El poeta de la alegría:
La alegría sobreviene después a las ausencias, al fin de las nostalgias. Si uno se reencuentra con lo amado y su revelación unánime, es lógico que el gozo nos abrace y a uno le vienen ganas de cantar. Aunque no tenga voz, aunque esté ronco de pasadas angustias. Después de todo la alegría es un préstamo, no nos pertenece. Es una locurita, un premio pasajero, pero la disfrutamos como si fuera propia, como un lucro, como una primavera de la vida. Ella se aferra al tiempo, arrastra su poquito de la infancia y se mete soplando en la vejez. Semana tras semana, año tras año, la alegría va llenando vacíos. Hasta que no puede más y se vuelve tristeza.
El amor:
Cuando uno permanece mucho tiempo sólo, cuando pasan años y años sin que el diálogo vivificante y buceador lo estimule a llevar esa modesta civilización del alma que se llama lucidez hasta las zonas más intrincadas del instinto, hasta esas tierras realmente vírgenes; inexploradas; de los deseos; de los sentimientos, de las repulsiones, cuando esa soledad se convierte en rutina, uno va perdiendo inexorablemente la capacidad de sentirse sacudido; de sentirse vivir.
Y el exilio:
En las huellas de ida los pies se apoyan sin problema, pero en las de vuelta la cosa se complica. Las de ida trazan el camino de los que se fueron, por hambre, por miedo o por las dudas. Las de vuelta dibujan la senda de la nostalgia o del desconsuelo. Las de ida son más hondas, más profundas, resultado de muchas cavilaciones. Las de vuelta son más íntimas, besadas por descalzos, más biográficas. En unas y otras el denominador común es la esperanza. En las de ida la esperanza son brazos y abrazos, todos de lejos. En las de vuelta la esperanza es que la memoria no haga trampas, que nos espere con los ojos de antes, los brazos de cerca, las calles de siempre, los árboles que no se derrumbaron.
Se marchó... definitivamente. Desde un aquí mi más profundo agradecimiento por haberse dedicado a escribir... Benedetti, vivirás mucho tiempo más... Te tenemos atrapado en nuestras páginas, esas que te han hecho inmortal, esas en las que vendiste tanto...
Aquí se venden frutas y verduras, pollos deshuesados, promesas incumplidas, lágrimas congeladas, espejos convexos, pisos flotantes, sonetos sin rima, dólares falsos, variedades de pánico, catálogos de olvidos, ropas informales, discursos inconclusos, membranas asfálticas, faltas de ortografía, plagas de langostas, dogmas encuadernados, plagios no denunciados, costillas de cerdo, llaves en almíbar, camisones usados, primus sin boquilla, saliva de cantantes, cepillos de colmillos, lujuria educativa, simulacros de incendio, celular estreñido, odas en joda, lentillas de contacto y tetillas sin tacto, motos descangayadas, refranes inventados, florilegios sin flores, astracanada inédita, mendigos campanudos, zapatos sin tacón, pastillas para abortos, despertadores estridentes, novelas aburridas, guitarras sin cuerdas, borradores de pésames, guía de cementerios, antología de erratas, versos en esperanto.
Adiós
Hace 4 años
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