Supongo que a todos nos ha pasado de estar alguna vez a punto de hacer algo y tras haber dudado infinito, nos hemos quedado congelados mientras el momento se esfumaba…
En mi caso, hace tiempo que decidí que no. Que ya valía. Que tenía poco que perder y mucho que ganar. Que lo peor que podía pasar es que recibiera un No, lo siento. Que al final, cualquier decisión de este tipo –amor, trabajo, amistad…- se traduce en honestidad con las personas. Que no hay nada de que arrepentirse excepto de no intentarlo.
La verdad es que el resultado es siempre positivo, cuando no apabullante y tremendamente poderoso. Cada vez que lo hago –sea cual sea el resultado-, me siento muy a gusto conmigo misma: la respuesta siempre viene con forma de sinceridad retornada –insisto, sea del color que sea- y respeto por decir lo que se piensa, por ser valiente, por utilizar los cuatro días que estamos por aquí.
Decir lo que sentimos, sentir lo que decimos, concordar las palabras con la vida.
Lucio Séneca
Adiós
Hace 4 años
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