(Un abrazote desde aquí, Bea, por la canción)
Llevo un tiempo buscando piso en París en la distancia para mi nueva etapa que se aproxima inminentemente y la verdad es, que si bien varias personas me habían asegurado que era toda una hazaña propia de un descendiente directo del Cid campeador encontrar algo a un precio asequible, pensaba que exageraban o que habían tenido mala suerte. No podía imagina que era completamente verídico.
Aún no he aterrizado allí y pienso hacerlo con muchísimas ganas y toda la carne en el asador, pero así a priori, me parece muy sorprendente –cuando menos- que en una de las ciudades más increíbles del mundo, abanderada de la libertad y la igualdad, la gente viva hacinada. Estoy viendo gente de más de 40 años pagar 700 euros por una habitación en un piso compartido y aún así darse de bofetadas por conseguir uno. Estoy viendo pagar cantidades astronómicas por 20 metros cuadrados. Estoy viendo multitud de trabas burocráticas para alquilar un habitación. Y no sigo, que no es el lugar ni el momento.
La verdad es que pensé que, en esta nueva aventura mía en el extranjero, al ser en otro país de Europa -además de viejo conocido, sobre todo para los que somos del norte-, no tendría un choque cultural tan grande como el que tuve en EEUU, país con una historia y desarrollo muchísimo más divergente al nuestro en comparación con los europeos. Y sin embargo, creo que aún no estoy allí y ya me estoy llevando una gran sorpresa: ¿cómo es posible que la gente aguante eso tanto tiempo? Si gente como yo, que tenemos un sueldo medianamente digno, ahorros, contactos y por eso mismo, pertenecemos a un porcentaje muy pequeño de población, casi no podemos llegar a optar a un piso de 20 metros cuadrado, ¿quienes puede hacerlo entonces? ¿Porqué, entonces, la gente sigue viviendo así? ¿Es que la belleza, el alma, de la ciudad compensa lo suficiente? ¿Por qué no se alían entre ellos en lugar de pelear por ello? ¿No se trata de uno de los países del mundo que ostenta la fama de ser reivindicativo?
Y ya en un nivel más de filosofía: ¿Por qué aceptamos ciertas cosas? Supongo que es por el mismo motivo que la gente acepta estar en paro y seguir yendo a trabajar, o piensa que su amante dejará a su mujer por amor… Por una mezcla de ceguera voluntaria, pereza, miedo y ensoñación.
De cualquier manera, es sólo una primera impresión sin haber puesto el pie allí un tiempo largo. Volveré a contaros mis observaciones de éste y mucho otros aspectos una vez allá. Si algo he aprendido viajando es que una aprende cosas nuevas que valorará toda la vida y aprende a valorar cosas antiguas que no conocía su auténtico valor.
Siempre,
en todos los grandes viajes y en los libros que quieres escribir, hay una hora
en que tu sentido común y tu corazón te aconsejan rendirte, cuando nada se
parece a lo que has imaginado ni a lo que te han dicho o has leído, y también
cuando tu propio sueño se desmorona ante la realidad de tu poco valor y tu escaso
talento Incluso cuando te das cuenta de que nada es seguro y que puedes
encontrarte de bruces con lo que no imaginas. Pero es ése el momento en el que
debes vencer en el que debes
decirte que hay que seguir, porque luego comprendes que se trata del mejor
instante de tu vida.
Vagabundo
en África. Javier Reverte
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