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Sin embargo, cuando tienes en tus manos un billete para atravesar en tan solo unas horas un océano entero, testigo de piratas, navegantes, barcos titánicos, búsquedas de mundo nuevos, naufragios y mensajes en botellas; descubres con alegría, que estás a tan solo unas horas de abrazar a tu gente querida, a las calles cambiantes, al acento que todos llevamos dentro.
Entonces abrí el bolso de los viajes cortos y empecé a meter en él recuerdos al azar, objetos insignificantes pero entrañables, imágenes sintéticas de lo feliz, letras que juntándose narraban sufrimientos, últimos abrazos en la primera frontera, atardeceres sin ángelus y con tableteos, sonrisas que habían sido muecas y viceversa, desvanecimientos y corajes, en fin, una antología de la hojarasca que el viento de la costumbre no había conseguido borrar de la faz de la guerra.
Buzón del tiempo. Mario Benedetti
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