miércoles, 31 de diciembre de 2014

SIMPLEMENTE FELIZ


Si, se que suena típico y tópico, pero hacer balance y valorar todo lo bueno, lo aprendido y lo superado de este año es un ritual que espero hacer durante años y años. A pocas hora de completar un año excepcional, toca comprimirlo en pocas palabras, las suficientes para que una pueda echar la vista atrás cuando la memoria falle y sentirse orgullosa de su vida y por ende, de la que lo completáis.

Ahí queda, pues mi resumen. Este año ha sido –y seguro que los que me leéis no tenéis la menor duda- un año repleto de felicidad simplificada para mí. Esta felicidad llana, es incluso más valiosa que la felicidad absoluta, porque se trata de felicidad innata, la que proporciona las pequeñas cosas: tener amigos, tener amor, tener salud, tener fuerza, cumplir pequeños sueños, superar las propias barreras, una sonrisa, un chapurreo, un abrazo, un paseo lleno de belleza. Casi nada y casi todo.

Que el 2015 nos traiga alegría a raudales, que mantengamos los ojos y los oídos muy abiertos para asimilarlo y que nuestras mechas sigan prendidas un buen cúmulo de minutos más. Chinchin

sábado, 27 de diciembre de 2014

PROGRESIVAMENTE VACACIONAL



Las vacaciones navideñas son siempre un periodo extraño para mí. Por una parte, están llenos de reencuentros con amigos, de los de toda la vida, de los que revoloteamos por el mundo y volvemos, de los que hemos conocido en distintos lugares y hacemos cabriolas en puntos medios inventados, de los que –en sustitución a la sonrisa presencial-, aprovechamos cada pequeño rato en soledad para hacer una llamada, enviar un abrazo telefónico.

Por otra parte, están las reuniones familiares, primero los de la familia más cercana, con los que brindas por lo conseguido este año, por la salud de la gente que quieres; donde te esfuerzas en dejar una ínfima parte de ti a esos pequeñines que corren por la casa todavía totalmente moldeables. Después existen esos días señalados en casi cualquier calendario de este planeta Tierra, lleno de copiosas comidas con la familia más extensa -rebosante de primos, tíos, etc- con los que nunca tuviste mucho que ver, y hoy todavía menos; de horas interminables delante de platos, de copas, de conversaciones vacías, previsibles y vulgares, en las que una parte de ti piensa que vale la pena esforzarse en crear un mínimo de interés por otros temas, pero la otra desiste tras un par de intentos.

Finalmente, están esos ratos fragmentados –una vez pasada la marejada inicial de reencuentros y comidas- donde una puede despertarse y quedarse en la cama dando buena cuenta a un libro recién empezado, y dejarse enganchar por la trama y meterse en un mundo paralelo donde todo lo demás se desvanece -si acaso, con alguna leve interrupción de vez en cuando-. O esos otros, donde una puede salir a caminar sin rumbo fijo y acabar la ciudad en poco minutos y encontrarse en caminos de tierra mojada, ideales para relajar la mente y dejar que los pensamientos se reconcilien y se ordenen; o acabar en la biblioteca donde una pasó incontable horas en su infancia y adolescencia y pasear por sus pasillos y acariciar visualmente esos lomos que pasaron por sus manos a una velocidad de vértigo; o asistir a una representación improvisada de un guiñol callejero donde, como una lugareña más, sigues el ritmo de una ciudad que abandonaste hace tiempo.

En resumen, estos días empiezan sumergida en un huracán de adrenalina cansada, un zarandeo cuando estás casi al límite de tus fuerzas, un encuentro con gentes queridas y otros con los que no tienes ya nada que ver, una extenuante carrera que transita, casi imperceptiblemente, a una normalidad lejana, de hace muchos años, donde las cosas eran sencillas y seguras, fáciles y conocidas. Y es ése el preciso momento, en que te sientes de vacaciones.

martes, 23 de diciembre de 2014

PROVISIONES


Quisiera escribirte una larga carta que te hiciera compañía muchos días, una carta para abrir y cerrar como un carillón y que siguiera sonando largo tiempo. Y cada vez de manera distinta. Dentro estarán los días y las noches que pasamos juntos, todos los lugares en que estuvimos, las emociones que sentí. Como si te estuviera hablando, pero sin decirte nada concreto. No me da miedo que puedas perderte en su interior. 

En todos los sentidos, como el amor. Simona Vinci

viernes, 19 de diciembre de 2014

LA ILUSTRACIÓN TEMPRANA


Esta semana me enredaron –no fue muy difícil convencerme, todo hay que decirlo- para dar una charlita a unos estudiantes de instituto franceses que venían a visitar la institución donde trabajo. Aunque al principio me paralizaba mucho impartir charlas, mi pase por E.E.U.U. me nutrió con una buena formación para ello y, la verdad es que desde entonces, lo suelo disfrutar –dar una charla, ya sea a niños o a científicos, no deja de ser como dar una clase, tratar de hacer comprender algo a alguien, y transmitirle tu entusiasmo-.

El caso es que esta vez, era un reto mayor: se trataba de dar una charla muy general de mi especialidad –con montones de palabras técnicas en inglés-, en francés, a unos adolescentes de uno 13-14 años y encima en la semana antes de las vacaciones donde todo es un caos y no tienes absolutamente tiempo de preparar nada. En cualquier caso, me armé de valor y me fui a ver a esos niños.

Al presentarme, les dije que disculparan mi francés porque no era del todo bueno y ellos me contestaron con un… “Mais non, nous comprenons tout”, que ya me hizo pensar que estos niños eran un lujo. En efecto, continué mi pequeña exposición, mientras les hacía preguntas y descubrí, emocionada, que todos sabían mucho ya del tema porque habían leído o estudiado sobre él, que tenían dudas y me las preguntaban, que se respetaban al hablar, tomaban notas y escuchaban las explicaciones con seriedad. Es más, al terminar, todos me agradecieron haber utilizado parte de mi tiempo para estar con ellos.

Después, al volver a mi trabajo, me fue inevitable pensar cómo hubieran reaccionado un grupo de niños españoles que, en el caso contrario –es decir, un investigador con un gran acento francés y un vocabulario limitado en español- hubiera venido a hacer lo mismo. No lo puedo asegurar y ojala me equivoque, pero me da la impresión que hubiera habido bastante mofas y poca atención.

Y he aquí otra de las grandes puntos fuertes de los franceses: el amor a la cultura y a la educación. Desde muy pequeños, se les hace entender a los niños que, la sabiduría es sinónimo de poder, que la cultura les hará fuertes, que la educación les hará llegar donde ellos quieran. Les infiltran en vena respeto por el conocimiento. Por ejemplo, en las paredes del colegio donde voy a francés, hay varios carteles en las paredes y en particular uno, me llama mucho la atención. Se trata de un dibujo de un niño sentado leyendo un libro con una cabecera en la que ensalza los beneficios de la lectura. Debajo, hay papelitos escritos por todo ellos donde ponen porqué les gusta leer. Ahí se puede leer cosas como: “Los libros te divierten”, “Los libros son mis amigos”, “Leer es mi afición favorita”, etc… Otro ejemplo que siempre me ha llamado la atención es que en los museos siempre hay niños con sus padres. Y no niños gritando y llorando porque se quieren ir, no. Niños que miran un cuadro y sacan sus conclusiones.

Espero que algún día esa ilustración infantil se extienda por todo el globo y que los Reyes Magos cambien un poco su equipaje -ojo, los juegos son necesarios también- y añadan una pizca más de cultura.

viernes, 12 de diciembre de 2014

RECETA CASERA

Indicaciones: Alivio sintomatico del agobio, el estrés, el cansancio y una ligera tristeza.

Contraindicaciones: Si la tristeza se mantiene durante mas de dos días, acuda al kit de supervivencia básico.

Composición: Introduzca un aria de ópera a todo trapo, añada algo de ejercicio pulmonar, aliñe con un puñado de lágrimas furtivas y, finalmente, espolvoree algo de autorreflexión.

Posología: Ingiérase sin pausa, pero sin prisa. Espere unos minutos y repita el procedimiento hasta que note mejoría.

Interacciones: La administración de este post puede provocar molestias a sus vecinos, risas dispares y flujos momentáneos y puntuales de raudales lacrimógenos. Deberían desaparecer en pocas horas. Si no es así, acuda de nuevo al citado kit de supervivencia.



No, no fue la superstición, fue su sentido de la belleza el que la libró de la angustia y la llenó de ganas de vivir. Los pájaros de la casualidad volvían a posarse en su hombro. Tenía lágrimas en los ojos y estaba inmensamente feliz de oírle respirar a su lado.

La insoportable levedad del ser. Milan Kundera.

domingo, 7 de diciembre de 2014

RECONOCER



Las horas tardaban en llegar, tardaban en pasar. Incluso daba la impresión de que retrocedían a escondidas. 

Kafka en la Orilla. Haruki Murakami

viernes, 5 de diciembre de 2014

EL SUPERPODER DEL EMPEÑO


Es curioso que en la mayoría de los casos somos desconocedores de esa tremenda fuerza que brota de nuestro interior. De esa rarísima que aflora en contadas ocasiones y dice: "A por ello", "esto lo hago por mis ovarios", etc, etc. Es decir, pocas veces nos proponemos seria y ordenadamente conseguir las cosas mediante un plan donde podemos cuantificar el tiempo y el esfuerzo propuesto.

Supongo que a todos nos ha pasado que, en algún momento, nos hemos encontrado en unas circunstancias extremas –tener que pasar un examen, entregar un trabajo, aclarar algún asunto- o… simplemente nos ha apetecido mucho hacer algo –aprender un idioma, un poema, tocar una canción- así que, hemos hecho uso de nuestra cabezonería de bolsillo y hemos insistido hasta la saciedad. Y curiosamente, hemos disfrutado del proceso, con la seguridad y la confianza de que esa serie de esfuerzos sólo nos podía llevar a buen puerto.

Esta tenacidad que viene impulsada por la ilusión, la rivalidad con nosotros mismos o una recompensa satisfactoria, sólo se consigue con un esfuerzo extra, está bien claro. Un esfuerzo que mayor o menor, siempre se puede subdividir en pequeños esfuerzos que no pueden llegar a ser incluso imperceptibles. Por ejemplo, la diferencia de dormir media hora más o menos es poca, pero si eso nos ayuda a acabar a tiempo un proyecto que nos hemos propuesto, puede darnos la llave para abrir la puerta a muchas cosas –por ejemplo, disfrutar de un gran descanso mental después-.

Lo que creo que no hacemos del todo bien en la mayoría de los casos es el hecho de que nos proponemos un reto como algo arduo y temible, en lugar de cómo un juego, una competición –con música de Rocky- donde, de un lado tenemos a nosotros mismos, y del otro el problema, -a ver quién gana-; una carrera de fondo donde, podemos ir midiendo el avance en una escala que sólo uno se fabrica –existen múltiples maneras de “cronometrarse”- con sus pequeñas recompensas en las diferentes etapas. De esta forma, reciclamos este autoempeño, desalojamos el cansancio y el vacío y le damos la bienvenida a la alegría y la energía.

Una manera muy eficaz de aprender a crear la propia carrera consiste en detectar qué es lo que a uno le gusta, le motiva o le engancha, por pequeño que sea. Por ejemplo, hace un tiempo, el equipo de Colored Glasses colgó este juego interactivo de geografía donde uno podía perder horas intentando superar su puntuación al recordar nombres de países o sus capitales. En mi caso, yo he perdido algún que otro ratejo con él, siempre intentando superar mi anterior marca. Eso me llevó a pensar que sería genial encontrar algo parecido para aprender francés, algo ligero, que se pueda hacer en ratos sueltos y que permita generar recuerdos y momentos agradables. Y ha sido una gran sorpresa porque en esa enorme bolsa de recursos de Internet, hay cientos de herramientas diseñadas con este mismo objetivo, basta que pidas por esa boquita.

Esto sólo es un ejemplo, pero afortunadamente, yo soy de las que creen que en este mundo hay más cosas infinitamente divertidas, estimulantes y energéticas que aburridas, soporíferas y cansadas –basta hacerse un recopilatorio de nuestras canciones o poemas favoritos-. Se trata de encontrarlos, identificarlos y comenzar a usarlos. Al fin y al cabo, lo que resulta una pena es que perdamos nuestro valioso tiempo y energía mental en algo que nosotros mismos no hemos escogido.

lunes, 1 de diciembre de 2014

LOS SÓLIDOS TABIQUES



Cuando pienso en el Go... Un juego cuyo objetivo es el de construir territorio sólo puede ser bello. Puede haber fases de combate, pero no son sino medios al servicio del fin, a saber: asegurar la supervivencia de los territorios de cada adversario. Uno de los logros más hermosos del juego del Go es que está comprobado que, para ganar, hay que vivir pero también dejar vivir al contrincante. El jugador demasiado ávido pierde la partida: es un juego sutil de equilibrio en el que hay que lograr ventaja sin aplastar al otro. Al final, la vida y la muerte no son sino la consecuencia de una edificación bien o mal construida. Es lo que dice uno de los personajes de Taniguchi: vives, mueres, son consecuencias. 

La elegancia del erizo. Muriel Barbery