(Una versión maravillosa de esta canción, aquí)
Pienso en la época en que el mundo conocido apenas existía para nosotros cuatro; los días eran simplemente espacios entre sueños, espacios entre capas móviles de tiempo, de actividades, de charla intrascendente... Un flujo y reflujo de asuntos insignificantes, un husmear cosas muertas, fuera de todo ambiente real, que no nos llevaba a ninguna parte, que no nos exigía nada salvo lo imposible: ser nosotros mismos.
Justine. Lawrence Durrell.
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