Como bien sabemos todos aquellos que hemos vivido en otro país, una parte importante de la experiencia de vivir en otra sociedad, con otra cultura, es la de saber adaptarte a sus reglas, a sus costumbres; sin juzgarlas, sin plantearte si eso está mejor en tu país que en el suyo –no al menos hasta que las hayas probado-. Es por eso que a muchos nos empiezan a rugir las tripas a eso de las 12h –la hora de comer- aunque toda la vida hayamos comido dos horas más tarde.
Una de esas costumbre intrínsecas a la sociedad francesa es la planificación de su agenda con tres o cuatro semanas de antelación. Al principio cuando llegas, propones hacer algo en un par de días, y descubres asombrada, que todo el mundo que te rodea se ha comprometido ya, que tiene muy claro que es lo que hará ese fin de semana. Vuelves a intentarlo la semana siguiente, y vuelve a pasar lo mismo… Así, hasta que te llega una invitación para ir a cenar a casa de un amigo ¡dentro de un mes y medio! Al principio, piensas que se ha confundido y le preguntas "¿te refieres a este mes, no?" Y descubres, que no, que has oído bien.
A mí lo que más me sorprende, es que esta racionalidad con la planificación del tiempo no se aplica sólo a conciertos, recitales o cualquier acto público que requiera una venta de entrada, no. Cosas tan sencillas como cenar, salir, tomar un café o incluso hablar, necesitan ser reservadas con suficiente antelación.
No se si esto dice algo del carácter de los franceses o no. A mí, cuando menos, me produce una sensación extraña el planear hacer algo que te apetece ahora para dentro de un mes. También es cierto, que a veces, cuando no te apetece algo, es cuando mejor se vuelve la experiencia -supongo que debido al factor sorpresa-.
En cualquier caso, ante esta previsión francesa, no queda otra, que empuñar la agenda y hacer lo que vieres. Así, a lo tonto, abril ya se está llenando.
Y luego dicen de los alemanes...
ResponderEliminarDesde luego, voy a hacer lo mismo. Ahora mismo apunto en mi agenda: hacer un comentario a Timonera el 26 de abril a las 17:49. Sin falta.
Atticus: Ja,ja. Estoy segura que tiene un lado bueno tanta organización.
ResponderEliminarPerfecto. Me lo apunto en la agenda. :)
Tomar el timón lo has dicho tú. Que a menudo implica dejar de quejarse y asumir que el presente nos pertenece.
ResponderEliminarUn abrazo.
Vicky: ¡Gracias por tu visita! Sabias palabras. Yo añadiría: dejar de pensar hacer cosas para pasar a hacerlas.
ResponderEliminarUn abrazo