martes, 28 de octubre de 2008

TRANSAMÉRICA


Miró por encima del hombro y no alcanzó más que a vislumbrar un estremecimiento continuo, en su columna vertebral. Mascó las briznas de una esperanza arrugada que le quedaban en su bolsillo y, lentamente, giró la manivela que defendía sus intereses. Con rigidez, poco a poco, alcanzó a echar una rápida ojeada al exterior, y con la calma mojada, expiró sus últimos pétalos en su cartera desgastada.

Añoraba la vida que no había masticado, que sólo había diseñado en su espacio de cristal.

Partió una rodaja más de su miseria.
Desafió con la mirada a su destino.
Cerró la puerta tras de si.

domingo, 26 de octubre de 2008

ANTICUERPOS

Alguien me explicó, no hace mucho, que si no existiera el dolor, nos habríamos extinguido como raza humana, porque precisamente es lo que nos hace apartar la mano del fuego cuando nos quemamos y no morir abrasados, por ejemplo. Sin embargo, ¿qué ocurre con la cobardía? Es ¿kind of the same? -Me encanta está expresión-. ¿Es la cobardía una especie de anticuerpo humano? Si no tuviéramos miedo de lo desconocido, de no controlar los resultados de nuestras acciones... ¿Las circunstancias nos permitirían seguir adelante?

Siempre recuerdo un cuentito de niños que me leyeron una vez. Hablaba de un elefante que de pequeño le habían atado su pata a un tronco y tiraba y tiraba y nunca podía soltarse. El elefante creció, pero ya nunca volvió a intentarlo... Sin saber que su libertad estaba a un simple estirón. Me aterra que eso nos pueda pasar. Que nuestros miedos nos obliguen a perdernos las cosas más geniales porque nunca lo intentamos...

INSTRUCCIONES PARA DAR CUERDA AL RELOJ

Allá al fondo está la muerte, pero no tenga miedo. Sujete el reloj con una mano, tome con dos dedos la llave de la cuerda, remóntela suavemente. Ahora se abre otro plazo, los árboles despliegan sus hojas, las barcas corren regatas, el tiempo como un abanico se va llenando de sí mismo y de él brotan el aire, las brisas de la tierra, la sombra de una mujer, el perfume del pan.
¿Qué más quiere, qué más quiere? Átelo pronto a su muñeca, déjelo latir en libertad, imítelo anhelante. El miedo herrumbra las áncoras, cada cosa que pudo alcanzarse y fue olvidada va corroyendo las venas del reloj, gangrenando la fría sangre de sus rubíes. Y allá en el fondo está la muerte si no corremos y llegamos antes y comprendemos que ya no importa.

Julio Cortázar

martes, 21 de octubre de 2008

¿SOMOS VASOS COMUNICANTES?

Ya hace días –años- que le doy vueltas al tema de la traducción y la pérdida de la carga efectiva de las palabras. Esto más bien es una reflexión en voz alta, una serie de preguntas abiertas. Así que si alguien tiene alguna opinión, sugerencia o duda adicional al respecto, que hable en este post, o calle para siempre.

He observado, que en este país enorme que me ha acogido, las parejas, los amigos, los colegas (da igual la edad, desde los 15 a los 80 años), no paran de decirse a cada momento: I love you! I love you too!. Pero siempre, es decir, cada vez que llaman por teléfono para ver si la otra persona pueden devolver una película o si salen a comprar el pan en zapatillas.

En directa comparación con mi cultura de otro país, deduzco que las palabras tienen fuerzas y connotaciones distintas dependiendo de la cultura que las utilice. Por ejemplo, nosotros traducimos un I love you como un te quiero o incluso, si me apuras, como un te amo – personalmente, esta ultima forma me suena un tanto cursi-de-doblaje-de-película-, aunque esta traducción quizá estaría más cercana a la forma francesa de je t’ame o la italiana ti amo. Curiosamente, la forma francesa me resulta de una connotación mucho más profunda que la italiana.

Sin embargo, ¿qué es más fuerte, qué expresa más? Desde mi punto de vista de nativa en castellano, un te quiero es algo muy poderoso, fuerte y profundo, absolutamente reservado para ese puñado de personas por las que estaríamos dispuestos a cambiar nuestras vida y un I love you me suena algo más cariñoso, con una cierta connotación de simpatía. Además, los te quieros no se derrochan, porque si no, pasan a perder su valor. Entonces, ¿qué ocurre con el equivalente para los anglo-parlantes de I love you?… ¿Porqué abusan tanto de ello? ¿Porque significa otra cosa o porque somos culturas diferentes y lo usamos en diferente manera?... ¿No estará siendo equivalente su I love you con un Te quiero MUCHO en castellano?. Eso sería más lógico, ya que cuando cuantificas la magnitud de tu simpatía, implica que no es absoluta, y por lo tanto, puede tener un significado parecido.

Otro caso curioso ocurre con la expresión catalana. Un t'estimo es algo –para mi percepción- bastante más suave que un te quiero. Y en este caso, creo que eso ocurre porque es castellano también podemos decir te tengo estima, forma bastante similar pero que significa que tienes aprecio y punto. Pero en ese caso, ¿cómo lo usan las personas bilingües de Catalunya? ¿Es o no equivalente la expresión para ellas?

Y sin embargo, esto está ligado a nuestra individualidad como personas, al establecimiento de nuestro centro de coordenadas como observadores en nosotros mismos y en nuestra cultura, porque, por poner un ejemplo, no tengo ni idea de si decir un Ich liebe dich puede ser muy fuerte o no, puesto que, desconozco como dicen los alemanes un me gustas o un quiero un poco de pan con la salchicha..

Pero claro, también entra en juego el concepto de sociedad: ¿Nos referimos a país, región, ciudad, conjunto de personas que hablan la misma lengua…?. Ese concepto para mi, vuelve a ser vago, ya que, de nuevo, incluso dos personas que hayan nacido en el mismo pueblo, y no se hayan movido de allí en toda su vida, se habrán relacionado con personas diferentes que les puede haber influido de una u otra manera, incluyendo su vocabulario.

Esto me hace pensar que la misma palabra, silencio, entonación... en personas diferentes, pueden provocar reacciones, estímulos, sensaciones totalmente dispares. Es algo parecido a lo que pienso cuando miro un cuadro, o voy a un concierto. Siempre me planteo la siguiente cuestión: ¿Las otras personas están viendo o escuchando lo mismo que yo? Es decir, objetivamente, ¿están percibiendo lo mismo que yo? Mucho me temo que la respuesta es no. Siempre habrá un matiz diferente que asociarás con algo externo diferente a la persona que tienes al lado. Lo que en parte me alivia, porque eso significa que todavía no somos totalmente programables. Que, aunque seamos entes muy cercanos en costumbres, raíces o culturas, nunca seremos gotas de agua. Por otra parte, me provoca cierto tipo de tristeza, ya que si las palabras, nuestros vasos comunicantes como humanos, tienen imperfecciones en sus equivalencias, indica que nunca existirá un entendimiento perfecto entre nosotros.

miércoles, 15 de octubre de 2008

CRUCES DE CAMINOS (CON CAFEÍNA)

Tras la resaca del puente de Colombus –si, para aquellos que no lo sepan, Colon llegó a América el dia del Pilar, por lo que el día del Pilar es aquí... Colombus Day, (nuevas teorías sobre la nacionalidad de Colon aseguran que era maño, y que nada más pisar América, bailo una jotica)- hoy, día laborable, he decidido hacer una de las cosas que más me gusta hacer en los EEUU. Me he ido a una cafetería a media tarde con mi ordenador a contestar unos correos y acabar de mirar unos asuntos pendientes del trabajo.

Las cafeterías aquí son lugares increíbles. Jamás nadie te mirará mal por ir sóla a una a leer un libro, trabajar con tu ordenador, escribir una carta o mirar fijamente a la pared. Será que yo tengo predilección por ellas -son algo que siempre busco en cualquier ciudad en la que viva- lugares especiales, donde puedas pasar horas y más horas, donde puedas sentirte libre para pensar, escribir, comunicarte contigo misma.. sin ningún tipo de presión, sin sentir que te están observando por el simple hecho de disfrutar contigo misma, y la vez, participando de las individualidades de otras personas. Me encanta el respeto y la comprensión que surge entorno a esa comunicación invisible, a ese espacio a tu soledad, a esa simpatía innata entre parecidos.

Y ya, el colmo de la felicidad es irse a una librería-café -negocio al que me pienso dedicar cuando deje la investigación-. Básicamente, consiste en que el cliente entra en la librería, ojea los libros que le apetezcan, y cuando descubre uno que tiene buena pinta, se pide un café y se sienta en un sillón a leerlo, sin obligaciones de compra, sólo con la intención de disfrutar.

Escribo esto, porque sentada en mi mesa junto a la ventana en la cafetería, he recordado un antiguo pensamiento recurrente en los viajes en metro hacia la Universidad cuando vivía en Barcelona. Me fascinaba coincidir por unos minutos con una muestra de gente diversa, cada uno con su propia vida, y que probablemente nunca llegaría a atisbar, pero que era completamente libre de imaginar, extrapolar e inventar. Una novela diseñada a tu medida. -¿Porqué esa chica sonríe tanto?, Seguro que ha aprobado el último examen de su carrera de Medicina. Y ese chico tan entrajado, parece cansado... Debería dejar ese trabajo de consultor y dedicarse a la música, que es para lo que está hecho… Vaya, que chico tan guapo, me pregunto que pensaría de mí si me conociera…- Así, en la muchedumbre, identificaba a mis mejores amigos, a mis amantes, a personas odiosas, a aquellas que les podría cambiar la vida… Hasta que llegábamos a Sants Estació, y ese fugaz momento, se esfumaba, probablemente para siempre. Ese instante resultaba muy frustrante para mí, me producía una mezcla de tristeza e impotencia... Proveniente de saber que al alcance de tu mano están todas las opciones, así como la imposibilidad de conocerlas todas a la vez. La conciencia de que de todas ellas, sólo nos quedamos con un número ínfimo de ellas.

lunes, 13 de octubre de 2008

NOCTURNO

Hoy, a eso de las 7.30 de la noche -sí, aquí la noche empieza en cuanto se pone el sol, y no solo es una convención, es realmente de noche, justo ese momento en que empiezas a sentir el agotamiento del día- volvía a casa caminando tras un paseo por el Downtown de Davis, y de pronto, me he dado cuenta de que... nadie más andaba en Davis. Mucha gente en bici, por supuesto, y mucho coche -cómo no, esto no deja de ser Estados Unidos- sin embargo, nadie caminando, absolutamente nadie. Y me he sentido, espeluznada, protagonista de la alucinante novela de Ray Bradbury, Fahrenheit 451, en la que, entre muchas otras cosas, el riesgo de andar podía ser mortal. Por si acaso, voy a guardar mis libros...

The last few nights he had had the most uncertain feelings about the sidewalk just around the corner here, moving in the starlight toward his house. He had felt that a moment prior to his making the turn, someone had been there. The air seemed charged with a special calm as if someone had waited there, quietly, and only a moment before he came, simply turned to a shadow and let him through. Perhaps his nose detected a faint perfume, perhaps the skin on the backs of his hands, on his face, felt the temperature rise at this one spot where a person’s standing might raise the immediate atmosphere ten degrees for an instant. There was no understanding it. Each time he made the turn, he saw only the white, unused, buckling sidewalk, with perhaps, on one night, something vanishing swiftly across a lawn before he could focus his eyes or speak.

domingo, 12 de octubre de 2008

LA ENAMORADA

esta lúgubre manía de vivir
esta recóndita humorada de vivir
te arrastra alejandra no lo niegues.

hoy te miraste en el espejo
y te fue triste estabas sola
la luz rugía el aire cantaba
pero tu amado no volvió

enviarás mensajes sonreirás
tremolarás tus manos así volverá
tu amado tan amado

oyes la demente sirena que lo robó
el barco con barbas de espuma
donde murieron las risas
recuerdas el último abrazo
oh nada de angustias
ríe en el pañuelo llora a carcajadas
pero cierra las puertas de tu rostro
para que no digan luego
que aquella mujer enamorada fuiste tú

te remuerden los días
te culpan las noches
te duele la vida tanto tanto
desesperada ¿adónde vas?
desesperada ¡nada más!


Este el poema que he leído al abrir al azar el libro de Poesía Completa, de Alejandra Pizarnik, que me he regalado a mí misma, y me ha llegado hoy, junto con unas postal de Túnez. Me ha dejado sin respiración. Afortunados aquellos a lo que a la vida nos duele tanto, tanto.

Desde aquí, un besazo a Manu, por descubrirme a Alejandra hace ya dos años en las pizarras de Paris, y otro para Patri, por regalarme unas puertas de entrada a mi nueva vida desde Túnez. Disfrutad.

sábado, 11 de octubre de 2008

PUNTOS DE INFLEXIÓN

El otoño ya esta aquí. Pensé que aquí no llegaría. Pensaba que esto iba a ser un verano imperdonablemente eterno, pero no... Ya te levantas con el ruido de las hojas revoloteando, con el viento ululante, con un nuevo frío en las costillas...

Y será porque yo siempre he sido un poco depresiva, rallada, pensante o simplemente, obsesiva con la búsqueda del sentido a todo, pero el caso es que los cambios de estaciones me producen tristeza. No sé, es el olor, el aspecto cambiante que has visto reflejado en otros entornos, en otros otoños, en otras hojas que se caían. El rememorar momentos completamente normales y vulgares de cualquier otoño anterior, como el empezar a sacar la ropa de manga larga, o notar que el día acorta ya más de lo que debería.

Muchos dirán... “Si, el otoño es lo que tiene”. Sin embargo, me ocurre con el principio del verano también. El momento en que la gente comienza a sentarse en los veladores al atardecer, todavía con una chaqueta... me pone tristísima. El olor. Huele a verano. Huele a instantes que están por llegar en momentos pasados. A épocas de transición.

Supongo que son puntos de inflexión en las esquinas del mundo. Un tributo que pagamos por andar dando tumbos por el mundo. Un recordatorio de que nuestra situación es un perpetuo cambio. Ángeles Mora lo describe a la perfección en estas líneas. Disfrutad.


ELEGÍA Y POSTAL

No es fácil cambiar de casa,
de costumbres, de amigos,
de lunes, de balcón.
Pequeños ritos que nos fueron
haciendo como somos, nuestra vieja
taberna, cerveza
para dos.
Hay cosas que no arrastra el equipaje:
el cielo que levanta una persiana,
el olor a tabaco de un deseo,
los caminos trillados de nuestro corazón.
No es fácil deshacer las maletas un día
en otra lluvia,
cambiar sin más de luna,
de niebla, de periódico, de voces,
de ascensor.
Y salir a una calle que nunca has presentido,
con otros gorriones que ya
no te preguntan, otros gatos
que no saben tu nombre, otros besos
que no te ven venir.
No, no es fácil cambiar ahora de llaves.

Y mucho menos fácil,
ya sabes,
cambiar de amor.

martes, 7 de octubre de 2008

OH, LA VIDA

Aunque ya hemos compartido con más de uno este poema extraordinario de Victor Casaus, que es un guiño a la existencia, a la vida, a saber bebérsela poquito a poco o todo lo contrario..., y que, es uno de mis pilares fundamentales, os lo dejo aquí, para aquel que todavía no lo conozca. Guardadlo bien... os seguro que os será útil en las situaciones más variopintas.

Desde aquí un beso a Inma, con quien compartimos aquella tarde mágica con Victor Casaus en el Laurel de la Reina, en la Zubia de Granada y desgranamos hasta la saciedad este poema. Un besazo también a Manu por esta foto tan increíble.

Disfrutad


¡Oh, la vida!
Que la vida no acorte el ritmo
ni la elegancia de tu paso
Que la vida no te borre el instantáneo
esplendor de la sonrisa
Que la vida no te quite la firmeza
para mirar al enemigo
Que la vida no te quite las ganas
de darle un pellizco, una mordida, una nalgada
a la vida.

Que la vida no te vaya a fosilizar
el abrazo que les das a los amigos
Que la vida no te cuartee demasiado
la ternura
Que la vida no te convenza para que dejes
de llamar al pan pan
y al vino ya tú sabes
Que la vida no te tramite a su gusto
el tiempo que te corresponde
(sobre todo si es pésimo el gusto de la vida)
y que la vida en general no te tramite.

Que la vida no te quite del todo
la timidez que te protege
Que la vida no encorve tu figura
de tragaespadas de feria
(Que la vida te jorobe sólo
lo estrictamente necesario)
Que la vida te permita vender tus versos
pero sólo por amor por una tarde
y bajo palabra de que te serán devueltos
otra tarde y otro amor.

Que la vida no te dé esa mirada retorcida
que parece haberle dado a aquel
que está ahí nadando en su propia tinta
(en la tinta de sus versos pobrecito)
Que la vida no te deje caer en la tentación
de no tener tentaciones
Que la vida no te fragmente,
ni te parrafee, ni te capitule

Que la vida no te sople al oído las respuestas
Que la vida no te pida
que no le pongas mucho a la vida
Que la vida no te deje escribir
por ejemplo "se ofertan tales cosas"
ni "en el ofertorio de sus caricias"
porque ambas son barbaridades polares
de la lengua
Que la vida no te dé una lengua
que puedas pisar
(ni siquiera con esa "elegancia de tu paso"
de la segunda línea)

Que la vida te siga dando estas ganas
de luchar por la vida,
Que la vida no te convierta
en una computadora
ni en una cassettera
ni en una máquina de escribir
(ni siquiera bajo la promesa
de que escribirás poemas impecables)
Es más
que la vida no te deje escribir
poemas impecables

Que la vida no te dé esa solemnidad
de académico
ni esa barbita de poeta respetable
Que la vida no te deje ser un poeta
a tontas y a locas
Que la vida no te quite esas virtudes
por las que algunos te odian
Que la vida te quite esos defectos
por los que algunos te aman
(o por lo menos te soportan)
Que la vida no se vaya a confundir
en las dos últimas peticiones
porque sobrevendría un desastre
de eso que ahora llaman ecológicos

Que la vida no te dé
la memoria del elefante
para que no te acusen de autosuficiencia
Que la vida no te dé
el cuello de la jirafa
para que nadie se queje
de que los has mirado desde arriba
Que la vida no te dé la coloración
cambiante del compañero camaleón
a no ser cuando estés tendido
junto a los verdaderos compañeros
bajo la aviación enemiga

Que la vida no te haga vivir
sólo de recuerdos
Que la vida no te deje olvidar
las miserias de otros tiempos
Que la vida no te quite el orgullo
de haber nacido pobre

Que la vida te aleje
de los pobres de espíritu
porque de ellos será el reino de los cielos
pero no éste.

Que la vida no te sobrecoja
salvo con los milagros cotidianos de la vida
Que la vida no te sorprenda
más de 24 veces por segundo
Que la vida no suspenda
el partido por lluvia
Que la vida no te dé tregua

Que la vida te dé otras noches
tan claras y tranquilas como ésta
para escribir poemas
donde le pidas cosas a la vida

Víctor Casaus

lunes, 6 de octubre de 2008

METAMORFOSIS DEL VIAJE


Tras pasear ayer por las empinadas calles de San Francisco, ciudad llena de símbolos y símbolo de tantas causas, me vinieron a la mente las siguientes líneas, recogidas en "El infinito viajar" de Claudio Magris, y que me descubrió una buena amiga mía: Cristiñiña. Un beso también para ti.

En el viaje, desconocidos entre gente desconocida, aprendemos en sentido fuerte a no ser Nadie, comprendemos concretamente que no somos Nadie. Y precisamente, en un lugar querido que se ha trocado casi físicamente en una parte o una prolongación de la propia persona, esto permite decir, haciéndole eco a don Quijote: aquí yo sé quién soy.

Y es que yo creo que en el fondo viajar es eso: vivir tu vida tratando de abarcar el mundo. Tratando de descubrir el máximo de aspectos, experiencias, culturas, personas y lugares posibles. Todo ello para poder quedarte al final con lo que más te gusta de cada una de ellos. Y elegir, de entre todos los sitios, aquel en que te reconozcas, aquel en que sepas quien eres, aquel en que mejor se adapten las experiencias que te han curtido y te han hecho ser quien eres. Cito de nuevo a Magris...

Utopía y desencanto. Muchas cosas se vienen abajo, cuando se viaja; certidumbres, valores, sentimientos, expectativas que se van perdiendo por el camino -si camino es un maestro duro, pero también bueno. Otras cosas, otros valores y sentimientos se hallan, se encuentran, se recogen en él. Al igual que viajar, escribir significa desmontar, reajustar, volver a combinar; se viaja en la realidad, como en un teatro, desplazando los bastidores, abriendo nuevos paisajes, perdiéndose en callejones y deteniéndose delante de falsas puerta dibujadas en la pared.


Y vuelvo a estar de acuerdo. En la esencia del viaje hay una parte de pérdida indiscutible, una parte de tí desea seguir en el sitio que acabas de dejar, rodeada de la gente que conoces ya bien, y que han pasado de ser completos desconocidos, a buenos amigos, amantes o personas muy especiales. Pero precisamente, porque sabes que nunca hubieras conseguido todo eso, sino hubieras dado ese salto a una nueva etapa, sabes que tu nuevo lugar, te deparará momentos nuevos, algunos inevitablemente duros, pero otros, llenos de recompensas en forma de experiencias. Eso sí, no serás tú, será tu nueva persona, la persona que eres en el momento de empezar este nuevo viaje, y que ha perdido parte de la esencia de la persona que fue al punto de empezar la anterior, para ser esculpida en un nuevo personaje que comienza su función...

viernes, 3 de octubre de 2008

CALIFORNIA


¿Qué mejor manera que inagurar este blog con unas líneas sobre el nombre de California? ¿Por qué? Por dos motivos fundamentales, en primer lugar, porque es el sitio en el que me acabo de instalar y empezar una nueva vida, un sitio con destino reservado, y en segundo lugar, porque estas líneas me las pasó una persona muy especial para mí. Desde aquí, un beso,

A mi personalmente me gusta el "Horno Caliente"...



La palabra California es agradable de pronunciar, agradable de escuchar, agradable de repetir. Es una palabra crujiente y suave a la vez. Es crujiente por sus cinco consonantes, todas distintas, todas tan bien puestas. Y es suave por sus cinco vocales, dos repetidas en simetría respecto de otra central irrepetida. California es una composición musical con armonía y ritmo. ¿Cómo se compuso?

En Ager, un pueblo de Lleida al pie del macizo del Montsec, se llaman californias a los calurosos desvanes, especialmente a los desvanes de las iglesias. La primera fantasía es irresistible: la palabra nace en catalán, calor de forn (calor de horno) y cuando Gaspar de Portolá, nacido en Balaguer y con casa en Ager, llega en 1768 a la tórrida península de la Baja California exclama: ¡Esto es una California! Bonito pero falso: Hernán Cortés ya usa la palabra en 1536. La etimología es la misma pero en latín, callida fornax (horno caliente) y es Cortés (que estudió latín dos años en Salamanca) o algún marinero culto quien la acuña. Quizá ni siquiera proceda del latín, sino de una mezcla de latín y alemán (que Cortés chapurreaba en honor del emperador Carlos V) y la clave sea calit ferne, es decir, caliente y lejano. Al resto de la historia, sencillamente, le damos la vuelta: Gaspar de Portolá regresa de Indias y la primera vez que sube a un caluroso desván en Ager suelta: ¡Esto es una California!

¿Llegamos así al origen de la palabra? Pues quizá no, porque en un libro de caballerías de 1510 llamado Las Sergas de Espladián, de Garci Rodríguez de Montalvo, aparece la palabra California nombrando una isla paradisiaca habitada sólo por mujeres. En el Quijote se cita esta novela entre las quemadas por el cura y el barbero para librar al hidalgo de su perniciosa adicción. Navegantes españoles, quizá el propio Cortés, usan entonces California para bautizar la enorme península, que creen una isla, no sabemos si con ironía o si con la imaginación encendida por sueños de placer y gloria. Pero ahora se debilita la etimología porque Rodríguez de Montalvo nunca estuvo allí para derretirse de calor. Un escritor puede inventar una palabra biensonante. ¿Fue Montalvo el compositor de la palabra?

Pues quizá tampoco. En la obra medieval la Chanson de Roland (1090) se menciona un lugar del norte de África llamado Califerne. Es la california escrita más antigua. Su compositor, sea éste anónimo conocido o cualquier otro desconocido, es en cualquier caso anónimo. La palabra quizá proceda de Khilifath, que significa el dominio del califa. Las palabras se seleccionan por una rara combinación de selección natural y de selección cultural. Y, como ocurre en la propia evolución biológica, con las palabras también existe la convergencia, el reciclaje, la chapuza, el multiuso...

Las cosas (las palabras) cambian de función (de significado). La pluma, por ejemplo, quizá empezara como adorno animal macho de seducción, siguiera como aislante contra el frío y la humedad, continuara por su idoneidad para volar, nada de lo cual impidió que se impusiera a la hora de escribir con tinta. Hoy persevera como palabra que nombra un inextinguible instrumento de escritura, como provocador adorno femenino, o como relleno de almohadas, colchones y edredones.

Ensayemos una historia compatible con todas las evidencias. El poeta anónimo escribe Califerne en 1090 porque la palabra le suena bien... y misteriosa. Rodríguez de Montalvo la retoma cinco siglos más tarde para nombrar un paraíso de ficción porque la palabra suena bien, misteriosa y aventurera. Cortés la retoma de nuevo porque la palabra suena bien, misteriosa, aventurera y porque, además, suena a la omnipresente sensación de calor. Dos siglos después, y con el nuevo significado consolidado, Gaspar de Portolá se trae la palabra a casa.

La palabra Potosí no es tan elegante ni musical. Empieza recia y áspera pero acaba frágil y resbaladiza. Se escurre al pronunciarla. Es una palabra improbable pero más festiva que misteriosa. ¿Cómo se compuso? También aquí hay una gran variedad de alternativas. Antonio Carlos Pavao, químico brasileño, me cuenta la última entre copas y canapés, salvando así una recepción que iba para aburrida. Potosí es un cerro en la actual Bolivia de donde se han extraído millones de toneladas de plata en los últimos siglos. Palabras como Argentina o como Mar del Plata aún señalan la ruta de este metal precioso. Según Pavao, la palabra Potosí podría venir de la expresión Poto Asú literalmente, en lengua quechua, estruendo enorme. La concentración de plata en el cerro atraería las descargas eléctricas durante las tormentas y más de uno acudiría al lugar sólo para extasiarse con el espectáculo. Comprender es encontrar la mínima expresión de lo máximo compartido. Mi viejo amigo Ángel Jové, artista, me contó, hace veinte años, curiosamente durante un paseo por el pueblo de Ager, que el abuelo de un conocido suyo frecuentaba una roca que atraía los relámpagos de las tormentas. El abuelo sabía cómo presenciar el prodigio sin riesgos y no se cansaba de avisar a los niños de la zona: en caso de tormenta no os acerquéis a aquella roca. El abuelo, por cierto, apareció muerto después de una tormenta, sentado plácidamente en el centro geométrico de la roca.



JORGE WAGENSBERG