domingo, 14 de abril de 2013

ALMA SOULERA

Ayer estuve en un concierto de soul con una amiga que me había invitado. Hasta ahí todo bien. El caso es que cuando llegamos unos minutos antes a la puerta del bar donde era el concierto, empezó a aparecer muchísima gente con una estética algo rocambolesca. Al comentarlo con mi amiga, me enteré que eran de estilo mod o rockabilly –chicos entre despeinados con patillas y repeinados con tupé y chicas con vestidos de Lolita o pelo corto y labios con mucho carmín-. Ya con eso me quedé patidifusa porque os juro que nunca había visto a nadie así vestido por la calle (al menos no en España, EEUU es otro tema).

   

Enseguida, empezaron a saludarse unos a otros efusivamente con lo que se me quedó con la convicción de que ellos iban habitualmente a eventos de este tipo. Pero la sorpresa más grande me la llevé cuando el concierto empezó. Ante un grupo que cantaba canciones de soul americano de entre los 60 y 80, todo el bar estaba más que eufórico. Todos bramaban sus canciones a pleno pulmón y lo más curioso, el rango de edades iba desde los 18 hasta los 70.

Y yo, que miraba todo esto como quien mira una película, no dejaba de alucinar. No seré yo quien no se abra a nuevas músicas –aunque he de decir que la música aunque correcta, me pareció muy monótona y repetitiva-, pero eso no parecía a desanimar a ninguno de los asistentes.

Tras el concierto, me despedí de alguno de ellos que habíamos entablado conversación con la sensación de que nunca más les iba a volver a ver… de que ellos iban a volver a su refugio habitual –y probablemente yo también al mío- y sólo iban a volver a salir ataviados para la ocasión en el próximo concierto soulero de las cercanías –en el que probablemente no estaría yo-. Curioso como mínimos cambios dentro de una cultura pueden producir sociedades tan segregadas.

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