jueves, 19 de noviembre de 2009

SAUDADE



Ayer, tras dos horas emotivísimas de música en estado puro sin más aderezo que una guitarra portuguesa, una eléctrica y un bajo eléctrico, salpicado con solos de un trompetista y un batería tremendo, la gran Mariza, nos llevó al borde de las lágrimas y de la saudade – una melancolía no triste, sino dulce, como ella mismo describió-.

Con esa voz profunda, nos transportó a las calles de Lisboa y nos hizo sentirnos portugueses por un tiempo, con el regusto en la boca de que la música y lengua portuguesa es de lo más bello y poético que hay en este mundo. El broche final de un espectáculo tan cristalino fue un fado interpretado a pelo, sin micrófonos ni aderezos, tan solo las dos guitarras y ella, tal como se cantan en la calle, dándonos la cercanía propia de una canción tan íntima.

Tal como ella recalcó, es realmente sagrado que gente de tan diversas nacionalidades –la diversidad aquí es incomparable- estemos unidos por la música, independientemente de nuestra cultura, lengua o religión. Tan sólo música, sin retoques de ningún tipo, la que proviene del corazón y del alma, como buenos portugueses.

Vaga saudade, tanto
Dóis como a outra que é
A saudade de quanto
Existiu aqui ao pé.

Tu, que és do que nunca houve,
Punges como o passado
A que existir não aprouve.


Fernando Pessoa

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