miércoles, 24 de septiembre de 2014

EL INSTINTO DE SUPERVIVENCIA


Resulta increíble comprobar la elasticidad de nuestra fuerza. Poder echar la vista atrás, y comprobar que nuestra ilusión, cabezonería o fuerza voluntad nos ha hecho llegar hasta donde hemos llegado. Comprobar que las veces que nos hemos encontrado agotados, en el límite de nuestras fuerzas, al mando de un volante tembloroso con el indicador de la reserva de gasolina en rojo, la propia vida nos ha dado una tregua en forma de abrazo, consejo o palabras balsámicas. Sabernos buenos conocedores –aun inconscientemente- de los resortes de nuestros laberintos, como para no permitir que nada, ni nadie, nos vacíe del todo. Exprimirnos, machacarnos y esforzarnos para, a la vez, saber cuidar de nosotros mismos como si se tratara de nuestras propias crías. Ser capaces de llegar al hartazgo ante aquellos que sólo nos hacen daño. Expandir los límites de nuestra esencia para contraernos cuando sea necesario. No dejarnos agotar al 100%. Reconocernos seres supervivientes.

No, pero... el dolor está bien, ¿sabéis? Menos mal que existe... El dolor es la supervivencia, niños... ¡Sí, sí! Si no existiera, dejariamos las manos en el fuego, y así aún conservamos los diez dedos de las manos ¡es porque soltamos un taco cuando fallamos con el martillo y nos damos en el dedo en lugar de en el clavo!

Anna Gavalda. El Consuelo.

4 comentarios:

  1. "Elasticidad" es la palabra. No somos conscientes de nuestras posibilidades, pero son muchas más de las que creíamos. Ni debemos dejar que pase la vida lamiéndonos las heridas y mirándonos el ombligo. Pues no.

    (He leído un par de libros de Anna Gavalda. Me parecen muy flojos, mucho diálogo y poca sustancia. Muy apropiados para una peli de cine francés, pero literariamente me quedo con ganas de más. Es una opinión).

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  2. Atticus: Bravo, ¡eso es! También lo decía porque somos seres capaces de aguantar grandes pesos y saber recuperarnos cuando nos dan una tregua.

    Respecto a Anna Gavaldá, esta vez coincido con tu opinión sobre sus libros. Yo me he leído sólo éste (además, recuerdo que lo empecé y acabé en el primer vuelo a San Francisco cuando me mudé por primera vez) y también lo encontré una lectura muy ligera y con mucha tendencia al dramón.

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  3. Exprimirnos como una naranja para obtener delicioso zumo... ¡Rico, rico! ;-)

    ¡Me gusta el impulso vital de este post, Timonera!

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  4. Luz: Ja, ja, ja. Otra manera de decirlo, ¡muy bien!

    Gracias, ¡un abrazo!

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