¿Cómo nos comportaríamos si éste fuera nuestro último día como raza humana? Si, si supiéramos con certeza que ya no nos quedan más vidas, más deudas, más hipotecas, más océanos, más ordenadores, más amor, más tecnología, más naturaleza, más familia, más trabajo, más amigos, más nada… Si supiéramos que nos encabezamos directamente hacia la desaparición.
Sé que muchos nos hemos planteado esta hipótesis varias veces…. Y si, conozco la primera respuesta que viene a nuestras mentes -calenturientas-… Sé de hecho, que muchos nos hemos propuesto vivir cada día con la misma urgencia... Pero no estoy segura que hayamos entendido bien el concepto. La nada es algo demasiado abstracto como para hacernos realmente a la idea.
En casi todas estas hipótesis, podemos llegar a imaginar una bomba mortal, en un terremoto, qué se yo… Pero, ¿qué hay si éste, nuestro planeta, nuestro Sistema Solar al completo se destruyera en pedazos minúsculo y nosotros con él?. Una manera de aproximarnos a esta sensación la podéis ver en esta pedazo obra de arte del gran mago
Lars Von Trier,
Melancholia.
No, no es una película catastrófica -para eso ya tenemos las noticias diarias-, es una película sobre como la destrucción del mundo puede darnos la serenidad imprescindible. Y todo ello decorado con escenas increíbles, cielos con dos lunas, Tristanes e Isoldas de Wagner y
ocho minutos iniciales que quitan el aliento. Espero que no sólo os deje indiferente, sino que a partir de ahora, este mundo tenga otro color.
Erróneamente y en sentido impropio solemos dar el nombre de melancolía a la tristeza, al mal humor o, simplemente a la cachaza. Hemos dicho que la melancolía se manifiesta en la tristeza, pero no por ello se ha de confundir aquella con ésta. De tales predisposiciones a la melancolía nadie está libre en absoluto, ni aún el estoico, el sabio, el dichoso, el sufrido, el piadoso o el representante de Dios. Todos llegan a sentir estos malestares, en mayor o menor grado, durante periodos mas o menos largos. Si diéramos al concepto en cuestión tal significado, deberiamos llegar a la conclusión que la melancolía es el carácter inalienable de todo mortal.
Anatomía de la Melancolía. Robert Burton.
No hay comentarios:
Publicar un comentario