Mira las caras de todos los niñitos que pasan. Y a veces pienso. Qué lástima, qué lástima, un día cortarán estas flores, un día apagarán estos fuegos. Qué lástima, estos, todos los que se ven en las escuelas o corren por la calle, serán un día altos y miopes y arrugados y canosos o calvos, y al fin, huesos y resuellos, morirán y serán enterrados. Cuando los oigo reír, no puedo creer que un día recorrerán mi camino. Y sin embargo, ¡ahí vienen! Recuerdo el poema de Wordsworth: "Cuando de pronto vi una multitud, una hueste de dorados narcisos, junto al lago, bajo los árboles que aleteaban y bailaban en la brisa.". Así veo a los niños, crueles como pueden serlo a veces, perversos como pueden serlo, pero sin mostrar aun perversidad alrededor de los ojos, o en los ojos, no fatigados aún. ¡Muestran tanta ansia por todas las cosas! Estos es lo que más les falta a los mayores, me parece; cómo salen los niños de la escuela. Es como si alguien arrojara a la calle un ramo de flores.
Hola y Adiós. Ray Bradbury
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