Bendito efecto sanador de las vacaciones. Esos días en los que no existen relojes, ni ordenadores, ni prisas y tan sólo quedan los reencuentros, los juegos, las risas y el descanso. Feliz reposo a todos.
Iba cantando aquella canción sin apenas mover los labios pero transportada, tranquilizada y mecida por ella, borrando el sonido bronco de la ciudad y dejando mi corazón en el viento, donde las nubes son pequeños titulares en la portada del cielo, las lágrimas agua salada y la luna está llena y alta.
Lo que me queda por vivir. Elvira Lindo
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