domingo, 22 de noviembre de 2015

LA CALMA


Según habría de contármelo Gould, el mundo puede verse de dos formas. Como un reloj donde las cosas ocurren puntualmente, regidas por una voluntad superior. O como un plano con infinitos puntos dispersos, que pueden unirse según desee uno. 

La mujer que buceó dentro del corazón del mundo. Sabina Berman

jueves, 19 de noviembre de 2015

RETOMANDO FUERZAS

(La libertad es un monumento indestructible)

A pesar de la magnitud de los eventos de la semana pasada, una de las cosas que me ha impresionado muchísimo desde el primer instante es ese afán de los parisinos de recuperar la vida, la misma de hace una semana, en este maravilloso lugar –ningún extremista podrá hacerme cambiar de opinión sobre París-. En efecto, dos días después de un viernes de terror, las terrazas, los bares y las calles están llenas y veo numerosos signos de amabilidad hacia gente de diferentes religiones –como si los parisinos hubieran comprendido que esto no ha sido sino una trampa para horadar su Fraternité-. Desde aquí, toda mi admiración y mi respeto hacia los ciudadanos de este país que siempre he admirado entre otras cosas por ese amor a la educación y que hoy, en la práctica, demuestran más que nunca.

En mi caso, me ha tomado mi tiempo sobrecogerme a esta ola de miedo que me ha embargado. A esta indefensión desnuda que una siente. A este riesgo de perder en un martirio más o menos rápido, todo lo que la vida me regala de un plumazo. Así, hasta ayer no pude acercarme al Bataclán. No estaba preparada para ver, en primera persona el horror. Sin embargo, caminar los mismos pasos que todas las mañana de los últimos 20 meses de mi vida de nuevo, me hizo bien. Ver gente de todo tipo, con la cabeza alta, serena y fuerte. Leer las notas que describen todo el amor y la alegría que desprendían tantas de las personas que desaparecieron el pasado viernes.

Eso, unido a este maravilloso artículo que mi amigo Manu me envió ayer –un abrazo desde aquí-, me ha hecho obligarme a poner en orden mis miedos y aunque todavía no lo he conseguido totalmente, voy a salir a la calle, a regalar sonrisas y miradas limpias al 99.9% del mundo que no tiene nada que ver con esto. Como el resto de mis hermanos franceses.

Callé, conmovido, pensando en los hombres que han sabido convertirse, a pesar de la tristeza, del dolor y de tantas luchas sin victoria, en hombres enteros: hombres si rencor, optimistas pese a sus derrotas incontables y a pobreza de sus vidas, hombres con una pasión irrenunciable por la dignidad y la libertad, hombres capaces de sobreponerse a la amargura que les proponía el sufrimiento, hombres que han trabajado en la humillación y que sin embargo sonríen alegres, hombres con una esperanza y un optimismo alzados sobre la desolación. 

Vagabundo en África. Javier Reverte

domingo, 15 de noviembre de 2015

SENSACIONES

Hablar de violencia, de radicalismo y extremismos es tan complicado que no se hacerlo. Así que me voy a limitar a contaros con una aproximación muy burda en formato palabras, de cómo debe ser vivir en país con esos ingredientes. Lo puedo contar, porque este viernes, 13 de noviembre, vivimos en París un simulacro tremendamente realista.

A estas alturas, todos sabemos lo que ha pasado. Lo de siempre, la falta de educación, la ausencia de autorreflexión y una carencia de personalidad propia lleva a masas de personas a hacer actos que no tienen ni pies ni cabeza. Eso no importa demasiado, mientras no afecte al de al lado, o al de al lado a la enésima potencia. Es entonces cuando te sientes indefensa, y frágil y pérdida. Cuando las reglas del juego cambian sin tu consentimiento. Y te preguntas cómo debe ser vivir todos los días en una tortura similar.

Este viernes, cuando allí fuera unas manos impasibles disparaban contra jóvenes que tomaban algo, cenaban o escuchaban un concierto como yo tantas veces he hecho en esos mismos bares y esa misma sala, tuve la fortuna de estar viendo una película en unos cines cerca de mi trabajo. Cuando ésta estaba terminando, algo de inquietud empezó a extenderse por el cine, un par de personas dejaron la sala bruscamente hablando por su teléfono y algunas otras miraban su teléfono sin parar. Allí nos enteramos que estaban matando, en París, en varios sitios, a cualquier persona, sin criterio, sin orden aparente ninguno. Joder, esa sensación es terrible, escalofriante y no se la deseo a nadie.

Cuando conseguí hablar con mi familia, me enteré que uno de los tiroteos (el del Bataclán) está a tan sólo cinco minutos de mi casa a pie, justo donde cojo el metro todos los día para ir a trabajar. Evidentemente, eliminé la opción de ponerme a seguro en mi casa. Luego me enteré que tampoco hubiera podido, porque habían evacuado la zona. Esa es otra vivencia horrible. Saber que el sitio que consideras tu casa, tu hogar, tu refugio, ha dejado de serlo.

Mientras nos apresuramos a ponernos a buen seguro, y cogíamos un autobús para ello, no dejábamos de mirar a nuestro alrededor, esperando ver, en cualquier momento a un loco con una metralleta, apuntándonos con una sonrisa despiadada. Tercera vivencia de pesadilla. No saber donde está el peligro y si te va a tocar a tí. Ésta, sin embargo, es algo que viene de fábrica y siempre estará con nosotros. Nuestro cerebro es capaz de hacernos olvidar que la muerte, cualquier tipo de muerte, nos puede acechar en una esquina cualquiera. Pero la realidad es la que es, seamos conscientes o no.

Finalmente, la sensación de, aún estar a seguro, saber que podrías haber sido tú. Que si eso hubiera sido de lunes a jueves, tenía muchas papeletas de que me hubiera tocado la china. Mismo sitio y misma hora, sólo que un día afortunado. Lo poco que hace falta para que las auténticas prioridades salgan a flote. Levantarte por la mañana y mirar el periódico esperando encontrar muchos más masacres. La espera de la bomba de relojería. Monstruosa y despiadada sensación.

Y aún así y con eso, hoy, cuando he entrado en mi casa finalmente, y he visto que todo estaba en orden, que mi barrio parecía más o menos tranquilo –la gente en sus terrazas, los comercios abiertos, los autobuses y metro con normalidad-, he experimentado una última sensación: la de alivio, la de sentirme tremendamente afortunada -una vez más-, la de saber que la vida me ha dado tregua, que esta vez no me ha tocado a mí, ni a los que quiero, que las cosas importantes son muy pocas y muy claras, que la vida puede ser tan corta que mañana, ya no estemos aquí.

Paz y amor desde aquí a la gente importante, ésa que hacéis del mundo un lugar habitable al fin y al cabo. Mi más enorme gratitud a todos los que durante este fin de semana me habéis mandado más de trescientos mensajes, llamadas y correos.

La guerra como sublimación del caos. Un orden con sus leyes disfrazadas de casualidad. 

El pintor de batallas. Arturo Pérez-Reverte

miércoles, 11 de noviembre de 2015

SUPERANDO LA FICCIÓN

En tres semanas se celebra aquí, en Paris, la XXI conferencia sobre el Cambio Climático Mundial organizado por las Naciones Unidas en el que se discutirán posibles soluciones a lo que ya es un hecho irrefutable y se tratarán de dar diversas soluciones. 

Este tema, muy polémico hace unos años –irónicamente relacionado con las elecciones estadounidenses- no puede ser dejado de lado ya que, la enorme mayoría de nosotros ha experimentado comportamientos extraños en la meteorología de la región que habite -para muestra el botón de estos días: desde hace casi un mes, estamos viviendo un extenso Veranillo de San Martín, con temperaturas de 24 grados en noviembre-.

En relación a esta conferencia, ha llegado a mis manos unos vídeos y herramientas de Climate Central, una organización de científicos estadounidenses que tratan de documentar y recopilar evidencias científicas para el futuro amenazador que se nos viene encima.


(En inglés sólo)

Esta página, me ha sorprendido y me ha dejado bastante preocupada. Por ejemplo, me ha dejado estupefacta que el objetivo a día de hoy por el que luchemos es que seamos capaces de aumentar el calentamiento global tan sólo dos grados a nivel mundial. Aparentemente es inevitable menos de eso, lo que me parece ya una triste consecuencia de nuestro paso industrial por el mundo.

En esta herramienta fabulosa –a nivel informativo, los resultados son espeluznantes-, uno puede buscar una ciudad costera mundial y automáticamente nos devuelve como se verá esta ciudad con 2 grados de más (lo que seguro que pasará) y con 4 grados de más. Espeluznante visión de Nueva York, Rio de Janeiro, Amsterdam u otras más cercanas como Barcelona o Valencia. No sólo personas, ciudades, monumentos y muchas otras cosas más se verán afectadas, sino que, además, estaremos un poco más cerca de eliminar artificialmente aquello que la naturaleza nos ha dado.

¿Cómo es posible que nosotros, minúsculos seres humanos, hallamos sido capaces de hacer algo tan impactante como cambiar sustancialmente la temperatura del planeta? ¿Cómo es posible que la gran mayoría de empresas todavía estén contaminando a sus anchas sin ningún tipo de restricción? ¿Hasta cuando puede durar lo de ojos que no ven, corazón que no siente? ¿Hasta que nuestros hijos -o la descendencia de la Humanidad, lo mismo me da- tengan que lidiar con ciudades sumergidas?  ¿Cómo es posible que el presumible avance económico haya hecho un año tan irreparable en la naturaleza sin inmutarnos?

Quizá lo que realmente se debería discutir en esta conferencia cuales son las prioridades de nosotros, como Humanidad –lo siento pero el dinero no nos va a salvar de ahogarnos- o, el verdadero concepto de progreso social. Todos a remangarnos y a hacer algo ya. Por nosotros mismos.

Aquí, una excelente explicación de todo esto en castellano.

domingo, 8 de noviembre de 2015

A PELO



También un paseo huye del control preciso de un designio y una voluntad, porque no puede saberse si algo y qué, en el primer cruce, hará que nos desviemos del recorrido previsto. Todas las cosas fundamentales -el amor, la felicidad, el sufrimiento- suceden por azar o por gracia, cuando soltamos las riendas y nos dejamos llevar por la vida como un bastón en las manos de un viandante. Sí, yendo así al encuentro de lo que pueda suceder, recibimos dádivas inesperadas, nos abandonamos felizmente a la existencia, confiados en su magnanimidad y dispuestos a creer que provee mejor que nosotros de aquello que en verdad necesitamos. 

El infinito viajar. Claudio Magris

miércoles, 4 de noviembre de 2015

TIRA PORQUE TE TOCA


Aquellos que me conocéis, sabéis que me pirran los juegos de mesa. Desde que era una niña y aprendí a jugar al guiñote –juego de cartas aragonés por excelencia- con mi padre, disfrutaba el esperado momento del café de las reuniones familiares en las que se sacaba un tapete, una baraja y se formaban equipos. Recuerdo como admiraba a mi abuelo que, con el paso de los años, había desarrollado una complicada táctica de marques y tecnicismos para recordar las cartas ya aparecidas o deducir –que no adivinar- las que el adversario llevaba. Cuantos años nuevos me habré ido a dormir a las 5 de la mañana tras ganar a 15 cotos a 13 a mis tíos y abuelo, mientras todos mis primos cerraban los bares –yo no tenía permiso para salir por ser la benjamina-.

No sólo eso, también recuerdo entablar partidas interminables –a menudo contra mi misma, ya que no había nadie que soportara semejante martirio- de juegos varios como el siete y medio, el Monopoly, el Trivial, el Tangram, el cuatro en raya, Misterios de Pekin –adoro ese juego-, el Risk y… básicamente todo lo que se me pusiera en medio. Lo cierto es que disfrutaba mucho combatiendo –amistosamente- con la mente. Ingredientes como la tensión, la suerte, la estrategia, la previsión, la prudencia, el atrevimiento y la inteligencia estaban en juego en cada partida.

No os diré mi gozo absoluto cuando en uno de mis cumpleaños recibí una versión nuevecita del último Trivial del mercado. Desde entonces, cuento con otro estadounidense reciclado que compré por 3 dólares y otro de bolsillo francés también de segunda mano.

El caso es que la semana pasada, di otro brinco de alegría cuando recibí como regalo un… ¡Monopoly Parisino!  La de veces que habré jugado yo con aquel Monopoly madrileño que teníamos –curiosamente conozco el nombre de me muchas calles y estaciones de Madrid sin haber estado nunca en muchas de ellas- y me habré hecho millonaria y arruinado… ¡Y ahora tengo la oportunidad de hacer lo mismo en Paris!. Este Monopoly -que ya está estrenado, por cierto- me permitió el lujo de ganar la primera partida en su tablero –os desvelo un secreto: el que tiene las naranjas, sea de la ciudad que sea, tiene ganada la partida-.

Me gustó esa visión de la ciudad totalmente diferente a la yo tengo. Aquí podéis encontrar las calles del Monopoly Parisino y su explicación. En mi caso, yo hubiera substituido muchas calles por algunas de mis favoritas. Sin embargo, lo que más disfruté fue deambular, aunque fuera con dados y dinero de papel, de otra manera diferente por las calles de mi Paris. Desde aquí un beso y muchas gracias a Rodolphe por este superregalo.

domingo, 1 de noviembre de 2015

CONFIANZA



- Yo lo que creo es que debías mirarme un poquito y no pensar tanto. Me gusta mucho que me mires. 

Lo hice, y la presión de sus dedos se intensificó. 

- Gracias -dijo-, ¿Probamos a aguantar un rato sin decir nada, a ver qué pasa? 

Y de pronto, la vida se había remansado en el trecho que mediaba entre sus ojos y los míos, había empezado a fluir transparente y mansa, como las aguas de un río al que te puedes abandonar sin miedo. 


Nubosidad Variable. Carmen Martín Gaite

martes, 27 de octubre de 2015

VIAJE AL FUTURO



Creo que todos soñamos secretamente con dejar un pequeño legado a la humanidad en forma de una obra de arte, un trabajo, una casa, o algo por lo que se nos recuerde. Me emociona pasar ante la tumba de Cortázar, por ejemplo, en el cementerio de Montparnasse y verla atiborrada de mensajes de gente que lo ha conocido a través de sus páginas. O revisar aquel tremendo discurso de Steve Jobs en el que se nos recordaba que debíamos seguir nuestros sueños. O escuchar a Pau Casals interpretar el Cant dels Ocells con toda su alma inmortal. O admirar la vida y hazañas de científicos de renombre como Marie Curie. Ninguno de ellos está aquí en persona, pero aquello que hicieron fue tan extraordinario que su premio es un lugar en el Olimpo de los recuerdos, donde se les recordará durante una cuasi-eternidad.

El caso es que hace poco llegó a mis manos una de estas historias tremendamente emocionales que te hace derramar lágrimas a diestro y siniestro. Esta historia -que podéis encontrar aquí y si no os atrevéis con el inglés, aquí tenéis una versión traducida- versa sobre cómo un padre se las ingenió para traspasar las barreras del tiempo y el espacio. Es decir, sin pretensiones de acompañar a la humanidad sino a su hijo, se las ingenió para estar presente a pesar de ya no estarlo físicamente. Y lo hizo de una manera muy sencilla, escribió una serie de momentos, consejos, palabras de apoyo, y sabiduría en momentos de la vida que seguramente llegarían a su hijo. Porque al final, hay ciertas cosas que son universales.

Como todas las cosas simples, me pareció una idea genial. Sencilla y sin pretensiones. Fácil y directa. Escribir aquellas cosas que hemos aprendido de esta vida como legado para los que vendrán. Para que no se sientan solos, para que quizá aprendan antes de sus errores, para que no sufran o que para que no se tomen la vida tan en serio. Todo vale. Yo, en mi caso, pienso ejecutar mi propia versión de esta idea cuanto antes. En cualquier caso, lo peor que puede pasar es que al final no funcionen. Bueno, pues como dice mi padre: El no, ya lo tienes.

sábado, 24 de octubre de 2015

ALTO Y FUERTE

(Aquí una versión de esta canción en formato enigma)

Me levanto por la mañana, pienso que voy a verte y siento como un impulso de dar gracias. Pero después me despejo y me digo que no, que no ha sido la suerte, que más bien ha sido un atrevimiento, nuestro atrevimiento. Tú podrías haberte ido y te quedaste. Yo podría haberte ignorado e hice todo lo contrario. Todo esto es voluntario, mágicamente voluntario.

El viajero del siglo. Andrés Neuman

martes, 20 de octubre de 2015

MÁS SOBRE VALIENTES

Aprovechando que hace nada reivindicábamos el superponer de la sinceridad absoluta, ahí va un corto sorprendentemente relacionado sobre valientes y valientas.



Mi amigo Javier siempre decía: ¿De quien es el mundo? De los valientes. Pues eso.

domingo, 18 de octubre de 2015

EL PODER DE LA SINCERIDAD ABSOLUTA



Hoy he visto una película que me ha gustado mucho: Marguerite (para aquellos que no tengáis acceso a ella, aquí una sinopsis). Como no quiero contaros de qué va le película, sólo os diré que me ha gustado mucho el pensamiento de fondo que subyace en toda la historia: ¿cómo estar seguro que nuestra percepción de la realidad es la correcta? ¿Cómo saber que nuestros sentidos, nuestros amigos, los mensajes que percibimos no son si no una mala imitación de lo que realmente es?

Reflexionando sobre esto, creo que es porque nuestra sociedad está demasiado poco a la usanza de un superpoder al alcance de cualquier humano: la sinceridad absoluta. Es decir, plasmar con palabras lo que sentimos o lo que pensamos –siempre que no sea con intención de dañar, claro-. Abiertamente, sin tapujos, sin miedos.

Lo peor que puede pasar es que el receptor de nuestra sinceridad no acepte nuestra verdad. En ese caso, al menos estaremos tranquilos de haber hecho aquello que estaba en nuestra mano por una persona, por una relación, por una causa, por nuestra integridad moral. También, tendremos el conocimiento –cosa imposible sino se prueba antes- de la apertura de mente del beneficiario en cuestión.

Por el contrario, lo mejor que puede pasar, es que esa sinceridad atraiga nuevas sinceridades de vuelta. Y obtengamos amor, amistad o aprecio correspondido –cosa que probablemente no se hubiera dado nunca si no hubiéramos ejercido este superpoder-, cambios beneficiosos en la conducta o, placeres absolutos al saber que, hemos ayudado a que una pequeña proporción del mundo tenga una visión más nítida, menos turbia de la realidad.

Desde aquí os prescribo a todos, una cucharada sopera de sinceridad absoluta mínima al día. No lo lamentaréis.

miércoles, 14 de octubre de 2015

LA REALIDAD DESENFOCADA

A veces lo sesgada que puede estar nuestra visión del mundo me deja estupefacta. Como demostración apabullante, intentad solucionar este enigma y, luego seguid leyendo.



En efecto, ¿cómo no darse cuenta de que la farsante era la dama de las petunias, no? Y bien… El hecho de estar tan pendiente a captar algún signo que delate al culpable en alguno de los tres personajes, nos hace olvidar completamente el resto del paisaje. ¿No es eso impresionante? Un ejercicio similar, lo comentamos también hace tiempo por estos lares.

Lo cierto es, que a su vez, esta capacidad nuestra de abstraernos del entorno me causa bastante inseguridad… ¿Cuántas cosas importantes nos estamos perdiendo a cada minuto prestando atención en otras que, quizá no lo son tanto? ¿Cómo saber a qué prestarle atención, a qué debemos darle prioridad?

Me imagino que estas preguntas son, casi con toda seguridad, incapaces de contestarse a priori. Quizá sólo a posteriori, y con ayuda de otros puntos de mira completamente diferentes –difíciles de encontrar en personas que tienen una evolución parecida a la nuestra- podemos llegar a ser conscientes.

Así que, en resumidas cuentas, este experimento concluye con una alegato a la humildad para aceptar, que uno mismo no es capaz de observar toda la realidad y lo que es más, la parte más interesante de ésta. Mantened los ojos abiertos.

domingo, 11 de octubre de 2015

LA CEREMONIA DEL VIVIR


En la cima de la alegría he declarado acerca de una música jamás oída. ¿Y qué? Ojalá pudiera vivir solamente en éxtasis, haciendo el cuerpo del poema con mi cuerpo, rescatando cada frase con mis días y mis semanas, infundiéndole al poema mi soplo a medida que cada letra de cada palabra haya sido sacrificada en las ceremonias del vivir.

El deseo de la palabra, Alejandra Pizarnik

martes, 6 de octubre de 2015

UN PATIO DE VECINOS


Todos sabemos que no hemos escogido el lugar donde nacer, ni nuestros genes, ni nuestra época, ni nuestro sexo, ni incluso, nuestro carácter –cuanto más observo a mis sobrinos, más convencida estoy de esto último-. En cualquier caso, eso implica que tampoco hemos escogido a nuestros vecinos geográficos y de eso, me di cuenta hace bien poco, por evidente que parezca.

El caso es que en España –sobre todo los que somos del norte- siempre nos pareció de lo más natural encontrarnos por el pueblo a un francés que había venido a comprar tabaco y, de paso, se había dado una vuelta. O, ir a comprar queso al otro lado de los Pirineos. O, -sobre todo los que son del oeste-, ir a comprar toallas y albornoces a Portugal. Es decir, de una manera u otra, siempre hemos tenido la presencia de nuestros países vecinos muy presente y como tal, eso nos ha generado una relación muy diferente que con la que puede ser con Alemania por ejemplo.

Sin embargo, el otro día en Suecia, me di cuenta que sus referencias vecinales con completamente diferentes. Los suecos se pueden ir a pasar el fin de semana perfectamente a Finlandia, Dinamarca o Noruega y, si tienen un puente largo, quizá se acerquen hasta Rusia: Madre mía, ¡Rusia! Pero si eso está allá donde Cristo perdió el mechero –pensaremos más de uno-.

O, el caso de los países centroeuropeos y pequeñitos como Suiza. Suiza está rodeado de Italia, Francia, Alemania, Austria y Liechtenstein, este último de esos países que sabes que existen porque un día lo estudiamos como uno de los países diminutos. Y ahora resulta que si eres suizo, lo mismo te das un garbeo a comer fabada allí, que la hacen muy buena. El caso contrario se da en casos como Irlanda -ya de Islandia ni hablamos- que sólo tienen como vecino a su eterno enemigo, Inglaterra. O países como EEUU donde muchos piensan que todo aquel que hable español debe ser de México.

Por otro lado, no he mirado estadística pero pongo la mano en el fuego a que un mínimo del 90% de españoles no saben situar Eslovenia y Eslovaquia geográficamente. Sin embargo, si eres italiano -y más aún del norte- estarás acostumbrado a ver el cartel de "Eslovenia 100 km" y no tendrás ninguna duda al respecto.

En fin, me resultó ciertamente curioso comprobar –una vez más, de hecho- que el punto de vista del observador influye tremendamente en su percepción. No se qué hubiera sido de nosotros sin en la Pangea nos hubiera tocado en otro sitio –no puedo dejar de recordar ese puzzle de Europa que junté infinitas veces cuando era pequeña-. ¿Dejaríamos de llamar gabachos a los franceses? ¿Seríamos grandes amantes de la Oktober Fest? ¿Cocinaríamos el gazpacho como la musaka? Nunca lo sabremos, pero tampoco está de más ser consciente de nuestro marcado carácter geográfico.

sábado, 3 de octubre de 2015

LA PRE-ADOLESCENCIA


Vaya por Dios, cómo pasa el tiempo… Resulta, que así, sin comerlo ni beberlo, nos hemos plantado en el séptimo cumpleaños de este blog. Qué barbaridad, si parecía ayer que me decidía entre los diferentes formatos en un apartamento enorme y destartalado de Davis, en California y ya han pasado siete añazos.

Siete años y 643 posts en sitios diferentes –al menos este blog ha vivido tres culturas diferentes: la estadounidense, española y francesa-, millones de experiencias, recuerdos, conciertos, visitas, reencuentros, amores, reflexiones, momentos de felicidad absoluta y nacimiento de tres sobrinos maravillosos. Además, este blog me ha descubierto una pequeña parte del universo al que no hubiera llegado de otra manera y me ha permitido conocer una faceta diferente de la gente conocida. Por otro lado, no lo negaré, ha habido momentos de tristeza y adioses definitivos. Pero eso, irremediablemente nos ha hecho más fuertes, más poderosos y probablemente, más sabios.

Así desde este adiós a la niñez bloguil, os mando un enorme gracias a todos aquellos que habéis discurrido –más o menos- y acompañado por estos pensamientos –absurdos o no-. Un abrazo a todos y nos vemos en proa.

Es en medio de aquellas llamas como me tenéis que recordar. Héctor, el derrotado: lo tenéis que recordar de pie, en la popa de aquella nave, rodeado por el fuego. Héctor, el muerto que por tres veces sería arrastrado por Aquiles alrededor de las murallas de su ciudad. A él tenéis que recordarlo vivo, y victorioso, y resplandeciente con sus armas de plata y de bronce. De una reina aprendí las palabras que ahora me han quedado y que quiero deciros a vosotros: acordaos de mí, acordaos de mí y olvidad mi destino.

Alessandro Baricco, Homero, Ilíada