viernes, 9 de septiembre de 2011

OLISQUEANDO

No se si lo habéis notado, pero las ciudades –como las personas- desprenden olores característicos. No siempre, solamente en ocasiones. A veces el aroma dura unos segundos, otras se mantiene durante semanas, y en muy raras ocasiones, se nos mete entre los sueños y no se desagarra nunca.

Barcelona tiene un perfume totalmente característico de humedad. Se desprende sobre todo en las noches gélidas o lluviosas de invierno, o en las de verano… Huesca tiene un aroma a vino rancio… Granada es más como a café algo quemado… París rezuma fragancia a leña… En San Francisco se respira el olor a hierba mojada… En fin, cada uno tenemos nuestra lista particular. Supongo que algunas más objetivas que otras.

Las personas, por supuesto, también tienen un olor permanente. Basta con pasar una noche con alguien para que ese olor te acompañe todo el día. Por no hablar el de nuestros padres o hermanos. El caso es que éste es más indescriptible es quizá más sutil, o más mezcla, o menos inclasificable.

Lo cierto es que, si por un motivo totalmente casual, nos cruzamos con un olor evocador de otros tiempos, personas o lugares, tengamos por seguro que nos transportará automáticamente. Por unos instantes, nos dejará perplejos, indecisos y melancólicos. Algo ciertamente cercano al transporte espacio-temporal.

Cleopatra huele a canela, pero no siempre. Por la mañana huele a sudor dulce, a sábanas que se enredan en las piernas que no quieren abandonar el sofá cama tan temprano (las seis), a enfado con la vida, que empieza demasiado pronto y que la arroja a los brazos de una realidad fría y solitaria. A mediodía huele a sudor amargo, a lejía, a amoniaco perfumado, a estropajo, a comida barata tomada de pie, en el metro o en el autobús, o apoyada en el banco de la cocina para no perder tiempo. Por la tarde es cuando huele a canela. Y a cansancio, y a tobillos hinchados, y a huevos, y a leche, pero sobre todo a eso, a canela.

El tiempo mientras tanto. Carmen Amoraga

4 comentarios:

  1. Chica, las ciudades todas tus ciudades huelen bien??? Yo hay dos, cuyos aromas prefiero no recordar.
    Besos
    Bea

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  2. Bea: El olor a vino rancio y a humedad no es que sea muy agradable, pero al final te acostumbras...

    Intrigada me has dejado. Ya me contarás.

    Besos

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  3. Y Zaragoza huele a col.

    ¿Huesca huele a vino rancio?
    Pues yo me habré acostumbrado.

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  4. HombreRevenido: ¿¿¿¿Col???? Dios, no hay nada que deteste más en el mundo... Bueno si, su olor. Puagh.

    A mi Huesca sí que me huele a vino rancio (quitando en San Lorenzo, que entonces huele a vino y albahaca). Date una vuelta ‘olfativa’ por el casco viejo y alrededores de San Lorenzo y ya me cuentas.

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