Aquellos que siembran el mundo de lazos rojos, también lo llenan de sonrisas e ilusiones por encontrarlos, por improbable que sea.
De pronto notó algo, y era una luz fría y blanca. La luna subía y el rectángulo de luz se movía en el silo y trepaba lentamente por el cuerpo de Tom. Entonces, sólo entonces, aflojó la mano. Lenta, cautelosamente, escuchando a los que dormían alrededor, Tom alzó la mano. Vaciló, contuvo el aliento, y entonces, poco a poco, abrió la mano y desarrugó el trozo diminuto de tela pintada. Todo el mundo dormía a la luz de la luna. Y allí, en la mano, estaba la Sonrisa.
Ray Bradbury. Remedio para los melancólicos
Adiós
Hace 4 años
No hay comentarios:
Publicar un comentario