jueves, 30 de junio de 2011

LIGEROS



Uno de los motivos principales por los que siempre me he caracterizado por ponerme objetivos algo dispares y de carácter imposible e ir a por ellos, es por la sensación de yata –que diría mi sobrinín- también conocida como la losa de encima. Es algo parecido a lo que –imagino- que debe sentir un alpinista… Sabes a priori que lo pasarás mal, que andarás escasa de sueño, que te perderás algunos eventos importantes, que dejarás de disfrutar al 100% de algunos detalles de la vida… pero cuando llegues a la cima, y veas el paisaje, todo eso habrá valido la pena, y no por el simple hecho de haberlo conseguido, no sólo eso. Sino también por haber tenido el ímpetu imperecedero para hacerlo. Sea cual sea el resultado.

Lo curioso del caso es que estos días de reencuentro –físico o telefónico- con mucha de la gente que me vitamina y me llena de energía, no paro de darme cuenta que todos y cada uno de ellos son gente capaces de las hazañas más grandes por un objetivo irreal. En otras palabras, gente auténtica.

Como comentábamos hace unos días con una gran amiga en un bareto del Raval barceloní, podemos sentirnos bien afortunados de habernos formado entre gente sencilla y simple, con una gran capacidad de mantener activa la lucha por su felicidad, sean sueños reales o no.

viernes, 24 de junio de 2011

CENICERO FLOTANTE



Tras un buen porrón de años sin celebrar el auténtico Sant Joan -aquel que tiene lugar a la orilla del mar, te aromatiza con un buen olor a leña y brasas y te envuelve una ensordecedora metralla de petardos a tu alrededor-, me he vuelto a reencontrar con las noches extremadamente cortas, los amigos antiguos, recientes y nuevos, las placetas de Gràcia, las conversaciones apasionantes, la coca, el cava, el añorado sentido del humor y los deseos memorables…

Lo cierto es que este año he pedido mis buenos deseos con mucha precaución. Tengo tantas cosas buenas, que apura un poco pedir más. Así que este año, propongo el intercambio de deseos. Mis deseos ahora mismo están flotando por aire y mar en busca de una persona que los merezca para cumplirse. De la misma forma, ahora mismo, cuando me despabile y salga a la calle, un deseo sin dueño podría instalárseme en un rincón recóndito, sin que yo me de cuenta y provocar algo tan fantástico que ni siquiera podría haber imaginado de su existencia. Es la magia de Sant Joan: de entre las cenizas se crea algo maravilloso.

lunes, 20 de junio de 2011

VAGAMUNDO



Uno ama su tierra, pero si te has marchado siendo joven, ya no puedes vivir sin la tierra que te ha acogido. Cuando uno viaja, se convierte en un ser extraño: no estás a gusto en tu patria, pero cuando estás fuera la echas de menos. Te quedas sin alma al irte, y no la recuperas al regreso. Te vas y deseas volver, regresas y quieres escapar. Es una contradicción irresoluble.


Vagabundo en África. Javier Reverte

miércoles, 15 de junio de 2011

HASTA SIEMPRE



Good-bye my Fancy!
Farewell dear mate, dear love!
I'm going away, I know not where,
Or to what fortune, or whether I may ever see you again,
So Good-bye my Fancy.

Now for my last--let me look back a moment;
The slower fainter ticking of the clock is in me,
Exit, nightfall, and soon the heart-thud stopping.

Long have we lived, joy'd, caress'd together;
Delightful!--now separation--Good-bye my Fancy.

Yet let me not be too hasty,
Long indeed have we lived, slept, filter'd, become really blended
into one;
Then if we die we die together, (yes, we'll remain one,)
If we go anywhere we'll go together to meet what happens,
May-be we'll be better off and blither, and learn something,
May-be it is yourself now really ushering me to the true songs, (who
knows?)
May-be it is you the mortal knob really undoing, turning--so now finally,
Good-bye--and hail! my Fancy.

Walt Whitman

domingo, 12 de junio de 2011

OJOS NUEVOS

Hace unos días pensaba en lo extraño que va a ser a partir de ahora ir a comprar a supermercados donde los cajeros no sean encantadores y te pregunten cómo va todo, o pedir un bocadillo en un bar sin tener que pasar un cuestionario de 15 preguntas, o tener una conversación sobre artículos, congresos o departamentos con cualquier persona que te encuentres en un bar, o volver a la picaresca para sacar unas pelillas de más, o pedir excusas cada vez que toques a alguien, o trabajar sin esa atmósfera de optimismo constante que te hace escuchar un “¡buen trabajo!" cada diez minutos, o dejar de ir a tomarme un café con un libro y nada más a un sitio público, o dejar de ver sonreír a la gente por la calle… En fin, si veis este vídeo os podréis hacer una idea de lo que hablo (no os resistáis a la tentación de ver éste otro después).



En fin, no se si voy a necesitar un curso de “educación para la ciudadanía” de nuevo. Lo que está claro es que me llevo un porrón de cosas geniales que este país y su gente tiene, y me apunto otras diferentes que aquí no tienen y me hace valorar más lo que ya tenía antes –véase por ejemplo la poca empatía con los músicos que los estadounidenses pueden tener en un concierto de rock-.

Éste es una de los factores de la magia de viajar, quedarte con lo bueno de los sitios nuevos, valorar lo que no sabías que era bueno de los sitios antiguos.

jueves, 9 de junio de 2011

TAN CERCA, TAN LEJOS



Pensaba que tras años de empezar y acabar etapas, despedirme y reencontrarme con los sitios, cada vez estaría más acostumbrada. Pensaba que esta vez lo iba a dominar más, pero ayer, mientras Bono me cantaba en un estado de fútbol americano la despedida, comprendí que no es así, que esta etapa me va a doler al cerrarla del todo, que me está doliendo tanto como otras, aunque de manera diferente. Porque probablemente, yo soy una persona muy diferente a la que llegué hace casi tres años.

Siempre he escuchado que las despedidas es mejor hacerlas de un golpe, recoger todo, cerrar con llave, dar un portazo, decir hasta la vista y no volver la vista atrás. Que me expliquen como se lleva eso a la práctica. En mi caso, sólo el hecho de ir desprendiéndome de personas, lugares y cosas importantes día tras día ya me provoca una profunda congoja, una desazón que va creciendo conforme se acerca el día de la partida, y empiezas a darte cuenta, que hay cosas que la vida te trae, y otras que se lleva, que algunas puede que se queden allí para siempre, y otras simplemente puede que hayan impreso un momento, una impresión, un color en tu espectro, pero que sólo permanezca en tu recuerdo. Es ser consciente de que todo nace y muere, y sentirlo en tu piel. Es lo que hay, lo aceptas o no.

Lo cierto es que ayer, en pleno concierto de unos constantes en mi vida, los U2, a los que ya considero casi de la familia, pusieron de nuevo acordes a este nuevo momento de mi vida y, me dedicaron un Stay (farewell, so close) que nunca había sentido igual. De un golpe certero, me emocionaron, consolaron, aliviaron, acariciaron, abrazaron y soplaron las heridas. Este concierto postergado no podía haber llegado en mejor momento. Gracias a los constantes, a los que siempre estáis allí.

domingo, 5 de junio de 2011

DISOLUCIÓN



Pero tal vez la secuencia correcta, pensaba al repasar su caso, fuese primero amar, después creer amar, y al fin dejar de amar o amar un recuerdo. Ahora sabía -eso la asustaba y, paradójicamente, la tranquilizaba al mismo tiempo- que era posible, incluso fácil, instalarse en la soledad como en una ciudad desconocida, en un apartamento con un viejo televisor y una cama cuyo somier rechina cuando te revuelves, insomne. Y saber que eso podría durar toda la vida, y que ella podría extrañamente acostumbrarse a que así fuera. Resignarse a envejecer amarga y sola, estancada en aquella ciudad como en cualquier otro rincón perdido del mundo, mientras ese mundo seguía girando como siempre lo hizo, aunque antes no se diera cuenta: impasible, cruel, indiferente.

La reina del sur. Arturo Pérez-Reverte.

miércoles, 1 de junio de 2011

SAN PACO



San Francisco -mi ya tercera ciudad favorita oficialmente- y yo ya nos hemos despedido oficialmente. Con dolor en mi alma y en mis costillas, le he dicho adiós a una de las ciudades más geniales del mundo por las que nunca estaré los suficientemente agradecida de haberla considerado como mi vía de escape durante casi tres años.

Con sus rincones empinados, su luz blanquecina, su guiño soleado que siempre me ha regalado, su brisa del pacífico, sus símbolos hitchcocktianos y esa atmósfera inigualable entre bohemia e intelectualidad, probablemente sea el sitio donde más me he reencontrado en Estados Unidos. Reconocerme en esas calles llenas de bullicio y actividad, en ese anonimato a pequeña escala, embriagarme de toda la alegría innata que desprenden sus baldosas, en esa inquietud que late orgullosa por todo lo que merezca la pena.

Si algo me ha enseñado la vida es que nunca se debe decir nunca, así que espero no volver nunca a pasearte, San Paquito, me romperías el corazón. Ten por seguro que te voy a echar infinito de menos.