Es el precio que se paga con los amigos del pasado, son poseedores del catálogo de los defectos de fábrica y no van a aceptar que ni el tiempo, ni el dinero, ni tan siquiera los lógicos cambios que propician la experiencia y la educación, borren lo que fuimos. Lo gordos, lo bajos, lo maniáticos, vulnerables y risibles que fuimos.
Lo que me queda por vivir. Elvira Lindo
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