miércoles, 28 de marzo de 2012

AGRADECIDA Y DESEOSA



Hoy es ese día especial en que puedes agradecer todo lo bueno que eres, que está en tu vida; regocijarte con lo tanto que has conseguido y consigues cada día; sentir el calor de tanta gente buena, limpia y resplandeciente a tu alrededor que te mima, te cuida, te quiere; sentir el cuerpo lleno de orgullo por defender tus valores y tu honestidad a capa y espada, aunque eso te haga vulnerable, aunque eso cueste esfuerzo, sudor y lágrimas…

Pero además, hoy ese día en que le puedes pedir deseos al mundo. Puedes pedirle todo aquello en que quieres convertirte; los conciertos que quieres vivir, la gente que quieres conservar a tu lado, la multitud de logros que quieres seguir consiguiendo, la salud de los queridos, el destierro definitivo de la tristeza, los enamoramientos sin dolor, las noches que no acaben nunca, los viajes a cualquier rincón desconocido del mundo, los fines del mundo bailando y todo lo que nos queda por vivir…

Mañana me autoregalo un Viaje al País del Hielo, nos vemos en un par de semanas.

Y ahora, ahora, en este momento de mi vida, no quiero casi nada. Tan sólo la ternura de mi amor y la gloriosa compañía de mis amigos. Unas cuantas carcajadas y unas palabras de cariño antes de irme a la cama. El recuerdo dulce de mis muertos. Un par de árboles al otro lado de los cristales y un pedazo de cielo al que se asomen la luz y la noche. El mejor verso del mundo y la más hermosa de las músicas. Por lo demás, podría comer patatas cocidas y dormir en el suelo mientras mi conciencia esté tranquila.

También quiero, eso sí, mantener la libertad y el espíritu crítico por los que pago con gusto todo el precio que haya que pagar. Quiero toda la serenidad para sobrellevar el dolor y toda la alegría para disfrutar de lo bueno. Un instante de belleza a diario. Echar desesperadamente de menos a los que tengan que irse porque tuve la suerte de haberlos tenido a mi lado. No estar jamás de vuelta de nada. Seguir llorando cada vez que algo lo merezca, pero no quejarme de ninguna tontería. No convertirme nunca, nunca, en una mujer amargada, pase lo que pase. Y que el día en que me toque esfumarme, un puñadito de personas piensen que valió la pena que yo anduviera un rato por aquí. Sólo quiero eso. Casi nada. O todo.

Angeles Caso.


(El texto completo lo podéis encontrar aquí)

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