(Que la vida que ens hem perdut, simplemente no existiex)
(Que la vida que nos hemos perdido, simplemente no existe)
Y por eso, como no nos apresuremos a calmarnos, a paladearla y saborear todos los aroma que la acompañan no valdrá que luego nos imaginemos como podría haber sido. De hecho, no existirá otra versión más que lo que hayamos vivido. Es o no es. Se vive o no se vive. Y no hay más.
Nadie se va a acordar en cinco años que hayas entregado esto o lo otro a tiempo, pero nosotros mismos si que nos acordaremos de las inolvidables momentos de aquel verano, el luminoso y dorado verano.
Oro, fósforo, magnesio, papel. Allí nos encontrábamos a menudo. En verano había un tenderete abigarrado donde a ella le gustaba saborear tajadas de sandía y sorbetes de colores brillantes.
Justine. El cuarteto de Alejandría. Lawrence Durrell
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