(La libertad es un monumento indestructible)
En mi caso, me ha tomado mi tiempo sobrecogerme a esta ola de miedo que me ha embargado. A esta indefensión desnuda que una siente. A este riesgo de perder en un martirio más o menos rápido, todo lo que la vida me regala de un plumazo. Así, hasta ayer no pude acercarme al Bataclán. No estaba preparada para ver, en primera persona el horror. Sin embargo, caminar los mismos pasos que todas las mañana de los últimos 20 meses de mi vida de nuevo, me hizo bien. Ver gente de todo tipo, con la cabeza alta, serena y fuerte. Leer las notas que describen todo el amor y la alegría que desprendían tantas de las personas que desaparecieron el pasado viernes.
Eso, unido a este maravilloso artículo que mi amigo Manu me envió ayer –un abrazo desde aquí-, me ha hecho obligarme a poner en orden mis miedos y aunque todavía no lo he conseguido totalmente, voy a salir a la calle, a regalar sonrisas y miradas limpias al 99.9% del mundo que no tiene nada que ver con esto. Como el resto de mis hermanos franceses.
Callé, conmovido, pensando en los hombres que han sabido convertirse, a pesar de la tristeza, del dolor y de tantas luchas sin victoria, en hombres enteros: hombres si rencor, optimistas pese a sus derrotas incontables y a pobreza de sus vidas, hombres con una pasión irrenunciable por la dignidad y la libertad, hombres capaces de sobreponerse a la amargura que les proponía el sufrimiento, hombres que han trabajado en la humillación y que sin embargo sonríen alegres, hombres con una esperanza y un optimismo alzados sobre la desolación.
Vagabundo en África. Javier Reverte
Me ha gustado el artículo de tu amigo Manu: es cierto que "La alegría es un sentimiento tan puro que ni siquiera los vendedores de humo han encontrado la manera de ganar dinero con ella".
ResponderEliminarValga la redundancia me alegra pensar que los parisinos recuperan su alegría, su optimismo. Es normal que el miedo tienda a invadirnos ante tanta barbarie, pero hay que intentar por todos los medios dejarlo a un lado, vivir... porque lo que quieren ellos es eso mismo, crear el pánico, que la gente tenga miedo de salir a la calle, de mostrar su alegría.
Me alegra ver que tú también la has recuperado
Besos
Marian: Muchas gracias por tu comentario. Si, leer ese artículo fue un paso definitivo para despabilarme y comenzar a recuperar la vida parisina -congelada algunos días-. Ahí fuera, parece mentira que hace tan sólo diez días mataban a mansalva, porque la capital de la Alegría, como dice el artículo ha levantado la cabeza ya.
ResponderEliminarY aunque el miedo de fondo, ese que te hace saltar ante los pequeños ruidos, señales o movimientos, permanecerá en nuestras entrañas durante bastante tiempo -si es que alguna vez se va-, podremos decir que hemos hecho lo único valiente que podíamos hacer en estos momentos: usar nuestro derecho a alegría.
¡Un abrazo y gracias de nuevo!
Es necesario recuperar la vida corriente. Por salud mental. Y también para que no venzan. Recuerdo la portada de "Charlie Hebdo": "Ellos tienen las armas. Que se jodan. Nosotros tenemos el champán". Eso es vitalismo desafiante.
ResponderEliminarLo malo es que esto parece que está empezando. Ya nos preguntamos dónde será el próximo. Qué asco. Seguid con la fraternité. S'il vous plaît.
Atticus: Si, lamentablemente, me temo que estamos entrando en una era en la que tendremos que mirar las últimas noticias antes de salir de casa, como el que mira el parte meteorológico para ver si va a llover o no. No tengo ni idea a que nuevo estado nos llevará esto como humanidad: ¿más fraternales, más asustadizos, más aislados, más insensibles? Aún está por ver.
ResponderEliminarLo único bueno de todo esto es ser más conscientes que nunca de que la vida -la nuestra y de la los que queremos- puede cambiar en unos segundos.