Una de las miles de pequeñas cosas que adoro hacer es sentarme en el coche, poner el disco de Turn On The Bright Lights y escuchar los primeros acordes de Untitled mientras giro la llave del motor.
Es una canción terriblemente sencilla, pero tremendamente complicada. En mí, produce una sensación de serenidad gigantesca. Me da ganas de cerrar los ojos y ondearme a un viento imaginario. Algo fantástico, que sólo gente a la altura de los magos de Interpol pueden lograr: condesar multitud de minutos en una sensación de eternidad mientras Paul te susurra que la sorpresa, de vez en cuando, te rondará –morena-. (Surprise, sometimes, will come around).
Ese suspense nos lo regalaron hace un par de días en un concierto crudo y rugoso, a pesar de la acústica desmerecedora-. Los maestros del minimalismo, una vez más, menos es muchísimo.
Adiós
Hace 4 años
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