se dieron en el momento adecuado. Algunas llegaron cuando todavía no estábamos preparados para afrontar ésta o aquella faceta de la vida o de las personas y, muy a pesar, hizo que personas que años más tarde podrían haber ocupado una amplia casilla en nuestra vida, tan sólo hayan pasado a una categoría media de conocido, cuando no de olvidado. De la misma forma, también hubo gente que llegó a nuestra vida antes de tiempo y los relegamos a la desaparición de nuestra vida.
El único consuelo a este desfase horario es pensar que todos estos potenciales futuros amantes, amigotes o conocidos que llegaron en una mala hora, nos proporcionaron una visión telescópica con la que no contábamos. Con ellos aprendimos –en ocasiones, por desgracia, a cambio de comodines valiosísimos- a ser más pacientes, a entender, a compartir, a cuidar, a controlarnos, a respetar, a aclarar malentendidos… En definitiva, fueron parte del manual práctico para la vida, un aprender a vivir en esta vida agotadoramente sutil; tremendamente simple a grandes rasgos, complicadísima a nivel de microescala.
En parte gracias a ello y en parte, gracias a nuestra intuición –calibrada con nuestro tiempo local- hemos podido tener millones de interacciones fructíferas, valiosísimas y –tal vez a modo de consuelo- mucho más increíbles que lo que hubiera sido con las interacciones desfasadas en el tiempo.
Reencontrarte con algunos de los adelantados cuando ya hace tiempo que tomamos un buen número de bifurcaciones diferentes en nuestros camino y reconocer aquella esencia que podría haber sido una interacción de primerísima clase causa un remolino de congoja y frustración. La misma que sentimos cuando acabamos una película y queremos verla de nuevo para captar todos los detalles, ahora que sabemos el golpe final. La de desear que esta vida de ahora, fuera tan sólo una de las opciones en un Elige tu propia aventura.
Llegamos demasiado tarde a un mundo demasiado viejo.
Arturo Pérez-Reverte. La carta esférica
Creo que se por donde vas... A mi tambien me causa una fustracion enorme el ver como por mi lado pasan personas muy interesantes y se alejan... Por suerte, hay otras que permanecieron... Besazo desde las Patagonias.
ResponderEliminarAnónimo: Quizá seamos incapaces de absorver todas las interacciones valuosas... Una especie de mecanismo de selección natural. O tal vez no.
ResponderEliminarCompletamente de acuerdo en que siguen existiendo muchas muy valiosísimas... ;)
Más besos
Aunque ya en el colegio nos hablaban de las dimensiones "espacio" y "tiempo", creo que no llegamos a ser conscientes de su importancia hasta que en la practica vivimos algun episodio en el que nos convertimos en protagonistas desafortunados del desacople entre ambas... Ya te echo de menos!!!
ResponderEliminarC. Dubitatus: Si, la práctica es estrictamente necesaria para entender la teoría... Afortunadamente, también nos hemos evitado estar en guerras, edades medias y otros devenires gracias a ese desacople... :)
ResponderEliminarSniff también.