martes, 6 de septiembre de 2016

AVANCE MODERADO



Llevo ya unos días en los que no puedo de dejar de mirar horrorizada esa gente que deambula por las calles, cual zombis salidos de un manicomio hablando por un teléfono invisible mediante el manos libres. Me resulta una imagen esperpéntica, como salida de una novela de Bradbury ver la imagen en la que, cada uno, dentro de su individualidad pública, comparte su conversación completamente personal y, sinceramente, que a nadie le interesa con los de su alrededor.

Muchos dirán, y con razón, que esto ha sido así desde el inicio de la era de los móviles. En efecto, así es, recuerdo el horror que causaba, allá por el año 2000, ver a gente hablando por la calle, como si no tuviera un sitio donde hacerlo. Imagino que nos hemos acostumbrado a esto y es ahora, cuando la gente le hablar ya no a una máquina, pero a una persona invisible, lo que me causa estupor. El otro día, sin ir más lejos, pensé que la persona que venía hacia mí, me iba a hacer algo, ya que gesticulaba y musitaba sonidos ininteligibles mientras se acercaba a mí.

Supongo que esto no es más que otro de esos inventos que han cambiado la sociedad, en mi opinión, para peor. Se que es cuestión de opiniones y respeto aquellos que le vean el punto bueno a este artilugio –excepto el claro caso de la conducción-. Sin embargo, existen otros casos en los que me gustaría echar las manecillas del reloj hacia atrás. Por ejemplo, el uso de los grupos de whatsup que, bajo mi punto de vista, ha acabado con las relaciones profundas y las ha limitado a algo superficial, a enseñar una imagen y poco más. Otro ejemplo, el –para mi gusto, detestable- uso del twitter en las conferencias científicas. En efecto, resulta que ahora cuando los científicos "modernos" exponen sus resultados en una conferencia, se toman su tiempo para adornar la charla con chistes malos –muy malos- que luego son aclamados en twitter como si de un circo se tratara. Por el caza-pokemons, ya no voy a ni a nombrarlo, porque no puedo ni empezar a entender como tanta gente inteligente puede realizar semejante derroche de neuronas.

En fin, podría seguir con una larga lista de inventos que no creo que hayan beneficiado mucho la sociedad, pero no lo voy a hacer. En su lugar, voy a enumerar algunos de los inventos que SÍ nos han hecho más felices: la fregona, la maleta de ruedas, el ventilador, el café con hielo, el skype, los vuelos baratos, los juegos de mesa, los picnics en los parques, la poesía, el sushi, y un sinfín de cosas más que, efectivamente, ganan en cantidad y calidad a los inventos horrendos. Dejemos entonces, las manecillas del reloj en sitio.