miércoles, 26 de noviembre de 2014

PLACER A CINCO SIGMA



Lo acaricias con la lengua, al principio suavemente, poco a poco vas subiendo la intensidad. A lo largo de tu médula discurre un escalofrío de placer cuando sientes las primeras punzadas de su tacto. Aspiras ese olor profundo, juegas con el sabor increíblemente amargo que destila su piel. Tus papilas se dilatan a la vez que tus pupilas, en una súbita cúspide de adrenalina. Te derrites. Rodeas con tu lengua esa pieza delicada. Muerdes, deshaces, cierras los ojos… y el culmen.

Sólo un 1% puede provocar alaridos.

El otro 99%, es puro cacao.

domingo, 23 de noviembre de 2014

CUERDAS DE LIBERTAD

Un viernes por la mañana, ligeramente más tarde que la rutina de un día habitual. Entras en el metro, tomas asiento en ese tren de la línea 5 que, como cada día, te lleva desde Oberkampf a Placa de Italie, con ese espectacular cruce del Sena donde sin falta le dedicas un guiño a Notre Dame.



Esos minutos de retraso se notan, puedes escoger asiento tranquilamente. Te despojas del abrigo, la bufanda y las bolsas. Tomas ese artículo dispuesta a leer al menos una sección. Antes, levantas la vista, y descubres una figura encorvada unos metros más allá. Es el músico que has visto otras veces –siempre, ahora que lo piensas, que te has permitido un pequeño retraso en tu rutina-. Ese señor, rozando esa peligrosa edad en la que pronto pasará a la categoría de anciano, con su sombrero ajado, su gabardina de tono indescriptible y su mirada risueña. Bien armado con guitarra magullada y su harmónica incorporada en un atril improvisado de fabricación a todas luces, casera, comienza a hilvanar una canción tras otra.

Desde la Bourrée en mi menor de Bach, hasta el Aleluya de Leonard Cohen, esta caja de música nos va hipnotizando uno por uno. Tan sólo se toma un par de minutos entre canción y canción, para anunciarnos, con una voz mucho más carrasposa que su cante, en un francés culto y elegante, qué es lo que tocará a continuación. Después de eso, respira profundamente, cierra los ojos unos segundos, y empieza la siguiente canción accionada por el ímpetu de su alma.

En sus labios, la eterna sonrisa indescriptible. En sus ojos, ese brillo inexplicable. Nos busca la mirada, nos dedica canciones -“Vous connaissez cette chanson, madame?”, saluda a aquellos que, decepcionados por tener que acabar el concierto antes, le echan unas monedas. Con esa mirada de viejo conocido, para unos segundos para quitarse el sombrero y desear un día lleno de alegría a aquellos que reconoce de unos cuantos viajes compartidos. Nunca un Justin Beber provocó tanto fervor –o no al menos en unas condiciones similares-.

Y ese señor, que para muchos puede ser sinónimo de fracaso social –a su edad, tocando en el metro-, nos enseña una lección muy valiosa. Que uno debe tratar de hacer lo que le encanta en la vida. Muy probablemente, él tendría una vida más cómoda con un salario fijo, arropado por una discográfico o llenando estadios. O quizá no. El sabe que aquí nos tiene ganados. Que de todos los músicos que pasean por la línea 5, él es el único que se permite el lujo de no trashumar entre vagones y provocar una desaparición de auriculares a un gran número de espectadores, el que toca lo que quiere, el que evalúa, en tiempo real, el efecto que esto hace en nosotros.

miércoles, 19 de noviembre de 2014

CINERCADILLO

A no ser que viváis en otro planeta, ya os habréis dado cuenta de que ya estamos de lleno en el periodo navideño: las luces, los anuncios de relojes, de perfume de todos los años –con el actor/actriz de moda del momento-, los escaparates llenos de lazos rojos, arbolitos y campanas, etc La buena noticia es que aquí, al menos, no ponen villancicos por la calle y tampoco abusan excesivamente con la iluminación -muestra de buen gusto-. Un extra añadido a todas estas maneras de gastar dinero porque si, a modo de “escoja usted la que prefiera”, viene de la mano de los típicos anuncios navideños ya esperados por tener ese formato de cortometraje que cuenta pequeña historia, a la vez que te convence de que compres el producto, más o menos sutilmente.

Este año, estoy realmente sorprendida por el revuelo que el anuncio de lotería parece haber tenido. Sin tener televisión –pero si Internet-, ni vivir en España, al menos de una veintena de personas me han llegado comentarios sobre lo emotivo, el buen gusto, lo acertado de la temática, etc… Con todos mis respetos para todos, a mí me ha parecido lo que viene a ser un anuncio sin más. Claramente destinado a darte una razón más de porqué debes comprar lotería: el hecho de que si le toca al vecino y a ti no, vas a ser el hazmerreír del barrio. Pues vaya… con pensar lo que te has ahorrado todos estos años sin comprar, solucionado. Si es que basta con que calcular unas probabilidades sencillitas para darse de cuenta de que lo que si que es digno de ser mirado con ternura es invertir el dinero y el tiempo en eso –ojo, que cada uno haga lo que quiera, que todos tenemos nuestros lujos-.

El caso es que comentando este asunto con mi amiga Cris –un besazo y muchas gracias desde aquí-, me sugirió ver éste otro a cambio:



Para mí, a este anuncio si que se le puede llamar un película… basada en hechos reales, además –si, ya que la anterior también-. Si, se que como anuncio publicitario no deja de querer vendernos algo, pero lo hace de una manera mucho más sutil, dirigiendo nuestra atención hacia una tregua conmovedora, en un campo de batalla lleno de jóvenes que les tocó la desgracia de vivir en aquella época y en aquel país. Qué leches, eso sí que es emocionante, y no que tu vecino esté de borrachera y tú no –porque no quieres-. Lo más curioso es que, el publicista ha deslizado el producto tan sutilmente en tu mente, que al finalizar, tienes la impresión de casi no recordar aquello que te ha querido vender (esto... ¿qué es lo anuncia?). Y ahí está la gracia, porque el efecto es mucho más fuerte, sino veréis cuando veáis el producto en el supermercado. Esto si que es un buen ejemplo del uso de la elegancia con fines comerciales.

domingo, 16 de noviembre de 2014

GUIONES INTERNOS



Cuando hablas para un público siempre hay algún tipo de impostura: eres tú pero con un optimismo que no tienes, eres tú mostrando un interés que no sientes o eres tú con una preocupación social que ese día te da por culo. Debajo de la voz importante que alguien escucha en casa siempre hay una persona mucho más pequeñita. Pero esa impostura también te fuerza, te corrige, te obliga a actuar, a hacer el esfuerzo, a interpretar... Y al fin y al cabo eres tú, eres tú haciendo el papel de ti misma. 

Lo que me queda por vivir. Elvira Lindo

martes, 11 de noviembre de 2014

LA FIESTA PRIVADA


Me encantan estos días de fiesta nacional –hoy en Francia, y en muchos países de Europa, se celebra el armisticio de la Primera Guerra Mundial- porque, es de esas pocas jornadas en las que te encuentras a la gente originaria del sitio en pantuflas y en su salsa.

En estas escasas fechas, puedes observar el lento movimiento de un auténtico parisino un día de fiesta entre semana: cómo toman sus cafés al sol; cómo los amigos, las familias, las parejas comparten un brunch y disfrutan de la sobremesa en alguna terraza del centro –no totalmente abarrotadas por una vez-; cómo los parques se llenan de jóvenes desperezándose con alguna novela de bolsillo o de niños jugando a la pelota despreocupadamente; cómo los vecinos se encuentran en la calle y se tiran un buen rato poniéndose al corriente de las últimas novedades; cómo el dueño del bar de la esquina –generalmente portador de un estrés similar al de un broker de la bolsa neoyorkina- tiene un aire satisfecho y se dedica a entablar conversación con todos los que le lanzamos un saludo; cómo el boulanger de la mejor panadería del barrio sale a fumarse un cigarro mientras saborea el roce del sol en la piel.

Y es que todos los sentido alertan a uno que hoy es día de fiesta, íntima y delicada, para los de aquí. Los sonidos del trasiego de un día normal llegan mucho más apaciguados –casi se diría que esta gran urbe haya colapsado en un día de domingo tranquilo en el pueblo-. Los olores emanan de muchas ventanas y balcones con flores, donde hoy se cocinan una de esas recetas que requiere dedicación, tiempo y paciencia. Hoy es un día para sentirse autóctona.

domingo, 9 de noviembre de 2014

BÉSAME MUCHO, O NO

Hace unos días, dando un paseo por la Quai de la Seine, vi algo que me llamó mucho la atención. Al parecer, una familia francesa había quedado para reencontrarse en el mismo punto por el que yo pasaba, así que tuve la ocasión de observar el reencuentro. Curiosamente, el saludo duró cerca de diez minutos porque era una familia numerosa y todos se saludaron con todos con, no uno, no dos, no tres, ¡sino cuatro besos! La verdad es que me quedé sin saber si estaban de broma, haciendo algún tipo de saludo secreto de su familia o todo tenía una explicación lógica.

Hoy, buscando algo de información al respecto, he encontrado este enlace de alguien que, con la misma inquietud que yo, ha decidido hacer una encuesta para averiguar qué pasa con esto de los besos por doquier. A raíz de este mapa, se observa que los más besucones están en la mitad norte, lo que a priori puede parece que sea menos intuitivo porque se asume que en el norte de un país –del hemisferio Norte- la gente va a ser más fría que en el sur –mi teoría es que esto tiene que ver directamente con el clima-. Sin embargo, si uno se para a pensar un poco más, a veces menos es más, y recuerdo que en un viaje que hice hace años a Perú y Bolivia, la gente se daba un solo beso y eso me parecía muchísimo más íntimo que dos.

En cualquier caso, ¿de donde viene esta costumbre del beso como saludo? ¿Porqué en países como en España los hombres no se suelen dar y en Francia sí? ¿Porqué dos besos es más normal que cuatro en general? ¿Es por un balance entre la simetría y lo práctico? ¿Porqué en países anglosajones nadie se suele besar -como saludo-? ¿Porqué los italianos empiezan por la derecha y nosotros por la izquierda? ¿Es para ayudar al hermanamiento del pueblo italo-español?

Olisqueando un poco por internet he encontrado todo tipo de explicaciones vario pintas pero ninguna me parece demasiado seria. Eso si, he descubierto que la respuesta a todos estos interrogantes podría estar en la filematología, la ciencia que estudia los besos. Mientras encontramos a alguien que haya hecho la tesis en este tema apasionante, habrá que ir seguir investigando por cuenta propia.

miércoles, 5 de noviembre de 2014

PENSAMIENTOS CUÁNTICOS


 Nada recuerdo de ese año salvo que hubo elecciones y que alguien, en una noche que me pareció infinita, juró y perjuró que yo era catalán. Seguí mi camino. Doblé en una esquina. Soplaba con fuerza la tramontana, y recordé que en mi juventud yo deseaba ser muchas personas y ser de muchos lugares al mismo tiempo, pues ser sólo una persona me parecía muy poco. Al doblar otra esquina y azotarme con más fuerza que nunca el viento, constaté algo que hacía ya tiempo que sospechaba. Somos demasiado parecidos a nosotros mismos, y el riesgo estriba en que acabemos pareciéndonos demasiado. A medida que uno vive, progresivamente, se afianza el mismo maniático, el mismo nimio personaje. Doblé otra esquina y desde entonces aún no he despertado de esa pesadilla de despertar de una pesadilla y ver que sigo en el circo de Oklahoma, y no hay salida. 

Señas de identidad, Enrique Vila-Matas.

domingo, 2 de noviembre de 2014

MATECENTRISMO

Desde hace una eternidad, y más acuciadamente desde que trabajo en el mundo de la investigación, he tenido esta sensación de que toda la humanidad daba totalmente por sentado algo que a mí no me parecía tan evidente: la asunción de que las matemáticas describen todo lo que nos rodea: la naturaleza, el cuerpo humano, los mercados financieros, etc.

A mí siempre me pareció que las matemáticas se aproximan mucho a describir todo esto –en particular, la descripción del universo y los objetos que lo contienen, que es en lo que tengo más experiencia-, pero nunca existe un modelo perfecto. Siempre aparece una hay una dispersión, un ruido intrínseco entre lo que modelamos con las matemáticas y lo que medimos.

Por otra parte, todo lo que aprendimos en la carrera de matemáticas era un juego mental, un maravilloso ejercicio de lógica donde, partiendo de un mundo que nosotros creábamos, con unas reglas diseñadas para éste, todo tenía sentido y era perfecto. Era como escribir una novela policíaca en la que todo tenía una demostración a posteriori. Sin embargo, todo esto radicaba en nuestro intelecto, era un mundo mental que parecía sólo existir en nuestros pensamientos. Por eso siempre me sorprendió esa tremenda pretensión de que ese puro juego de diseño mental podía explicar todo lo que observábamos. ¿De nuevo una muestra más de egocentrismo humano?.

Cuando he comentado esto con mis colegas, muchos me han dicho… ¿Y qué se te ocurre entonces para explicar el universo? A lo que yo siempre respondo: algún tipo de herramienta que no somos capaces de dominar, o que no hemos dado con ella todavía… ¿Porqué nosotros, unos muñequitos viviendo en la faz de un planeta infinitesimal deberíamos tener la posesión de la receta del universo, de toda la sabiduría? Por fortuna, hace días llegó este vídeo a mis manos:



Resulta que este debate que acabo de exponer tiene muchísimos años ya –y yo sin enterarme-. A lo largo de la historia, matemáticos, filósofos, científicos y humanistas le han dado vueltas a este asunto dando lugar a un gran abanico de opiniones. Lo cierto es que me quedo mucho más tranquila.

Nota: El paisaje de arriba está generado matemáticamente usando geometría fractal. Más información aquí.