Existen esos momentos en la vida, en los que, por un golpe de fortuna te ves realizando algo que hacía muchos años que no hacías, demasiados, tantos que ni siquiera recordabas si lo llegaste a hacer.
En los momentos previos a la realización, tus manos temblorosas toman el objeto en cuestión pensando que nunca serán capaces de lograrlo, te entra un momento de duda, vacilas e incluso empiezas a salivar, con un absurdo tinte de preocupación.
Sin embargo, en el preciso instante en que sientes el contacto de aquello con tu piel, una convulsión te zarandea: te encuentras con tu niñez cara a cara y, bruscamente, te preguntas en que momento dejaste de sentirte así, como una niña: sin problemas, sin preocupaciones, con ganas de jugar.
Pero una vez sobrepasada la sorpresa inicial, fundes tu ser y tu mente, y te ríes, cantas, saltas, te alborotas, das volteretas… y te sientes limpia, luminosa, libre… como una cometa.
Adiós
Hace 4 años
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