sábado, 22 de junio de 2013

RENACIMIENTO



Vaya día bonito de renacimiento se prepara. Una se coge la maleta de nuevo y esta vez se va a trabajar con un colaborador y amigo a Marsella -un abrazote desde aquí, Brian-. A concluir, a zanjar trabajos pendientes. A hincharnos a discutir, a llenarnos de puntos de vista diferentes, a plasmarlo en una pequeña obra de arte que saldrá cuando acabe la semana.

Además, ante un verano recién estrenado, una comienza sus estiramientos para correr el sprint de seis meses finales de esta etapa vital, respira hondo, elabora un estricto horario consistente en ir cerrando uno por uno los capítulos abiertos que ya llevan demasiados meses rondando en los escritorios y en un febril disfrute de las noches veraniegas andaluzas, con sus risas, sus tapas, sus amigos, su arte, sus playas, sus conciertos y su alegría. Que duerma Rita, que en mi agenda no hay espacio para eso.

Y no es casualidad que esto comience en pleno solsticio de verano, en el día en que hay más luz del año, en el día en que el fuego quema todo lo malo de los últimos tiempos y la brisa y el agua esparce lo bueno que va a venir.

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