sábado, 3 de diciembre de 2011

EXISTIENDO

Tomar las llaves, las unas para cerrar las puertas unos días, las otras para poner en marcha un motor. Viejos y grandes amigos, alegría, conversaciones, horas, cañas, abrazos y naturaleza en el horizonte.

Parar el tiempo unos días sólo para ser, para existir, para remolonear entre la ausencia de obligaciones y el descubrimiento de lugares inexplorados, para inspirar profundamente y sentirnos afortunados.



Yo conozco los ríos. Yo conozco ríos tan antiguos como el mundo, y más viejos que el flujo de la sangre en las venas humanas. Mi alma es tan profunda como los ríos. Yo me bañé en el Éufrates, en la aurora de la civilización. Yo construí mi cabaña a orillas del Congo, y sus aguas me cantaron una canción de cuna. Yo vi el Nilo, y construí las pirámides. Yo escuché el canto del Mississippi cuando Lincoln viajó hasta Nueva Orleans, y vi sus aguas volverse doradas al atardecer. Mi alma se volvió tan profunda como los ríos.

El negro habla de los ríos, Langston Hughes

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