jueves, 16 de octubre de 2014

EL SUPERPODER DE LA ORGANIZACIÓN



En general, la gente que consigue lo que se propone no suele ser la más inteligente, ni la más ambiciosa, ni la más espabilada, ni siquiera la que posee mayor poder adquisitivo. No, señores. El mundo es de los organizados. Bienaventurado aquellos que saben hacer planes realistas para cualquier aspecto de su vida y llevarlos a cabo sin esfuerzo.

A todos nos pasa que, a menudo, en esta vida primer mundista en que vivimos, estamos demasiado aturdidos por un batiburrillo de reuniones, clases, múltiples trabajos, aficiones, relaciones sociales… además de una retahíla de actos inesperados que surgen sin proponérnoslo –lo que suele ser la vida-. Ante esta avalancha de acciones, la gran mayoría nos limitamos a aspirar rápidas bocanadas de aire cuando podemos para ir haciendo frente a las responsabilidades, obligaciones y actos sociales según nos vienen. Supongo que para nadie es un secreto que esta metodología no es óptima y en la mayoría de los casos nos aboca a un caos absoluto donde no recordamos qué es lo que queríamos hacer, por donde empezar y cómo se hacía aquello o lo otro.

Sin embargo, existen unos pocos seres que parecen haber sido tocados con un don divino: el también llamado desde aquí superpoder de la organización. Capaces de acabar todos los trabajos en los que se metan, sin importar su número o dificultad, y llevar una vida social plena, sin perder un ápice de sus nervios.

La receta que estos seres celestiales parece simple, basta con escoger qué plato queremos cocinar, trazar un plan detallado para ello –incluyendo cuando, cómo y donde vamos a realizar la búsqueda y compra de ingredientes, preparación y cocina-, y llevarlo a cabo sin ninguna excusa para su demora –vaya palabrejo raro se inventaron con eso de procrastination-.

En mi caso, yo he sido heroína de la organización y el orden en algunos momentos de mi vida. Con naturalidad y sin esfuerzo. Simplemente me centraba en todo lo que hacía el 100% del tiempo. La recompensa era insuperable. Me embargaba una sensación de poderío, de supermujer, de tener muchísima más energía para hacer doscientos mil planes que se me antojaran. Lamentablemente ese poder perdió fuelle con el tiempo y sólo en ocasiones logro rehacer un plan espartano y ponerlo en práctica. En mi fuero interno culpo a las nuevas tecnologías pero, seamos sinceros, ¿quién es un trozo de metal o plástico para arrebatarme un superpoder?.

Efectivamente, vamos a rescatar a la heroína amordazada que hay dentro de mí. Primer plan: activar mi diseño vital. Encontrar un rato tranquilo, tomar mucho papel y un boli y sin estreses, dedicarme a diseñar el plan que desemboque en éxito en todos mis proyectos. Allá voy.

2 comentarios:

  1. ¡Sé que lo vas a lograr, Timonera! Comparto absolutamente todo lo que dices y sé que hay una gran heroína en ti por la vitalidad y calidad que hay siempre en cada post. ¡Es un gozo leerte! Y... ¡Foo Fighters! A mí ya me has ganado sí o sí forever... Jajaja... (:

    ResponderEliminar
  2. Luz: ¡Muchas gracias por los ánimos! Proponérselo siempre es un gran paso, así que, ¡a ver si lo consigo! Y... ¿qué menos que ponerle banda sonora cañera a propósitos cañeros? :)

    ¡Abrazos!

    ResponderEliminar